Revista Toros

El destierro del Cid

Por Malagatoro

cid

Con cinco de los suyos,  -acuciado por el peso de la purpura-, el Cid sigue en su destierro. Foto: Juan Pelegrín/Las Ventas


Quizá porque sé que los hombres somos dioses venidos a menos, que todos somos gigantes que en algún momento posamos los pies sobre el barro, siempre me pongo del lado de aquellos que se sienten vencidos. Así hemos visto a El Cid; como si se hubiera echado sobre las hombreras todos los siglos del mundo; como si aquella izquierda mágica que sostuvo con pulso y temple todas las almas de Madrid se hubiese acabado cuando salía Fiscal por la puerta de toriles. Uno de Alcurrucén de lío gordo que si llega a caer en las manos del aquel Cid más campeador, aquel Cid que nos deslumbró con su pureza, con la suavidad y el poder de la zurda, hubiese puesto patas arriba los tendidos y abierto la puerta grande de Las Ventas a la gloria.” “Berrendita” en su blog Berrendo en colorao

Encierro de los hermanos Lozano ayer en Las Ventas de gran interés. Corrida encastada, con diferentes matices, que tuvo mucha movilidad, y ya se sabe que cuando el toro se mueve la Fiesta también lo hace. Toros –no bueyes- con trapío suficiente, bien rematados, sobresaliendo el que hacía cuarto, un  bravo ejemplar de nombre “Fiscal”, con el que el Cid, sintió el peso de la púrpura, y para el que el burel pidió nueva condena para el destierro, que rubricó el público sin posibilidad de apelación tras desaprovechar también a su primero. Que gran torero que no acaba de salir de su destierro. Una pena.  A Perera, por más que lo intento, no le consigo ver. Ayer, una vez más, estuvo en vulgar pegapases, descolocado y perfilero, metiendo pico sin mesura, sin acabar de ligar y aliviándose rematando para afuera los pases. Luego, esos típicos finales con el arrimón cansino ante el toro ya inmóvil, a base de circulares invertidos y mantazos a tropel. Valor, si, pero como siempre insisto, el valor es necesario en el toreo pero en el toreo no todo es valor. Y encima le ovacionaron. Para que se queje del público. Bueno, en realidad, para que no se queje de los “claveleros” que le ovacionaron.  Fandiño quiere mandar en esta profesión, pero ayer perdió una magnífica oportunidad para alcanzar la gloria ansiada. Decidido y valeroso, pero su toreo con el tercero tuvo más defectos que virtudes: faena en redondo ligando en algunas tandas, de mano baja, pero muy al hilo, echando el paso atrás, descargando la suerte. Emotivas y ajustadas las bernardinas finales y fallo con la espada al primer intento que le privó de cortar un apéndice. El sexto fue un toro, exigente, complicado, con el que se vio a Fandiño muy valiente, sin duda, pero desbordado, sin saber darle la lidia que requería,  y al que finiquitó de una fea estocada que hizo guardia. Sigo confiando en el diestro de Orduña, pero oportunidades como la de ayer no pueden dejarse pasar si se quiere ser figura importante en esta dura profesión.  


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