El 6 de junio de 2014, se cumplieron 70 años de un acontecimiento relevante en la historia reciente de la humanidad: el desembarco de Normandía. Ese día ‘D’, las tropas aliadas formadas por británicos, franceses, rusos y estadounidenses, llegaron a la playa de Omaha con el propósito firme de recuperar Francia, y por ende, hacer frente en el oeste a la Alemania Nazi de Adolf Hitler en un momento complicado. Después de rendir tributo a todas las victimas de ese sangriento combate, las principales potencias que participaron en el contienda se unieron para recordar un día clave en la historia de la humanidad. Sin obviar tampoco a los ex-soldados alemanes, aun vivos, que en son de paz rindieron homenaje a las victimas de uno y otro lado. ¡Bonito gesto!
Otra fecha que merecerá la pena recordar (y no es la abdicación del Rey Juan Carlos) será la del 5 de junio de 2014. Ese día , como bien sabrán, el BCE se reunió, como es habitual cada mes, para tratar los principales problemas del euro: el riesgo de deflación y la débil recuperación de la economía europea. Contra todo pronóstico y de manera excepcional, Mario Dragui, el presidente del BCE, anunció toda una serie de medidas de carácter monetario expansivo para plantar cara a esos problemas, y resolver de una vez por todas la problemática de la falta de crédito en la Eurozona. Además, uno de los aspectos destacados del discurso del mandatario europeo es que, a parte de la retahíla de acciones anunciadas, el BCE hará lo preciso y necesario para resolver los problemas de la zona euro. Nada que objetar, un discurso medido y perfecto.
El BCE ha tomado las riendas de la crisis
Tras el anuncio del jueves, uno de los peros que se puede poner al BCE es la tardanza a la hora de aplicar estas medidas. Mientras que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra han actuado con anticipación, el máximo responsable monetario de la zona euro lo ha hecho a remolque, lo que evidencia las diferencias existentes entre EEUU, Reino Unido y Eurozona en cuanto a fases de la recuperación económica se refiere. Por un lado, está EEUU, que ha recuperado los niveles de empleo anteriores a la crisis. Y por otro, el Reino Unido, que se sitúa como la potencia europea que más está creciendo en 2014, por encima incluso de la predicción de su propio banco central.
¿Pero que podemos esperar de las medidas del BCE? ¿Debemos ser optimistas? El conjunto de medidas propuestas son: bajada de tipos de interés de referencia (del 0,25% al 0,15%), tipo negativo para los depósitos de entidades de crédito europeas en el BCE, 400.000 millones de liquidez a los bancos siempre condicionado a préstamos a familias y empresas (excluidas las hipotecas), barra libre de liquidez hasta 2016 y fin del drenaje de liquidez por la compra de deuda soberana. De todas las anunciadas, la más importante sin duda es la que atiende a los 400.000 millones de euros que el BCE va a prestar a los bancos que vayan a prestar a su vez a empresas no financieras y familias. En este último caso, Mario Dragui no hay incluido en el paquete a los títulos hipotecarios, con el propósito de que éstos sigan depreciándose en un mercado en el que los precios no terminar de caer lo suficiente. Aunque parezca que el BCE ha tirado ‘la casa por la ventana’, lo cierto es que todavía queda mucho por hacer. La economía europea sigue en ‘standby’, con un crecimiento muy débil, con una deuda privada y pública aún muy elevadas y un euro excesivamente apreciado para los intereses europeos.
Por otro lado, algunos economistas señalan que estas medidas pueden influir a formar burbujas en determinados sectores de la economía, como por ejemplo, el de la deuda soberana (tal y como se puede ver en los ‘records’ de rentabilidades mínimas de los bonos españoles), también junto a otros problemas que pueden presentarse en un entorno de elevado endeudamiento privado. No obstante, nadie duda de que a pesar de las contras, las medidas llevadas a cabo por el BCE van en la buena dirección. Si finalmente el crédito alcanza a pymes y familias (que representan el 90% del tejido empresarial en Europa) llegará el empleo, el consumo y el crecimiento a los países del viejo continente, tal y como comentamos en un artículo publicado hace unos meses. Lo que constituye un primer paso para que la economía europea por fin despegue.