Vivimos en una perpetua semana fantástica gracias a la publicidad de unos conocidos grandes almacenes. Esta semana, al ser fantástica, dura todo el año. Es lo que tiene ser fantástico, que según cómo raya en lo anormal. Y se prorrogan las rebajas que no cumplieron su función de vaciar el almacén con eufemismos como descuentos o liquidación de stocks. También se prorroga la crisis profunda en que caímos, que ésta sí está vaciando las despensas, con eufemismos tan engañosos como base para un crecimiento sostenible. En realidad, cuando caes en lo más bajo ya no puede dejar de suceder otra cosa que no sea mantenerse, como es el caso y empezar a subir. Y ahí estamos, en el foso desde 2008 aproximadamente como un objeto inanimado, un muñeco roto. Ahora, el actor infantil que vivió su época dorada, encasillado en papeles de sol y playa y eternas vacaciones en apartamentos en primera línea de mar, ha entrado en barrena. Creció, dejó de gustar a los productores y se quedó sin público. Le dicen que vivió por encima de sus posibilidades.
