Hemos repasado en artículos anteriores la vida y la carrera artística de James Dean gracias al trabajo de Juan Pais. Su breve trayectoria fílmica estuvo caracterizada por la excelencia artística y, a buen seguro, le esperaba un brillante futuro en Hollywood. Sin embargo, también sabemos que su personalidad turbada era una lacra que llevaba muy dentro de sí. Quizá por ello necesitaba afrontar retos en los que se sintiera libre y donde pudiera probarse a sí mismo asumiendo grandes riesgos. Su pasión por las carreras automovilísticas fue algo que empezó a interesarle incluso antes de poder conducir un coche. Cuando logró triunfar en el teatro y el cine, dispuso de recursos para adquirir coches deportivos con los que participaba en eventos a lo largo del estado de California.
James Dean junto al Porsche 550 Spyder. La imagen se atribuye a la misma mañana del accidente.
No obstante, esta actividad de riesgo no era asumible para los estudios. Los actores estaban cubiertos por seguros muy costosos mientras rodaban y no podían encarecerlos más aceptando que las estrellas participaran en actividades peligrosas. En el caso de James Dean, éste se había tenido que apartar de los coches durante todo el verano de 1955 mientras rodaba la superproducción Gigante (Giant, 1956). Cuando George Stevens culminó la filmación a mediados de septiembre, estaba claro que Dean se iba a volcar enérgicamente en las carreras automovilísticas aprovechando que no iba a trabajar en una nueva película hasta principios del año siguiente.
La primera oportunidad que se le presentó para entregarse a su gran pasión liberadora iba a tener lugar en la localidad de Salinas durante el fin de semana del 1 y 2 de octubre de 1955. En la mañana del 30 de septiembre, Dean y su mecánico, el alemán Rolf Wütherich, acabaron de preparar el coche con el que iba a participar en la carrera. Se trataba de un Porsche 550 Spyder descapotable que había sido adquirido recientemente por el actor. La idea inicial era la de llevar el coche en el trailer del equipo y viajar a Salinas junto al especialista Bill Hickman y el fotógrafo Sanford Roth, que estaba documentando gráficamente las vivencias de Dean para la revista Colliers Magazine. Pero, a última hora, se decidió que era mejor conducirlo hasta allí puesto que era muy nuevo y necesitaba mayor rodaje de kilómetros antes de afrontar la competición.
Esa decisión es la que acabó precipitando el triste fin de la historia. Dean se puso al volante del Porsche con Wütherlich en el puesto de co-piloto. Hickman y Ford les seguirían en el trailer. Salieron de Los Angeles a la 1:15 del mediodía después de haber tomado café y donuts en el Hollywood Ranch Market. Tras una parada para repostar en Sherman Oaks continuaron ruta hacia Bakersfield. Fue allí donde un agente de tráfico hizo parar y multó a Dean por exceso de velocidad en una zona peri-urbana. Ante la limitación de velocidad, el actor decidió cambiar la ruta y dirigirse hacia la carretera 166/33, donde la velocidad permitida era más alta. Una vez allí conectó con la interestatal 466 (posteriormente convertida en la 46) e hizo una breve parada técnica en Blackwell's Corner. Allí encontró a otros pilotos que se dirigían a Salinas y quedaron para cenar en Paso Robles, a unos 100 kilómetros del punto en que se encontraban. Pero Dean ya no llegó a esa cita.
A las 5:15 de la tarde, Dean y Wütherlich, a bordo del Porsche Spyder, y Hickman y Roth, en el Ford Station Wagon que transportaba el trailer, salieron de Blackwell's Corner. Ya en la carretera, Dean aceleró su automóvil y se distanció del vehículo acompañante. Aproximadamente a las 5:45, el Porsche se encontraba cerca de la intersección entre la 46 y la 41, en el término municipal de Cholame. En el otro sentido de la marcha, un Ford Tudor de 1950, conducido por el universitario Donald Turnupseed, circulaba a bastante velocidad en ruta hacia la intersección con la 41 donde el estudiante pensaba girar para dirigirse a Fresno. Justo en el momento del giro a la izquierda, el Porsche de Dean entró en escena con una velocidad de 137 km/h. El actor creyó poder esquivar al coche realizando una maniobra rápida pero no hubo tiempo de reacción suficiente para conseguirlo y ambos automóviles chocaron brutalmente. Dean se llevó la peor parte al recibir el impacto directo en el lado del conductor. Algunos testimonios del accidente relataron que el Porsche volcó y chocó con el suelo dos o tres veces antes de estamparse contra la valla lateral derecha de la carretera, a unos 20 metros del lugar del impacto. El Ford salió trompicado a través de la carretera 466 pero su mayor peso impidió el vuelco.
Wütherlich salió despedido del coche antes del impacto final pero Dean quedó atrapado en el puesto del conductor y recibió los golpes más letales. Su pie izquierdo quedó atrapado entre los pedales y cuando otros conductores llegaron al auxilio comprobaron que el actor se encontraba en un estado irreversible aunque mantenía un pulso débil. El accidente le había supuesto la rotura del cuello además de múltiples heridas internas y externas. Bill Hickman llegó al lugar del choque poco después y fue una de las personas que colaboró en la extracción del cuerpo. El actor y Wütherlich fueron trasladados en ambulancia hasta el Paso Robles War Memorial Hospital donde Dean fue declarado muerto.
Rolf Wütherlich sobrevivió a pesar de presentar fracturas graves en mandíbula, cadera y fémur. Fue intervenido quirúrgicamente y consiguió recuperarse. Con el tiempo regresó a Alemania donde aquejado por fuertes trastornos psicológicos, que nunca logró superar, acabó pereciendo en un accidente de tráfico. Era el año 1981.
Donald Turnupseed (1932-1995), por su parte, solo presentó heridas superficiales. Durante los primeros años después del accidente, el joven que seguramente salvó su vida por conducir un coche cubierto, no cesaba de repetir la siguiente frase: "I didn't see him, by God, I really didn't see him."
James Dean, investido de forma luctuosa como un nuevo mito del cine, fue enterrado en el Park Cemetery, de Fairmount (Indiana). Su funeral fue multitudinario y todo el mundo artístico lamentó la pérdida de un actor talentoso que no llegó a cumplir los veinticinco años.
En 2005, coincidiendo con el cincuenta aniversario de su muerte, el estado de California decidió investir con su nombre la intersección en la que se produjo la tragedia. Además, el lugar exacto en el que el Porsche finalizó su recorrido es destino constante para los fans del actor que depositan flores y dedicatorias. Es visible en este link.
Precedido por:
Vivir deprisa, morir joven: James Dean (1931-1955)
Joven y rebelde: las películas de James Dean