Corrían tiempos de aporía y desesperación. Tiempos de barbarie, de negritud,
de inversión de valores morales, de destrucción de creencias religiosas,
de desmembramiento... Esos tiempos no distaban mucho de los nuestros.El viejo sabio Barba Blanca, de cabellos plateados y espesa barba, marcadopor la inexorable ley del tiempo, transmutado por el saturnino dios delverdadero conocimiento, acostumbraba a recitar su sentencia favorita:
“Ahora que está próximo el fin del mundo, conviene abrir el corazón al Sol naciente
y saludarlo con alegría.”
¡Qué verdad encierra tamaño adagio y cuán eximio interés despierta, pese a suinminente trascendencia!- exclamaba el sabio para sí. Sabido es, noobstante, que la ignorancia es un vil enemigo, que arredra por entre lasfisuras del pretendido entendimiento, escondida bajo la máscara de unapretenciosa arrogancia racionalista. Pero, queridos amigos, parco en conmiseración es el Destino para conaquellos que se resisten a seguir el Camino. Y pocos son los elegidos en elarduo periplo que conduce a la inmensidad del inframundo. Fue el jovenGaluin uno de esos "agraciados". Así se llamaba un acaudalado varón, en lomejor de la edad, exuberante en entusiasmo, un argonauta, presto aembarcarse en ardua travesía, con rumbo hacia el descubrimiento de aquellosderroteros profundos, antaño conocidos como Campos Elíseos. Mas no rico enposesiones materiales, bienes gananciales, ni cuestiones de índole afín.Antes al contrario, Dios quiso traerlo al mundo bajo el yugo de la pobreza,del dolor, de las dificultades infantiles y de la problemática situacionalde una familia de baja alcurnia.Decían los más ancianos del lugar que fueron su humilde abolengo y sulacerante infancia, los revulsivos que compelieron a Galuin a transitar porel reino de los infiernos emergiendo, sano y salvo, de los peligros que learreciaron en aquellos, sus primeros años de existencia, con el don de lavidencia.El viejo Barba Blanca conocía su historia. Su padre se la había contado, aligual que lo hiciera su abuelo con aquél. Esa tradición se remontaba a losalbores de la humanidad, allí donde el registro histórico se desvanece enabigarrada mixtura con el misterio del mito.Cuenta la historia que Galuin, día tras día, al regresar a la morada de sualma, recordaba las palabras que Barba Blanca aprendió de sus ancestros.Esas palabras, preñadas de significado, que describen el advenimiento de unnuevo día, el surgimiento de una etapa nueva, que es tanto del ordennatural, cuanto del espiritual. Ellas resonaban en lo interior del jovenGaluin, identificándose con ellas, como si en su fuero más íntimo, algo oalguien las reclamara para sí.Un día como otro cualquiera, de esos que prometen hacerse interminables,cuando el sol se encontraba en su zénit, un extraño hedor comenzó a emanarde aquel ambiente de trabajo enrarecido, en el que Galuin se sentíasubsumido. No sabría decir qué era. Sólo lo sentía, lo presentía...Entonces, tras el correr de escasos minutos, Galuin supo de una terriblenoticia. Los dos árboles Gemelos más vetustos del lugar fueron talados, ycayeron como las hojas de un melojo al despuntar el otoño.Aquella noche se encontraba agitado e inquieto. Incapaz de conciliar elsueño, tuvo una extraordinaria actividad onírica y, en medio del discurrirde las imágenes virtuales, una voz de ultratumba resonó en lo más hondo desu Ser.-¡Prepárate! Ha dado comienzo la manifestación de una larga y difíciltransformación. -Le dijo aquella extraña voz, mientras regresaba al avernodel cual procedía.Fueron numerosos los días que Galuin dedicó a meditar, contemplar yelaborar sus intuiciones y estados de ánimo, referidos a aquel acto debarbarie, que como las ondas de un terremoto, afloraron a la superficie desu conciencia. Y pudo vislumbrar, como por un ojo de buey, lo que aquellosignificaba para él.Aquel aciago día, era el cumpleaños de su padre y debía felicitarlo. Sinembargo, habían discutido con vehemencia unos días atrás, debido, en parte,a que su actitud no se acomodaba a lo que su padre consideraba correcto.Necesitado de un mayor espacio vital, tranquilidad, sosiego y soledad pararegresar a los dominios de su alma, finalmente olvidó la obligada llamada.Pasaron las horas y el oscuro velo de la noche se desplegó. Al conciliar elsueño, retornó al fantástico anima mundi. La imagen de un anciano surgió deentre las tinieblas y con su rostro cálido, afectuoso y alegre le revelóocultos tesoros de sabiduría ancestral.-¡Querido discípulo!¡Hijo del Universo! El hombre, criatura efímera o fugaz,destruye el mundo natural del cual depende su supervivencia. Los estérilespaisajes son idénticos por doquiera que vaya. Destrucción de bosques,drenado de pantanos, arranque de arrecifes coralinos, esterilización deferaces tierras, desertización, pavimentación desproporcionada,contaminación del aire y de la tierra y envenenamiento de los alimentos quele sirven de nutrimento.-¡Querido discípulo! ¡Hijo del Universo! Las relaciones humanas son unespectáculo aterrador. Un tumor maligno se ha ido extendiendo y ha sembradola simiente de la discordia y desarmonía. El demonio de la barbarie se haadueñado de los hombres y de las mujeres y las agresiones matrimoniales secobran numerosas víctimas.-¡Querido discípulo! ¡Hijo del Universo! Los instintos eróticos se hancorrompido, manifestándose de modos directos y distorsionados. Aberrantesprácticas sexuales, orgías báquicas desenfrenadas, sodomía, intercambios depareja, pornografía abierta, uso de niños y esclavos en prácticaspornográficas. En estas condiciones está el hombre, descendiente del gorila¡Merecería no superarlo!-¡Querido discípulo! ¡Hijo del Universo! Vosotros, hombres, habéis rechazadovuestra ascendencia divina. Os habéis alejado de aquella Alma vuestra, másvieja que la historia y más duradera que el efímero ser humano, en laingenua creencia de pretender dominar y gobernar la naturaleza con las leyesde la racionalidad. Esa Alma, invisible, poderosa, segura y sempiterna oshabla en sueños, en imágenes, en símbolos, en inspiraciones fulminantes, enideas relampagueantes, en sentimientos arrolladores... y no le prestáis ladebida atención. Repudiada, odiada y temida por muchos, ignorada y acalladapor otros, esa alma vuestra es la esencia de la vida. Al darle la espalda aElla, os dais la espalda a vosotros mismos, corriendo un oscuro velo que osimpide experimentar la Vida en su desbordante plenitud.-¡Querido discípulo! ¡Hijo del Universo! Olvidasteis la ley que gobierna enel Universo aquella agrupación de fenómenos y hechos. Como es arriba,también es abajo. Los procesos internos que suceden en vuestra Alma, sonreflejo de lo que sucede en la Naturaleza-Universo. Toda manifestaciónobjetiva es reflejo de estados subjetivos.-¡Querido discípulo! ¡Hijo del Universo! Según lo dicho, todo cuanto te herevelado, también sucede en los íntimos lares de tu alma. Trabaja con ahíncoen el descubrimiento de ti mismo, vive plenamente la totalidad de losestados afectivos, no importa cuán extraños o diabólicos les parezcan a tuasustado ego, pues de ellos depende tu supervivencia y la evolución de tuConciencia. Abre el corazón al nuevo día. La noche se cierne sobre elpasado, la Luna brilla con luz plateada y el Sol nuevo despunta, acariciandolas montuosas cumbres con el fulgor de sus dorados rayos.Con el pronunciar de estas palabras, el anciano sabio desapareció. Excitado,Galuin se despertó. Esas palabras habían calado hondo en el corazón denuestro héroe, pues describían el estado en el que se encontraba el mundo yla nueva etapa evolutiva que se abría ante su perpleja mirada. La caída delos árboles Gemelos no era sino una manifestación simbólica de lo que leestaba sucediendo a la humanidad en aquellos oscuros tiempos. Galuincomprendió la difícil tarea que le había sido encomendada. Sabía que al serhumano lo caracterizaba su capacidad de autoengaño, para poder sobrellevarla angustia y mantenerse en un falaz sentimiento de seguridad. El sabioanciano le había despertado del profundo sueño en el que se encontraba ydesde ese momento Galuin ya no sería el mismo.Meditando sobre las palabras que el sabio le reveló en sueños, se percató deque esa falta de atención a la relación existente entre las pautas deconducta, el estilo de vida y sus efectos colaterales sobre la Naturaleza,en las relaciones interpersonales y en la propia vida del ser humano, lesestaba conduciendo, poco a poco, a la destrucción del planeta y a ellos conél.Si el mundo se encuentra en semejante estado y si el hombre ha degeneradohasta semejarse a su hermano pitecoide ¿cómo es posible una recuperación?¿Cómo puede el hombre encontrarse a sí mismo? ¿Acaso la palabra Sabiduría seha trocado en algo huero y sin sentido? –Se preguntó, después de mirar lasituación sub specie aeternitatis.-¡No! -Se dijo- la recuperación del hombre y la transformación de lasituación actual, sólo es posible regresando a la fuente de la sabiduríaprimordial. Otrora brotaba a borbotones, su fluir era caudaloso y colmado devida. Hoy, apenas fluye un pequeño reguero, que con dificultad recorre elrocoso y contaminado lecho por el cual serpentea. Esa Sabiduría de loTrascendente nace en un determinado momento de la evolución del individuo,y, a través de su efímera y diminuta existencia, es capaz de manifestar lagrandeza de lo Eterno. Su primer estadio es la intuición, pero ésta no essino un pálido reflejo de aquella fuente primordial. De ella surgen todoslos dioses y diosas que gobiernan la existencia del hombre. Esa fuente sellama videncia, comunión con dios, contemplación de la eterna sabiduría dela vida y reside en los lares más íntimos del alma humana.Desde aquel día en que el anciano sabio le desveló sus secretos, Galuin nocejó un instante de pensar en él. Pues ese anciano era su guía en el caminodel llegar a ser. A partir de entonces, Galuin comenzó a acostarse sobre elcentro de su alfombra persa, justo en el núcleo del mandala grabado en sutejido, para practicar una relajación profunda. Y en ese estado escuchaba comola voz del anciano sabio resonaba en sus adentros.