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El “Diálogo de la lengua” de Juan de Valdés y sus opiniones sobre el origen de la lengua castellana

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Juan de Valdés nació alrededor de 1502 en Cuenca de padre hidalgo, se trasladó a Italia (Roma y Nápoles) alrededor de 1530, de donde ya no volvió y murió en 1542 en Nápoles.

Tuvo once hermanos y el más conocido fue de Alfonso de Valdés, secretario del emperador Carlos V y autor de "Diálogo de las cosas ocurridas en Roma" y "Diálogo de Mercurio y Carón" libros en los que, como en su hermano Juan, se trasluce su condición erasmista.

Juan de Valdés entró en 1523 al servicio del Marqués de Villena, donde impar­tía sus pláticas heterodoxas el predicador Alcaraz, lo que le marcó en cuanto a su proximidad a "los alumbrados o iluminados" cercanos a las doctrinas protestantes. Entre 1526 y 1530 estudió lenguas clásicas en Alcalá de Henares y en esa época ya se carteaba con Erasmo de Rotterdam. Su primer libro, " Diálogo de doctrina cristiana" publicado en Alcalá en 1529, (que fue el único de los suyos publicados en vida) es de tendencias erasmistas y le supuso dos procesos de la inquisición. Este debió de ser el motivo de su traslado a Italia, donde ya se le sitúa en 1531. Valdés fue más conocido en su tiempo por sus obras religiosas y durante su estancia en Italia creó un círculo de "valdesianos" que pretendían renovar las enseñanzas religiosas en una posición intermedia entre el catolicismo y el protestantismo.

Así mismo, hay quien ha defendido que la autoría de "El lazarillo de Tormes" se debe a Juan o a su hermano Alfonso, como el hispanista francés Alfred Morel-Fatio. En los últimos años, Rosa Navarro, catedrática de la Universidad de Barcelona, ha publicado numerosos trabajos en que razona la adjudicación de la autoría a Alfonso de Valdés.

Juan de Valdés, por su formación, era un buen conocedor de las lenguas clásicas (latín, griego y hebreo), por su residencia en Italia también conocía el italiano y, además, dominaba la lengua castellana. Dice Rafael Lapesa que "del Humanismo recibió nuestro autor el amor por las letras clásicas, el gusto por la naturalidad y el aprecio de la razón". Por todo ello, disponía de conocimientos sobrados para elaborar la obra de la que vamos a tratar, "Diálogo de la lengua", que fue escrita alrededor del año 1535 con el fin de aclarar las dudas que podía plantear el castellano tanto a nativos como otros estudiosos de la lengua, tomando como modelo el habla de Toledo y con la finalidad de dar prestigio al castellano, que está empezando a convertirse en un idioma universal y con autores reconocidos, por la expansión territorial de España y el comienzo de los siglos de Oro. La obra circuló a través de copias, ya que no se efectuó una edición impresa hasta mucho tiempo después, concretamente en 1737 cuando Gregorio Mayans la editó como apéndice de sus "Orígenes de la lengua española".

Para el análisis he tomado la edición de Cristina Barbolani, publicada en Editorial Cátedra, en concreto la 9ª edición de 2009. En las notas a pié de página, se indican las páginas en que aparecen las citas o referencias en esa edición. Por si alguien está interesado en leer este libro "on line", adjunto un enlace a la Biblioteca virtual "Miguel de Cervantes, donde se puede descargar una edición modernizada de José F. Montesinos (Valdés, Juan de, Diálogo de la lengua, Madrid, Espasa-Calpe, 1976).

Como resumen de la opinión de Valdés sobre el bien hablar castellano, sirve una frase entresacada de sus diálogos: "que todo el bien hablar castellano consiste en que dig­áis lo que queréis con las menos palabras que pudiéredes, de tal manera que, esplicando bien el conceto de vuestro ánimo, y dando a entender lo que queréis dezir, de las palabras que pusiéredes en una cláusula o razón no se pueda quitar ninguna sin ofender a la sentencia della, o al encarecimiento, o a la elegancia" [1]. La obra contiene numerosas opiniones sobre lo que él considera cuestiones normativas de la lengua castellana pura y se muestra muchas veces opuesto a Antonio de Nebrija, al que considera influenciado por el "andalucismo".

Valdés distingue en una lengua el uso (conocimiento exhaustivo de sus particularidades), el arte (organización del saber gramatical) y el gusto (cuidado y miramiento de los que hablan bien) [2]. En esta obra trata sobre todo del uso, pero sin descuidar los otros dos aspectos.

La obra se estructura como un diálogo entre cuatro amigos Marcio (un italiano que habla castellano, pero quiere escribirlo mejor, y plantea preguntas a Valdés), Coriolano (otro italiano que desea aprender castellano), Torres / Pacheco (español que se supone conoce la lengua) y Valdés (el experto que aclara las dudas de los demás). El diálogo era un género literario muy apreciado por los erasmistas para transmitir conocimientos de una forma sencilla y clara.

Como cita el personaje de Marcio [3], cuando deciden lo que le preguntarán a Valdés, el libro se estructura en 8 partes:

El origen de las lenguas habladas en España. La gramática. Las letras y la ortografía. Las sílabas. Los vocablos que deben usarse. Su opinión sobre el estilo. Su opinión sobre los libros escritos en castellano. Y, por último, ¿qué lengua es más conforme a la latina, la toscana o la castellana?

El “Diálogo de la lengua” de Juan de Valdés y sus opiniones sobre el origen de la lengua castellana
Comentarios sobre el origen de la lengua castellana.

Analizaré con un poco más de detalle esta parte del libro que trata de los orígenes de la lengua castellana. Esta es la primera pregunta que efectúa Marcio a Valdés "pues avemos de hablar de ella, justo es que sepamos su nacimiento" [4]

Responde éste, indicando que principalmente deriva de la lengua latina que introdujeron los romanos (como ya habían indicado Nebrija y otros filólogos de la época), aunque también tiene partes de la lengua que se hablaba en España antes de la llegada de los romanos, algo de la de los godos y mucho de la de los moros.[5]

Respecto a la lengua que se hablaba anteriormente al latín, dice que algunos aseguran que es la vizcaína, cosa que él también creyó durante un tiempo. Pero que ahora, después de haber leído más y meditado sobre el tema, considera que era la griega. Esta opinión la sustenta en base a lo dicho por los historiadores sobre la presencia de griegos en España antes de los romanos y, también, de su estudio de las palabras españolas que no proceden del latín o el árabe, que él cree derivadas del griego [6]. Según indica Barbolani [7], esta errada opinión tenía precedentes en Vergara y en otros humanistas franceses.

Ante las reservas de Marcio, que indica que no aceptará como prueba palabras que puedan ser tomadas de las Sagradas Escrituras, como evangelio o apóstol, Valdés indica una larga lista de palabras en las que él ve origen griego, como malatia (enfermedad), fantasía (presunción), tío, cara, carátula, cadira (silla), cañada, chimenea, barrio, cisne, artesa, tramar, pantuflos, pandero, etc. [8]

También indica Valdés, que las influencias del griego se ven en "las maneras de dezir" y comenta frases de Luciano en griego que tienen la misma estructura en castellano.

Respecto a la lengua vizcaína, concluye diciendo [9] que si alguien indica que era más antigua en España que la griega, tampoco lo contradecirá, aunque él opina que su hipótesis es la buena.

Después, Valdés efectúa un recorrido histórico sobre la evolución de la lengua y sus sucesivas contaminaciones por influencias godas y árabes. Sobre todo, de estas últimas de las que cita ejemplos como alhombra (tapete) o azeite (olio). Pero concluye indicando que, pese a todo, el principal fundamento es el latín.

Respecto a influencias hebreas cita "abad" y "saco" [10], y en lo referente a italianas "jornada" y sus derivados.

A partir de aquí en las sucesivas partes del libro, que antes hemos citado, se da por hecho ese origen básico del latín, y se van introduciendo muchas veces las palabras originales y sus derivados castellanos.

Vuelve Valdés a las influencias griegas y latinas al hablar de los cultismos [11], como palabras introducidas recientemente o que él preferiría que se usasen. Por ejemplo, del griego: paradoxa, tiranizar, idiota u ortografía; y del latín: ambición, ecepción, dócil, superstición o decoro.

También dice que querría aprovechar de la lengua italiana palabras como facilitar o fantasía (en el sentido de aspirar) y otras [12]. Es curioso que cuando quería justificar al griego como lengua anterior al latín en España, había indicado el origen griego de fantasía en su acepción de presunción.

En resumen, salvo por la consideración del griego como lengua en España anterior al latín, las opiniones de Valdés sobre el origen de la lengua son bastante acertadas y demuestran sus conocimientos de las lenguas clásicas y la evolución del español desde la época de la dominación romana. El conjunto del libro es, más que una gramática, una guía del correcto castellano hablado en la primera mitad del siglo XVI.

Bibliografía

VALDES, JUAN de. Diálogo de la lengua. Edición de Cristina Barbolani. Ediciones Cátedra. Madrid. 2009. Las notas a pie de página se han tomado de esta edición.
[1] Pag. 237

[5] Pags. 131-132

[8] Pags. 134-135

[11] Pags. 219-220

[12] Pags. 221-222


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