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El diamante.

Publicado el 19 febrero 2024 por ArÍstides

EL DIAMANTE.

Komba y Andrew Saffea venían marcados por la mala suerte. Estos dos adolescentes tenían unos sueños que fueron trastocados por el infortunio. El primero nació en una familia sin recursos y sin lugar para vivir como consecuencia de la guerra civil que hubo en Sierra Leona (1991-2002); el segundo era un buen alumno, pero la pobreza y la necesidad de buscarse la vida le hizo abandonar la enseñanza.

Llegaron a un acuerdo con un pastor para que este se quedara con la mayor parte de las ganancias a cambio de herramientas básicas (que se entienda: pico y pala) y alimentación. El trabajo gratis iba de su cuenta. Su jornada comenzaba al amancer en una granja de Palma y después de desayunar continuaban en la mina junto a otros cinco compañeros. La mayor parte del tiempo lo dedicaban a escarbar, asegurar el pasadizo y en soñar (esto es gratis y no paga impuestos) con lo que harían si encontraban un piedra.

Ese viernes 13 de marzo de 2017 (fecha para enmarcar) Johnbull encontró un diamante. El pedrusco tenía 709 kilates y se vendió por 6,5 millones de dolares, que ya es. A ellos les correspondió 80.000 dólares (adivina, adivianza: ¿quién se quedó con el resto? Pues, eso).

Proyectaron ir a Canadá, estudiar y comenzar una nueva vida. A un agente le pagaron 15.000 dólares por gestionar los pasajes, los alojamientos y las tasas para poder completar sus estudios en la universidad, qué ilusos. Acabaron en Ghana, donde durante 6 meses siguieron gastado la pasta gansa. De vuelta a Sierra Leona y sin un clavel en el bolsillo, tuvieron que comenzar de nuevo durmiendo en establos y haciendo lo que salía, de acá para allá.

El reconocimiento por encontrar el diamante se lo llevó el pastor. Ellos siguen con su vida haciendo lo que mejor saben: trabajar. De soñar, mejor ni acordarse.


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