Fotografía de Isabel Martínez Barquero
Te miro sólo como yo puedo mirarte,
con esos ojos que tanto te conocen
y esas pupilas que anidan tus secretos.
Como siempre, vagas por el eterno segundo de la angustia,
te enredas en la confusión sagrada de tu humanidad,
te olvidas en los datos que te aburren,
te afanas por conseguir atender tus recibos y tus compras.
Toda tu vida rueda, y tú con ella.
Cuando reflexionas, sólo recoges
punzadas de dolor,
esquirlas de cansancio,
ausencias de ambiciones.
Has consumido mucha vida.
Has muerto innumerables veces.
Ya sabes que es estéril tu esperanza,
pero no te rindes ante tu insustancial destino.
(De "La amenaza permanente")