Revista Cultura y Ocio

El día que maté al redactor freelance

Publicado el 30 enero 2015 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

El día que maté al redactor freelance estaba verdaderamente cagado. Lo veía ahí, en el suelo, desangrándose lentamente mientras mezclaba incomprensión, miedo y deseo.

Lo primero que pasó por mi cabeza fue: “Qué-coño-he-hecho.” Había destrozado la carrera de ese hombre, porque podía, porque de algún modo tenía todo el derecho a hacerlo, y ahora, poco después, empezaba mi acto de contrición.

Acerqué los ojos hacia el gran ventanal de la oficina; Barcelona seguía moviéndose, acelerada, a espasmos de metal, y su magnitud había convertido mi acto en insignificante. Lo había silenciado.

Pensé en lo mucho que pesaba sobre mí, y en lo liviano que resultaba ahora; allí, en el suelo; pensé en cómo nadie podía juzgarme escondido en mi despacho, mientras el cuerpo del autónomo se desvanecía, agonizante, en el suelo de parqué.

Descolgué el teléfono, y marqué un número tras otro.

Al otro lado, alguien acercó a sus labios a un auricular y contestó.

—He matado al redactor freelance —vocalicé, en conflicto con mi lengua.

El extremo de la línea se colmó de silencio.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó una voz de mujer.

—No lo sé —contesté, y colgué.

Volver atrás. Volver atrás pasó por mi cabeza. Resucitar al redactor, antes de dar sepultura al cadáver y mantenerlo vivo únicamente en la memoria. ¿Podía hacerlo? Allí, muerto en blanco, el redactor freelance por fin descansaba y me hacía feliz. Su testigo lo recogería otro, antes o después, y yo podría librarme al fin de la pesada carga de la palabra impuesta.

Apagué la luz de la oficina, y di reposo a quien lo merecía. Más tarde, su cadáver habría volado, como lo hacen las ideas que no apresas en un papel.

El día que maté al redactor freelance empecé a escribir de verdad. Y nunca más hubo miedo, porque surgía natural, como el último respiro que él inspiró, inconsciente de una exhalación que llegó como el rayo y acabó fugaz.

Humphrey Bogart

Humphrey Bogart en Casablanca (Michael Curtiz, 1942).


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