Revista Opinión

El desayuno del abuelo y las sorpresas de google

Publicado el 06 junio 2014 por María Pilar @pilarmore

El desayuno del abuelo y las sorpresas de google

Campo de trigo y amapolas

El olor del pan recién tostado impregna el ambiente y se mezcla con el del café. Olores inconfundibles que me llevan a disfrutar un desayuno en buena compañía. Al acercarme ya oigo el tintineo que produce el abuelo al remover el azúcar en su vaso de agua fresca. ¡Siempre el vaso de agua con azúcar del abuelo!

Es un lugar donde el arroyo se esconde bajo un precioso paseo. Donde los plátanos de sombra alargan sus ramas para abrazarse. Donde Bernardo Atxaga escribió Obabakoak. Donde la higuera sigue protegiendo a sus higos con sus hojas de lija. Los cerezos y manzanos se ensanchan para que alguien se cobije bajo su sombra. Por un gran ventanal apenas velado por unos visillos entra la mortecina luz de la tarde que nos deja. Las campanas de la iglesia tañen con tristeza por todo el valle comunicando a los vecinos la noticia. Una casa cobijo de vida, es habitada por la soledad y el silencio. Un vaso de agua fresca con azúcar y la cuchara dentro, esperan.

El olvido es imposible mientras en un lugar exista un tintineo metálico sobre un vaso de cristal. Los cerezos en flor allá donde me los encuentre me dirán que está preparando la malla para proteger su fruto. Sobre cada tablero de ajedrez lo veré concentrado para ganar la partida. En cada esquina, en cada calle, en cada lugar por los que ha pasado.

Lo que no me podía imaginar era encontrármelo allí donde él nunca ha estado: paseando por los circuitos de banda ancha de internet. El nuevo Street View de Google Map lo ha captado en uno de sus últimos paseos. Lo veo por detrás, se me acelera el corazón, es él, su pasear pausado, se protege del sol con un sombrero, está fuerte, guapo, saludable. Giro el mapa para verlo de frente, la cara algo pixelada, en ese momento la levanta para mirar al coche que pasa por su lado sin ser consciente que las cámaras lo están grabando. No le gustaban las fotos, no le gustaba que lo grabasen. Y ahora, en contra de su voluntad, su imagen camina sin descanso por los entresijos del ciberespacio.

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