Revista Opinión

El discurso de la izquierda sobre la crisis

Publicado el 15 junio 2012 por Vigilis @vigilis
El camarada Enrique Santiago Romero, publicó en Nuestra Bandera -una revista del PCE-, un panfletillo llamado «El fin de un régimen y el imprescindible nuevo proceso constituyente» (Nuestra Bandera núm. 231, Vol V), que sigue la tónica de los extremistas que amenazan el orden constitucional para implantar un nuevo orden todavía más oscuro, terrible y pernicioso.

El discurso de la izquierda sobre la crisis

Casi fijo que sí.

El texto es bastante canónico al identificar las causas y los culpables de que todo vaya mal, según el pensamiento de izquierda. Este tipo viene a decir que la crisis es provocada por una élite en el poder económico para poder machacar a los pepitos. Como si no tuvieran otra cosa que hacer. Como si los tipos de interés marcados por una agencia de planificación central como el BCE o la Reserva Federal, no hubieran incentivado a los agentes económicos para endeudarse a corto plazo para sostener inversiones a largo plazo o de alto riesgo. Dice el tovarich que el plan de la élite -recordad la matraca de la lucha de clases- era provocar la crisis a sabiendas para deshacer el estado del bienestar y así poder... así poder... tener más dinero, supongo. Esta parte no la deja clara. Como tampoco deja claro que en la crisis, la élite financiera acudió corriendo al estado para pedir un abrazo. Es decir, esta crisis pagafantas, es una crisis que se aprovecha para aumentar el poder del Estado. En España, concretamente, fue el sector bancario público el que generó los grandes problemas que hoy tenemos. Los grandes bancos privados, que sepamos, son los que están más cubiertos.

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Socialismo del siglo XXI: usar las divisas del petróleo para comprar armas a Rusia.

El camarada del PCE cree que para resolver la situación es necesario dar un puñetazo en la mesa, agarrar por los huevos a los ricos y los banqueros y hacer un golpe de Estado como Lenin manda, ya que el actual ordenamiento constitucional se le queda pequeño. Fíjense aquí cómo tras el plan de rescate americano, los Estados Unidos, poco sospechosos de ser un país izquierdista, empezaron a llamar a brokers, banqueros, directivos, funcionarios y hasta al chico de los cafés a interminables vistas en comisiones de investigación en la Cámara y el Senado. Es decir, pusieron un montón de dinero público y controlaron lo que se hacía con ese dinero, no sin antes preguntar a todo el mundo qué demonios estuvieron haciendo. Pues bien, sin cambiar una coma de ninguna ley, esto también es posible hacerlo en España.

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El comunismo ya no es lo que era.

También el ostrogodo reparte un poquito a la Unión Europea, cosa interesante. Lástima que la acuse de ser parte del problema porque fomenta la libre competencia. Desde mi punto de vista la UE es parte del problema precisamente porque no fomenta la libre competencia. En el momento en que obligas al sector lácteo a tirar por la alcantarilla millones de litros de leche para controlar su precio y obligarnos a comprar excedente francés u holandés, ya no estás en un mercado de libre competencia, sino en uno excesivamente regulado. No hay cosa peor que el control de precios: siempre en la historia el control de precios ha supuesto sobreproducción o escasez, afectando negativamente al consumidor final. La mitad del presupuesto europeo se dedica a la PAC, ¡la mitad! cuando supone entre un 2 y un 4% del peso en el PIB de los países miembros (hablo de memoria, pero no debe andar muy lejos). Los intervencionistas han pensado que nuestro sector primario está poblado por idiotas que no saben competir, los han sobreprotegido condenando al cierre a un montón de explotaciones, y condenando al resto a vivir en la servidumbre de la subvención y, al mismo tiempo, expulsando de nuestro mercado parte de la producción de otros países cuyo peso del sector primario es muy superior, ahondando en las causas del mantenimiento de su pobreza. Pero aquí la izquierda no hace crítica. Con un par de cócteles ofrecidos en galas de apertura de una nueva ONG supercomprometida y los posados en los photocall -o como se llamen- de presentadores famosos de la tele, la cosa está resuelta. Genios.

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Socialismo del siglo XXI: repartir estopa entre agricultores cocaleros.

Luego, en una nueva visión del Derecho Constitucional, viene a decir que la Constitución tiene que adaptarse a cada momento a las necesidades de la gente. Que no deja de ser una simple ley más que debe ser reformada en cada momento para cumplir con exigencias inmediatas. Que como el referendum fue aprobado en el 78, ya no vale. Aquí, lo del plebiscito cotidiano parece que no entra. Es decir, la participación mayoritaria de la gente en procesos electorales no le vale a este tovarich como síntoma de aprobación de la constitución por una mayoría no despreciable de ciudadanos. Dicho esto, reconozco que un poquito de razón no le falta: la bajísima participación en los referendums de algunos estatutos de autonomía sí que pueden reflejar cierto desapego a esa norma. Sin embargo, una mayor participación en procesos posteriores y el apoyo masivo a partidos que no quieren un cambio del sistema, vendría a contradecir esta tesis. En este aspecto no dice nada del conchabeo de medios de comunicación -corrientes de transmisión de la propaganda de los partidos-, instituciones, sindicatos y logias varias. Y no dice nada, porque lo que le encanta a la izquierda es que exista este conchabeo: le encanta que haya una banca pública, unos medios de comunicación públicos y unos cagaderos públicos. El poder es como la heroína: fácil de engancharte y muy difícil de dejar.
El resto del panfleto es meterse con el Rey y hacer propaganda de Izquierda Unida, cuestiones que carecen de interés.
Una reflexión sobre la marcha antes de ir a merendar: quienes alertan de que la crisis puede traer un aumento de las posiciones extremas antidemocráticas (aumenta la masa de gente desesperada sobre una población deficientemente formada),  parecen no darse cuenta que, en España, ese extremismo surge por la izquierda. Y ya lo tenemos en los parlamentos. Personalmente pienso que IU no es el mayor problema que tenemos metido en el parlamento, sino la gente que le rasca la espalda a una organización terrorista. Ésa sí es una amenaza gravísima a las libertades de todos. Pero de esto nos quejamos cuatro.


Por si alguno piensa que exagero:

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