También es un reflejo de tu estado actual, desde donde puedes ver las cosas con una cierta distancia, puedes separarte de la situación que estés viviendo para observarla por unos momentos y participar de ella como una espectadora. Te sirve como catarsis, ¿qué harías de otra manera con todos esos sentimientos, preguntas sin responder, opiniones que no te atreves a expresar en público, y miedos que te da vergüenza aceptar? Quedarían nadando dentro tuyo, sin encontrar una solución ni una vía de escape, así, eternamente. ¿Suena terrible no? Permite poner tus ideas en orden, porque aquellos pensamientos que no encuentran forma, ni tienen una ubicación exacta en la estantería de tu cerebro, pueden salir a la luz, puedes observarlos, establecer prioridades y ver si lo que estás sopesando tiene realmente el valor y la importancia que le estás otorgando. Existen varias maneras de escribir un diario íntimo, pero hoy te voy a proponer una técnica literaria que vamos a trasladar y adaptar especialmente para esta práctica, se lama “El Monólogo interior“. Así que, en primer lugar toma un cuaderno o una libreta bien mona, una que te estimule y que haga que te den ganas de llenar de palabras, que te invite a abrir sus páginas y volcar lo que pasa por tu mente. James Joyce señalaba que con el monólogo interior “el lector se instalaba en el pensamiento del personaje principal, y el desarrollo ininterrumpido de este pensamiento, substituyéndose completamente a la forma usual del relato, es el que enseña al lector lo que hace este personaje y lo que le sucede”.El punto de vista de esta técnica siempre es subjetivo, y propone escribir las ideas tal cual aparecen en la mente del personaje sin ordenar ni filtrar ni editar. Casi como concebimos las ideas en realidad, como un caos, desordenadas, saltando de una a otra. A esta técnica también se le llama muy acertadamente “flujo o corriente de conciencia”. Vamos a llevar este recurso a nuestra práctica. La manera que te propongo de implementarlo es que te pienses a ti misma como el personaje de una novela, del cual tienes que escribir en el papel sus ideas y pensamientos, sin filtros, sin juicios, solo dejándote llevar por esa concatenación caótica y desordenada de ideas, de la misma manera en que funciona tu pensamiento cuando vas caminando por la calle o conduciendo tu coche. Empieza definiendo el personaje por medio de un narrador omnisciente, para ello intenta que se asemeje en lo más posible a tu yo real y por ende, que tenga tus características, por ejemplo: “El personaje es X (tu nombre) , vive en X (el sitio donde vives) , su situación es X, tiene pendientes por resolver X tema, y también X y X, etc.”. Ten en cuenta los sentimientos, miedos, anhelos, recuerdos y deseos del personaje- tú. Apunta toda la información con los datos reales que tengas pero como si fuese ficticio para la construcción del personaje como si tuvieras que escribir sobre ello. A continuación comienza con el monólogo interior. Escribe todo lo que ese personaje está pensando en este momento. Empieza por donde quieras y como quieras, la idea es exteriorizar todo lo que tengas por decir. No edites los pensamientos, simplemente trasládalos al papel, aunque los sientas como una retahíla de ideas sin sentido. Ponte un reloj y escribe por diez minutos todos los días durante una semana. Una vez que termines lee lo escrito, obsérvalo, tienes un pantallazo general de tu situación, de tus sentimientos y pensamientos en ese momento, pero desde una perspectiva diferente. Revisa esa información acerca de ti misma, quien eres , dónde estás y hacia dónde vas.
¡Buena escritura!
Candela