Revista Arte

El destronamiento de la monarquía juancarlera

Por Peterpank @castguer

El futuro de España ha de transcurrir necesariamente por la senda de la refundación nacional a todos sus niveles. La decrepitud de su sistema institucional y político ya es patente, lo que demuestra que procede en realidad de su falta de pulso  social y de su interna disolución centrífuga.

El núcleo para la solución del problema de España, como no puede ser de otra forma, pasa irremediablemente por la pronta apertura de un Proceso Constituyente que desemboque en una reforma constitucional que tenga como fin garantizar una efectiva  separación de poderes (y no de funciones de un mismo poder) y la libertad política de sus ciudadanos. Este Proceso Constituyente tiene hoy su principal impedimento en la Corona y en particular, en la figura campechana del Rey Borbón, heredero y valedor de un status quo pergeñado al final de la dictadura. La mal llamada “Transición” le hizo constitucionalmente “irresponsable” a cambio del usufructo vitalicio de las nuevas taifas, entregando todo el poder a las logias partitocráticas, financieras y mediáticas hoy verdaderamente reinantes[1].

La Transición consistió en una reforma pactada por la que la oligarquía del régimen franquista aceptó su reconversión mediante la incorporación de nuevos miembros. Se cumplía así la teoría sobre la circulación de las élites[2]. Estos conciliábulos del dispendio, en el marco de las Autonomías, procedieron a desguazar el Estado y a repartirse los terruños de la bicoca creando para sí mismas entramados administrativos regionales y locales para sus mafias clientelares. Como resultado, la concentración del capital fue en aumento y el poder real se hizo aún más endogámico[3].

Así pues, era cuestión de tiempo que llegara el desmoronamiento del Régimen del 78. La crisis económica de 2008 aceleró la intensificación de cáncer político y ahora la nación ha entrado en fase terminal, jugándose su poco futuro en el quirófano de los tumultos callejeros. Mientras hubo aparente bienestar material, la infamia pudo maquillarse y la ciudadanía tragó con las imposturas del poder guardando un silencio cómplice. Pero el clamor de la ruina económica ya pone en riesgo la paz social y la convivencia entre sus gentes y regiones. Las conclusiones del estudio Exclusión y desarrollo social 2012, que ha sido elaborado por la Fundación Foessa son inapelables: el porcentaje de hogares españoles que están por debajo del umbral de la pobreza es del 22%. Además, uno de cada cinco hogares está en “situación de riesgo”. El informe también recuerda que España es uno de los países europeos con mayor tasa de pobreza, sólo superado por Rumanía y Letonia.

Por esas razones, en lo que respecta a la Monarquía Juancarlera, todo lo que coadyuve a su derrumbe no puede ser sino bienvenido. En este sentido, sólo puede haber palabras de gratitud a Iñaki Urdangarín, quién a través de sus espurias andanzas empresariales está dejando entrever los manejos de la clase dirigente, de la Familia Real y de ciertas administraciones públicas[4]. Lo que no consiguieron los niñatos de la perroflautología del 15-M, lo ha conseguido por sí mismo un ex jugador de balonmano, duque, consejero de Telefónica y yernísimo de Su Majestad[5].

Aparte de la anécdota urdangariana, no pueden olvidarse los innumerables casos de corrupción política, intrínsecamente sistémica, que han acompañado al Régimen desde sus orígenes y que se han agudizado en estos últimos años sin que todavía hayan provocado un estallido social por parte de los súbditos del Reino[6]. El ingente expolio sufrido por la ciudadanía española, perpetrado por su casta política, evidencia una degeneración del Sistema en su totalidad, basado en la absurda descentralización de las administraciones, en sus múltiples duplicidades, en el injusto régimen electoral, y en la escasez de masa crítica de las nuevas generaciones por el pésimo nivel educativo, por las diversas influencias dañinas y costumbres sociales importadas, y fundamentalmente, por las normativas destructoras de la familia, de la cultura y de la enseñanza.

La trágica situación de la España actual es la constatación fehaciente del fracaso de un proyecto político mitológico liderado por un reyezuelo que quiso salvar su pescuezo a costa de entregar el Reino heredado a una plutocracia de Partidos, Bancos y Corporaciones que ahogaron todo atisbo de libertad y participación política nada más poner sus zarpas en el pingüe negocio. En pocos años, las masas sucumbieron a la demencia demagógica de un marketing institucional que se orientó a legitimar las estructuras de poder al mismo tiempo que se ocupó de mantenerle inmerso en una dinámica de embrutecimiento progresivo basado en los espectáculos masivos.

Por esta razón, el Proceso Constituyente que ponga fin al juancarlismo ha de ir acompañado por una regeneración de orden social y espiritual, que haga efectiva una participación activa de la sociedad civil en los poderes públicos procurando una separación tangible de los mismos. Esta “Primavera Española” que se avecina de forma silenciosa pero imparable, no sólo se llevará por delante al juancarlismo y a la cleptocracia financiera que lo sustenta, sino también a sus voceros mediáticos oficiales y a la manada de hienas apátridas y saqueadoras que se atrincheraron en las burocracias funcionariales del régimen como cómplices granujas del latrocinio[7].

Con la previsible caída de la Monarquía también lo hará, como un castillo de naipes, la oligarquía partitocrática y financiera que se travistió de democracia de carnaval para participar de la pitanza. Ahora ya sabemos que ese Parlamento custodiado por los dos tristes leones de bronce no era más que un corral de comedias repleto de títeres lenguaraces y manirrotos. Su golpe de Estado ha durado demasiado y sin suficientes fondos públicos parece inviable su propia supervivencia. Incluso los leones centinelas de Palacio del Congreso también merecen descansar ahora que, al igual que los vasallos, conocen que el enemigo de la sociedad civil no estaba fuera sino dentro.

Cuando el pueblo español de verdad alce la voz, se organice y pase a la acción, los presuntos representantes políticos y sus poderes superiores y depredadores tendrán rendir cuentas de una vez por todas a los soberanos liberados, entregando en el acto la Corona de los usurpadores, las cabezas de sus cortesanos y las alhajas del “Botín”.[8] El Proceso Constituyente ha de reavivar la llama del espíritu del pueblo, hacerlo indómito como en otras épocas, cuando a pesar de las adversidades, defendió con valor los ideales. Aquella asamblea constituyente de Cádiz de la que emanó la insigne Constitución de 1812, da fe de ello. Ahora que se cumple su bicentario, el recuerdo de esta fugaz proeza histórica debe impulsar la rebelión social.

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CODA: “El espíritu histórico no puede tener dudas de que ha llegado el tiempo de la resurrección y que precisamente los acontecimientos que parecieron haberse dirigido en contra de su activación y amenazaban con consumar su hundimiento, han sido los signos más favorables de su regeneración.” (Novalis)

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[1] El sistema político español es de hecho un Estado de Partidos (partitocracia), consagrando la Constitución de 1978 a los partidos políticos oficialistas (PSOE, PP y nacionalistas) como únicos y legítimos representantes de la voluntad democrática de la ciudadanía, cuando en realidad no son más que facciones de la misma clase dirigente del Régimen Juancarlista, ajenos a todo lo que no sea la preservación de sus privilegios de casta a través de los tres poderes del Estado. Labor en la que se ven secundados por el llamado “cuarto poder”, controlado por los Cebrián, Polanco, Ramírez, Lara, Roures, Godó, Ybarra, Luca de Tena, Bergareche, Asensio… y Berlusconi. Es decir, los grandes consorcios mediáticos: Grupo Prisa, Grupo Vocento, Grupo Mediapro, Unidad Editoral, Grupo Godó, Grupo Zeta, Recoletos y Hachette Filipacchi.

[2] Es público y notorio que la clase política –y especialmente su fracción dominante, el PP y PSOE– está trufada de hijos de jerarcas y burócratas del franquismo (Zapatero, Rubalcaba, Bono, Serrano, Barreda, Conde-Pumpido, Rajoy, Trillo-Figueroa, Ruiz-Gallardón, etc.) acompañados por otros, advenedizos, que han hecho carrera en sus respectivos partidos desde sus años de militancia juvenil. La vigente monarquía de los banqueros presenta así una clase dirigente reformulada, en la que coinciden los herederos de las viejas estirpes junto con los creadores de otras nuevas. Dos ex presidentes del Gobierno ilustran a la perfección la circulación de la élite advenediza y continuista: Felipe González, sin vínculos directos con el franquismo, es ahora mismo un “asesor” del hombre más rico del mundo, el mejicano Carlos Slim, “embajador” del sultán de Marruecos y consejero de Gas Natural. José María Aznar, hijo y nieto de prohombres del régimen anterior, es consejero de News Corporation–propiedad del multimillonario australiano Rupert Murdoch– y consejero de Endesa. Su mujer, Alcaldesa de Madrid.

[3] Las 133 empresas que cotizan en la Bolsa española comparten una telaraña de participaciones cruzadas, intereses compartidos y dueños comunes. Sus gestores conforman un club exclusivo y hermético, cuyos miembros son altos ejecutivos que ocupan puestos de responsabilidad en varios consejos de administración a la vez. Concretamente, 87 de ellos se sientan en más de un consejo (uno lo hace en cinco, tres en cuatro y dieciséis en tres). Los más pluriempleados son Echenique, los Bergareche, March, Serra Peris, Martínez-Conde, Loureda, Vallbona, Arregui, Basagoiti, Carceller, Nin, Blesa, Soto Serrano, Arena de la Mora, Medel, Gabarró, Fainé o Del Rivero. La Corporación Financiera Alba de la familia March tiene un porcentaje significativo en cinco empresas cotizadas, donde sienta a seis de sus trece consejeros.

[4] Por ejemplo, las “grandes fortunas” utilizan las SICAV como su medio de inversión favorito. Oficialmente, en 2010 reunían un patrimonio de 26.015 millones de euros, lo que supuso un incremento del 1,63% respecto al año anterior. Las SICAV más importantes corresponden a Alicia Koplowitz, a la familia De Pino, a la ex mujer de Amancio Ortega y a la familia March (Corporación Financiera Alba). En la actualidad, las rentas del capital tributan al 19-21% mientras que las procedentes del trabajo lo hacen al 24-43%. En el caso de las SICAV, sus ganancias lo hacen al 1% hasta el momento en que sus propietarios deciden retirar su dinero, momento en que tributan como rentas del capital. Las SICAV, pese a necesitar un mínimo de 100 socios, en la práctica se utilizan exclusivamente para la gestión individual de carteras de los “grandes patrimonios”. Esto se consigue poniendo como socios a testaferros (o mariachis), figurantes de una pantomima.

Ante esta situación, la Agencia Tributaria inició en 2005 inspecciones que determinaron el fraude en la casi totalidad de las SICAV, exigiéndoles que tributaran mediante el impuesto de sociedades (entonces al 35%). La reacción de las Cortes fue inmediata: transfirió la competencia de control fiscal desde Hacienda a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Posteriormente, el Tribunal Económico Administrativo Central consideró esa modificación retroactiva y anuló, en consecuencia, todas las inspecciones. Desde entonces, la CNMV no ha denunciado este fraude en la SICAV ni una sola vez.

Sobre las SICAV, la evasión y fraude fiscal se recomienda la lectura de: SICAV, paraíso fiscal, de Guillermo Rocafort. Editorial RAMBLA, Madrid, 2011.

http://www.elmundofinanciero.com/noticia/547/Tendencias/libro-sicav-para%C3%ADso-fiscal-rambla-denuncia-provilegios-casta-financiera-societaria-nuestro-pa%C3%ADs.html

[5] Declaraciones del imputado Iñaki Urdangarín en el Juzgado de Palma de Mallorca nº3

http://es.scribd.com/doc/84507663/Declaracion-Urdan-Guarrin

[6] El corruptódromo cronológico, geográficamente analizado y actualizado.

http://wiki.nolesvotes.org/wiki/Corrupt%C3%B3dromo

[7] El 1 de abril de 2011, el Consejo de Europa suspendió a España por la falta de trasparencia en la financiación de sus partidos políticos.

http://elpais.com/diario/2011/04/25/espana/1303682402_850215.html

[8] Emilio Botín, presidente del Banco Santander pertenece a una vieja estirpe de la oligarquía española, que es la mayor accionista de dicha entidad financiera. Este banquero encabezó a la “élite empresarial” que acudió a la Moncloa convocada por Zapatero en noviembre de 2010 y marzo de 2011. Fue entonces cuando afirmó, parafraseando al Rey Sol, «yo soy los mercados». A la alta burguesía regional, hay que añadir a los multimillonarios: Ortega, Andic, Jove, Mera (ex mujer de Ortega), Roig, las Koplowitz, Pérez, Aristrain, Botín, Escarrer, Abelló, Cortina y Alcocer (amigotes del Rey, condenados por el Tribunal Supremo por estafa). Se les supone un tesoro de 63.000 millones de euros. A esta élite cleptocrática hay que sumar a Alierta (quien se libró de una condena por uso de información privilegiada por prescripción del delito), Echevarría, Lara, González, Fainé, Rato, Entrecanales, Del Pino, Del Rivero, Villar Mir, Sánchez Galán, Brufau, Prado (hijo del famoso administrador privado del rey Juan Carlos durante 20 años condenado en varias ocasiones), Bergareche, Gabarró, Hidalgo, Riu, Martínez, Lladó, Álvarez, Grifols, Aldecoa, Benjumea, etc. La facturación de las empresas que representaban equivale, aproximadamente, a la mitad del PIB español.


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