¿Por qué es vergonzoso pedir las sobras de la comida que hemos pagado? ¿Nos hace parecer pobres? ¿Rácanos? A mí me han lanzado miradas terribles, no ya el camarero, sino otros comensales cuando he pedido que me pongan las sobras en una cajita.
Producir un kilo de comida cuesta cientos de litros de agua, mano de obra, queda de combustibles fósiles, etc. Y cuando por fin la tenemos sobre nuestra mesa al final de la cadena de producción, antes que consumirla en casa queda mejor tirarla a la basura para empezar la cadena de destrucción, que también implica transporte, contaminación, etc.
En otros países, donde hay mucha más necesidad como Brasil, según he escuchado, es mucho más habitual esta práctica. Y es que parece que al nadar en la abundancia -por mucha crisis que haya- el despilfarro de los recursos está ya injertado en nuestra cultura.
Pero esa cultura se puede cambiar, como ahora hemos cambiado y -muchos- reciclamos.
Así que desde aquí os animo llevaros las sobras a casa y ¡por supuesto a no mirar mal a quien lo haga!
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