Revista Opinión

El día de mañana (2004)

Publicado el 06 enero 2013 por Vigilis @vigilis
Os juro que en la caja del blurray de esta película pone en letras fucsia bien grandes: «acompáñese de tres copazos». Ah, Roland Emmerich, qué tío. Roland «peliculones» Emmerich. Lástima que tu sentido del espectáculo no se vea acompañado por algo de sentido del ridículo, qué le vamos a hacer, no se puede tener de todo... a no ser que seas amigo del rey de España, pero ese es un tema del que no hablaré en la lengua de Mordor.

El día de mañana (2004)

S. M. Juan Carlos I.

Cualquier excusa vale para hacer una película espectacular de desastres, caos y gente comportándose como ovejas. La única pega ética está en cachondearse de la falta de cultura científica del personal. Aunque no os lo creáis, hay gente cuyo conocimiento científico es tan reducido, que confunde el horóscopo con las noticias del día, a Sandro Rey con Matías Prats y a la tienda de naturopatía de la esquina que siempre huele a petardo, con el médico de la Seguridad Social.
La ciencia ficción admite estirar la ciencia. Se pueden explorar las implicaciones de ciertas alteraciones de nuestro conocimiento científico para dibujar una trama y ganar dinero. De ahí a disfrazar la fantasía de ciencia, hay un trecho largo.
Es que desde el punto de vista científico, a esta película solo le faltan los unicornios y las rubias inteligentes.
De qué va la cosa
Dennis Quaid es un paleoclimatólogo que saca muestras de hielo de la Antártida. El tipo sabe mucho de hielo, pero lo miró un tuerto, porque la Antártida se rompe justo por donde colocó la tienda de campaña. Es decir, fueron él y sus dos colegas los que rompieron la Tierra. Romper un planeta, pensad en ello.
El primer highlight de la película es mostrarnos a los paleoclimatólogos como tipos audaces, que gustan de las emociones y pasan aventuras todos los días con piratas, setas gigantes y animales que hablan. En realidad, si un paleoclimatólogo quiere vivir de lo suyo (y no limitarse a dar clases en una universidad española de provincias), se pasa media vida buscando subvenciones, arrastrando el culo por departamentos de investigación de universidades y enviando cartas a todo el mundo. Si tiene suerte de que le financien un proyecto, se pasará el siguiente año encerrado en una caja, sobreviviendo a base de radiación de la pantalla de un ordenador y de un líquido oscuro al que llamaremos café porque hay niños delante. ¡Pero esto es Hollywood, amigos!
De trasfondo tenemos la vida familiar de Dennis Quaid, que no nos importa nada. Tan solo diré que su hijo viaja a Nueva York por una excursión y que él tiene muchas conversaciones con la parienta del tipo:
-¿Arreglaste ya la persiana del salón?
-¿Qué persiana?
Total, que el crío, que está en una edad difícil -después protagonizaría Brockeback Mountain junto al Joker-, va a Nueva York y Dennis va a la India. En la India da una conferencia ante representantes de la ONU en la que nos explica cómo vamos a morir todos sin remisión.
Como a la conferencia sólo asisten árabes que odian a los Estados Unidos y Dick Cheney, nadie hace caso del pobre Dennis. Aquí hago una pequeña parada. Roland, ¿es realmente necesario que los asistentes a la conferencia lleven cada uno el sombrerito típico de su país? Sigamos.
Bilbo Bolsón, que estaba al fondo de la sala, escondido detrás de los abrigos porque no tenía invitación, escucha el desmotivador discurso de Dennis. Le explica que lo que dijo sobre la última era glaciar coincide exactamente con la medida de temperatura de algunas boyas del Atlántico Norte que él está investigando junto a un negro limpito y a un hincha del Manchester United. Lingotazo.

El día de mañana (2004)

A mí plin.

Varios tornados destruyen Los Ángeles en una secuencia un tanto larga pero graciosa. Como mueren cientos de miles de personas, las mentes más brillantes de la ciencia y Dennis Quaid se reúnen alrededor de una mesa camilla para tratar de averiguar qué está pasando con el clima. Dennis les habla de Bilbo y de entre la gente que no habla pero hace bulto, surge una científica de la NASA que les dice que en sus ratos libres usaba recursos públicos para hacer simulaciones climáticas. Equipo, estamos dentro. Ninguno tiene que dar explicaciones, ni decirle a su jefe a dónde va, ni qué va a hacer. Tampoco tienen que entregar tiquets de la gasolinera. Todo perfecto. Así hasta un lemur puede ser un héroe de acción. Lingotazo.
Los astronautas de la EEI se asoman por los ojos de buey y ven que en la Tierra se está liando pardísima en cuanto al tema de las tormentas y huracanes. Tanto es así que hasta los helicópteros de la RAF que van a buscar a la reina de Inglaterra a Balmoral se quedan ultracongelados en cuestión de segundos. Cierto paréntesis a las leyes de la termodinámica que no nos importa. Lo que queremos es ver morir a ingleses (en las películas, no en la vida real, no somos tan gaznápiros).

El día de mañana (2004)

Gente huyendo de la sala de cine, el día del estreno.

Después de comprobar en el diccionario de la RAE que la palabra gaznápiro existe, el hijo de Dennis y sus amigos sufren una crecida del agua en Nueva York. Hasta el momento sabíamos que Nueva York, la capital del mundo libre, sufría un exceso de ratas y cucarachas, ahora también de agua. Los chavales se refugian en una biblioteca que creo que es la misma que aparece en los Cazafantasmas. Qué gran película los Cazafantasmas. El mejor trabajo de Bill Murray. En realidad todos están graciosos. Y Ripley cumple muy bien su papel. La banda sonora ochentera (al margen del main theme) queda un poco desactualizada, pero nos da igual. Ah, las pelis de los 80. Lingotazo melancólico.
Total, que el chaval llama a su casa desde una cabina pública porque los móviles están colapsados. Algo parecido a lo que sucedió en La Coruña con Orange en Nochevieja. ¿Pago para esto? Diablos. Sorbito. Dennis y la parienta están juntos en el Sitio Indefinido Donde Hay Científicos. Nuestro paleoclimatólogo favorito decide arriesgar su vida para ir a buscar a su hijo a Nueva York. Sus colegas aventureros (uno está defendiendo la tesis y al otro le quedan dos asignaturas de libre configuración para que le den el título) deciden acompañarle porque al fin y al cabo son colegas y qué diablos, el único paleoclimatólogo que conocemos con novia o mujer es Dennis, a ellos no les espera nadie en casa.

El día de mañana (2004)

Típicos espectadores de esta película.

Mientras tanto, en Nueva York, mucha gente que se refugia en la biblioteca decide salir fuera a mejorar su situación. Como la generación Alsa, pero con mucha más nieve y mejor comida. Los vemos salir hacia su muerte y algunos van quedando por el camino.
A los protagonistas les suceden cosas que no nos importan porque no hacen avanzar la trama, hasta que Dennis llega a Nueva York. Paralelamente, el presidente Al Gore muere y Dick Cheney pasa a ser el nuevo presidente que se vuelve bueno (progre) y sale en la tele diciendo que la muerte de docenas de millones de personas es una cura de humildad por ser tan imperialistas malvados hasta ese momento. Bien, será cosa mía, pero si soy presidente en esas circunstancias, probablemente conquistaría México y todo el Caribe para realojar a mi población. Conquista, como en los buenos viejos tiempos. ¿Qué es eso de pedir permiso? Cuando una hiperpotencia está en apuros, no pide las cosas por favor.
Lo mejor
  • Ni siquiera los efectos especiales son lo mejor de la época. Supongo que en cine funcionan, en casa no es lo mismo. Además, las secuencias de destrucción son interrumpidas por chistecitos que no vienen a cuento.
  • La parodia que hicieron en South Park.

Lo peor
  • Lo poco creíble que resultan todas las escenas en las que aparece algún personaje. Nadie se comporta como debería. Oh, vaya, presenciamos el fin de la civilización, ¿otra taza de té Mrs. Peabody?
  • El exceso de magia que emplea Roland para hacer avanzar el guión. Cuatro niños sobreviven durante un mes en una salita. Esa ambulancia que llega justo a tiempo.
  • Las escasas mujeres que aparecen en la película, se comportan como hombres.


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