Revista Opinión

El discurso que nunca existió de un rey que tampoco (existió)

Publicado el 25 diciembre 2014 por Lulesi

LA DUQUESA DE ALBA EN LA CABALGATA DE REYES EN SEVILLA

Buenas noches.

Quiero, en primer lugar, daros las gracias por abrirme vuestras casas en esta Nochebuena. Un momento que es, sobre todo, de cercanía y de crítica; un momento para aproximarnos, para mirarnos con la voluntad y el deseo de entendernos, para transmitir a los ciudadanos libres de este país mi voluntad de hacerlo cada día más libre, igualitario y justo.

Hoy quiero estar a vuestro lado para compartir -en el primer mensaje de Navidad que os dirijo- unas reflexiones sobre nuestro futuro, una crítica de las muchas cosas que no se han hecho bien el pasado y mi decisión de perseguir y hacer comparecer ante la justicia a aquellos gobernantes o particulares que han defraudo la voluntad de la ciudadanía.

Estamos viviendo tiempos complejos y difíciles, agravados en España por una corrupción generalizada que incluye a miembros de la Casa Real, empezando por mi hermana y cuñado. La dureza y duración de la crisis económica produce en muchas familias incertidumbre por su futuro; la importancia de algunos de nuestros problemas políticos genera inquietud; y las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto.

Los problemas que he mencionado han dado lugar a una seria preocupación social. Al margen de cualquier celebración festiva tópica y rutinaria ofrezco afrontar con firmeza y eficacia las causas de esos problemas, resolverlos y recuperar el sosiego y la serenidad que requiere y merece una sociedad democrática a la que en su día aspiramos y que los hechos han demostrado que fueron, y son, un fraude de voluntades y esperanzas

Y quiero añadir ahora que necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. Y en esa tarea, la lucha contra la corrupción, la mentira y el mal gobierno es un objetivo irrenunciable.

Pero es necesario -también y sobre todo- evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan reproducir en el futuro. Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no seamos el referente de la corrupción y el agravio a las clases populares en el mundo.

Los índices de desempleo son inaceptables, la subordinación de nuestra economía a las élites financieras y los mercados, mas; nuestros jóvenes son conducidos a la desesperación y la emigración forzosa y muchas familias son desprovistas de sus hogares por parte de una banca ávara y despiadada, que otra parte ha sido financiada en sus derroches y quiebras por el dinero de todos. Nuestra economía ha sido dirigida por sicarios a sueldos de la banca mundial, y ofrece, en muy poco tiempo, unos resultados de quiebra absoluta, con equiparación en tiempo record a todo lo generado por nuestro PIB anual.

Es evidente, por tanto, que hay que luchar contra el paro con otros métodos, y que el obetivo social de nuestra economía debe ser prioritario. Basta ya de sacrificios continuados de los de siempre y del fraude fiscal organizado en beneficio de una minoría entre la que se incluyen miembros de mi propia familia. Porque la economía debe estar siempre al servicio de las personas.

Por eso, desde la justicia, debemos proteger especialmente a las personas más desfavorecidas y vulnerables. Y para ello debemos seguir garantizando un Estado de Bienestar real, soportado en la solidaridad efectiva al bien común.

Quiero referirme ahora también a la situación que se vive actualmente en Cataluña.
El pueblo español, en el ejercicio de su soberanía nacional, ratificó mediante referéndum la Constitución de 1978, que proclamó sólo las aspiraciones de aquel momento, pero que con el transcurrir del tiempo ha quedado desfasada de la realidad social, de los pueblos que integran nuestro país plural, y se hace necesario una nueva que reconozca la capacidad de todos de decidir sobre su identidad colectiva y sobre los modelos económicos y sociales.

Y sin duda, a Cataluña, se la ha agraviado con la imposición de una fiscalidad desequilibrada que no ha revertido en las necesidades de su población, en beneficio de una falsa idea de unidad y centralidad, anacrónica e injusta.

Es evidente que todos nos necesitamos. Formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos de los otros pero imprescindibles para el progreso de cada uno en particular y de todos en conjunto.
Nuestro país está atrasado, su economía es esclava de los mercados y de potencias extranjeras, hay una minoría que desangra los intereses colectivos en beneficio propio y estamos dando al mundo un deplorable espectáculo de corrupción generalizada. Hagamos un país nuevo, abramos un proceso constituyente donde en primer lugar la propia monarquía sea cuestionada y sometida a referéndum popular y donde todos los pueblos que lo integran tengan opción de decidir su adscripción de manera federal o bajo la fórmula jurídica que responda a sus deseos y afanes identatarios.

Hay que derogar las leyes que han dejado sin derechos a la clase trabajadora, han puesto en camino de privatización nuestra enseñanza y sanidad o pretende amordazar libertades fundamentales como los derechos de huelga, manifestación, reunión expresión. Hay que someter de nuevo a la decisión colectiva las garantías y derechos de los que se ha privado a los españoles en este reciente período de nuestra historia

Esa es la clave de nuestra esperanza en el futuro. Una democracia renovada soportada en la plena garantía de las libertades públicas, en la que el bien público sean inatacable por ocasionales mayorías o embaucadores al servicio de intereses sesgados y el pleno cuestionamiento de cualquier forma de gobierno.

Bon Nadal, Eguberri on, Boas Festas, Feliz Navidad.


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