Michael Winterbottom es uno de los directores más eclécticos del actual panorama europeo. A ritmo de una película por año y aventurándose cada vez en géneros distintos, cada una de sus propuestas es una auténtica caja de sorpresas. Su cine nunca deja indiferente y es habitual entre la crítica opiniones encontradas para todos los gustos. The killer inside me se presentó en el pasado Festival de Berlín como no podía ser de otro modo: denostada por muchos, alabada solo por algunos. Idéntico resultado ha obtenido allá donde se ha estrenado. Estaba deseando poder ver esta película porque, hasta ahora, pocos son los trabajos de Winterbottom que me hayan defraudado y casi siempre logra sorprenderme. Además me intrigaban las reseñas que a lo largo de estos meses he podido ir leyendo, sobre lo brutal que resultaban algunas escenas.
La verdad es que brutal, en cuanto a violencia, desde luego, lo es. Además se trata de una violencia muy poco contenida, nada de ficción y palomitas, hay escenas poco fáciles de digerir. La película es una adaptación cinematográfica de la novela homónima de Jim Thompson, uno de los autores de género negro norteamericano más importantes del siglo XX. Cuenta la historia del ayudante del Sheriff, Lou Ford (Casey Affleck), que ejerce en un pequeño pueblo al oeste de Texas. “El problema de crecer en un pequeño pueblo es que todo el mundo piensa que sabe quien eres“, dice Lou en un momento de la película. Y es que Lou Ford lleva una doble vida. La cortés reputación de caballero que tiene entre los habitantes del pueblo, donde ha vivido desde que nació, oculta la verdadera naturaleza de un hombre perturbado y extremadamente violento, un sádico asesino que un buen día tropieza con una prostituta local (Jessica Alba) que no hace ascos a su sadismo. Pero el asunto se le va de las manos y una cadena de asesinatos comienza a desencadenarse mientras trata de ocultar cualquier huella que conduzca al fiscal del distrito a sospechar de él.
The killer inside me es una película que se presta a la crítica fácil de misoginia y violencia gratuita. Crítica absolutamente superficial pues Winterbottom no hace sino adaptar una novela y demostrar un gran estilo cinematográfico y de dirección a la hora de retratar de manera bastante fiel tanto la psicología del personaje como el ambiente y el aroma de un pueblo tejano en los años 50. Como thriller dramático, la película funciona perfectamente. Es áspera, sombría, con buenas interpretaciones, montaje más que correcto y bien dirigida. Winterbottom captura, además, el ambiente de época en numerosos detalles, ayudado por la música country que acompaña toda la película.
La trama, aunque está narrada de manera lineal en el tiempo, hace uso ocasional del flashback y de una serie de saltos que complican el formato al espectador, y muchas escenas comienzan a comprenderse del todo cuando ya ha transcurrido algo de tiempo desde el inicio. Este requerimiento de cierto esfuerzo, unido a algunas escenas eróticas de corte sado-masoquista explícito son características que, con bastante probabilidad, han tenido como consecuencia el rechazo de un sector de crítica y público. Es cierto que son duras de ver y algunas rozan un grado de violencia perturbador. Sin embargo, la manera en que todo sucede no es gratuita, ya que contribuye a que el lado oscuro de Lou Ford sea creíble y nos permite comprender los entresijos de la mente psicótica del protagonista. A este objetivo se añaden los diálogos interiores de Lou, elaborados con un negrísimo sentido del humor, unas actuaciones espléndidas y el buen hacer de Winterbottom para mantener el pulso de una película que parte de un guión que muestra casi todas sus cartas en los primeros minutos. Desde la segunda escena sabemos que el protagonista es un asesino demente y sus preferencias sexuales, sin embargo, Winterbottom consigue llevarnos por el camino menos esperado: creemos que sabemos qué sucederá pero casi siempre estamos equivocados. Y hecha la advertencia de que se enfrentan a uno de los films noir más sádicos y gráficos que se han hecho recientemente, quienes se atrevan con ella tienen asegurado 108 minutos pegados al sofá tras los cuales podrán sacar sus propias conclusiones. Por mi parte, una película notable.