Como maestra me encuentro cada vez más en las aulas con niños y niñas que tienen problemas para conectar con los aprendizajes, la mayoría de veces son niños que no tienen un diagnóstico, pero sin embargo hay algo que les impide avanzar.
Observándolos, a menudo me doy cuenta de dónde vienen esos impedimentos; Niños que no han superado reflejos arcaicos, que no tienen buena coordinación u orientación espacial, que no tienen equilibrio, que no son capaces de controlar su cuerpo, de estar quietos, son inatentos…
¿Qué está pasando? ¿Cómo es posible que un niño de 10 años presente estas carencias y pase por alto? ¿A qué se debe?
Estamos ante uno de los grandes dramas que viven los niños en nuestra sociedad actual; la falta de movimiento en la infancia, dentro y fuera del hogar.
El movimiento como requisito imprescindible para el desarrollo cognitivo
El cuerpo del niño debe estar a disposición del aprendizaje. Un niño bien conectado con su cuerpo y consigo mismo y con un buen entorno emocional puede entonces empezar con los aprendizajes académicos (cognitivos) con éxito.
Pero desde que nacemos, necesitamos unos 6 años para aprender a funcionar con nuestro cuerpo.
Es un proceso de adquisición descendente: primero controlamos la cabeza, luego el tronco, las piernas (rastreo, gateo, caminar, correr, saltar…), para después poco a poco ir adquiriendo la precisión y el control de todos nuestros movimientos (de pies, manos, dedos, de un lado, del otro, de ambos lados…).
Podemos decir que dominamos cada movimiento cuando somos capaces de realizarlo de forma automática, sin poner toda nuestra consciencia en su ejecución.
En este proceso de autocontrol corporal es muy importante pasar por todas las etapas de desarrollo intermedias , porque parece estar más que claro que los movimientos tienen una impronta en el desarrollo cognitivo del cerebro, y precisamente son facilitadores del aprendizaje.
Podríamos afirmar incluso que las conexiones cerebrales de un niño/a se observan a través de sus movimientos.
La evidencia científica sobre el movimiento y el aprendizaje
¿Qué dice la investigación sobre la relación entre movimiento y aprendizaje?
¡Que están fuertemente conectados!
El movimiento fortalece el aprendizaje, mejora la memoria y la atención y aumenta la motivación y la autoestima del niño/a.
Fíjate lo que interesante la afirmación de Tamara Chubarobvsky sobre esto último, “si un niño corporalmente no se siente capaz, tiene una experiencia de vida de ser incapaz”.
Lo cierto es que hay un montón de pruebas que demuestran esta fuerte conexión entre movimiento y aprendizaje, y su implicación emocional.
Hoy en día encontramos evidencias anatómicas, de técnicas de neuro-imagen, funcionales,…
Para que te hagas una idea, según el interesante libro Teaching with the Brain in Mind de Eric Jansen en el capítulo 4 “Movimiento y aprendizaje” afirma que actualmente la base de datos MEDLINE muestra más de 33.000 artículos científicos sobre el tema del movimiento (en el juego, en el ejercicio físico…) y el desarrollo cerebral.
Un poco de anatomía para entenderlo
El área del cerebro que más se asocia con el control motor del cuerpo es el cerebelo.
El cerebelo se encuentra ubicado en la parte posterior del cerebro, justo debajo del lóbulo occipital, y es aproximadamente del tamaño de un puño pequeño. Esta estructura ocupa sólo una décima parte del volumen total del cerebro, pero contiene casi la mitad de todos sus neuronas, por lo que es una de las partes más complejas del mismo.
Sorprendentemente, es la parte del cerebro que procesa el movimiento ¡y se conecta con los procesos de aprendizaje! De hecho, varios investigadores han localizado las vías que van desde el cerebelo hasta las partes del cerebro relacionadas por ejemplo con la memoria, la atención y la percepción espacial.
Imagen extraída del libro Teaching with the Brain in Mind de Eric JansenDe todo esto podemos entender que si el cerebelo procesa el movimiento, todo movimiento va a fortalecerlo (no solo a esta estructura también a los ganglios basales y el cuerpo calloso, otras partes cerebrales clave, y todas sus conexiones), estableciendo una relación con el aprendizaje tan fuerte que dura toda la vida, no tan solo los primeros años.
Cómo fomentar el movimiento desde casa
Hoy en día nuestros niños y niñas pasan mucho tiempo al día en el interior (en la escuela o en casa). Tanto si viven en un entorno urbano o rural, muchísimos niños/as no salen a la calle cuando vuelven del colegio. Bien porque viven en zonas inseguras, porque nadie les puede acompañar, o porque se pasan muchas horas al día delante de los entretenimientos de pantalla.
Esta inactividad constante, muy presente ya desde que son bebés (que se encuentran inmovilizados en hamacas, sillitas, o cunas-parques) es una amenaza para el desarrollo cognitivo.
El déficit de movimiento hace que los niños no puedan conectar con su cuerpo.
Por eso es importantísimo que como padres y madres les ayudemos a trabajar el movimiento desde que son muy pequeños.
¿Cómo podemos ayudarles?
Desde el primer año, libertad de movimiento por el suelo. Te recomiendo para profundizar sobre ello el maravilloso libro de Emmi Pikler “Moverse en libertad”.
Más tarde, podemos favorecer como familia un ambiente que ayude y favorezca el movimiento…
EN EL EXTERIOR
- ¡Ir al parque cada día al menos 30 minutos! Columpio, tobogán, escalar, balancín… Estos recursos están hoy en día al alcance de cualquier familia con los parques públicos que disponemos. Ya sé que algunos son mejores que otros, pero todo el mundo puede acceder a un parque. En estos espacios los juegos populares de saltar a la comba, al elástico,… ¡son muy recomendables también! Al igual que practicar algún deporte, o ejercicio físico. Siempre que el niño/a lo desee, y sin ser una imposición.
- Si en casa tenemos terraza o zona exterior, en el post Preparar una zona de juego exterior que publiqué hace un tiempo encontrarás algunas ideas. Como elementos facilitadores podríamos enumerar: cuerda de trepar, escalera-columpio, columpio de plato, cama elástica,…
EN EL INTERIOR
¿Y dentro de casa? También podemos atender esta necesidad de movimiento. Algunas sugerencias:
(1) Espacio libre
Tener espacios lo más despejados posibles para facilitar la posibilidad de juegos de gatear, de rastrear.
Facilitar una cesta o cajón con materiales como telas, pinzas, para que puedan construirse casas, castillos,… con sillas y puedan agacharse, gatear, rastrear…
Las casas de tela con túneles de psicomotricidad son muy buena opción sobre todo para los más peques.
(2) Columpio interior
¿Sabías que tener un columpio en casa puede hacer que tu hijo/a tenga más capacidad atencional?
¿Por qué?
El sistema vestibular (en el oído interno), es un área fundamental no solo para el equilibrio, sino para nuestro sistema atencional, ya que regula los datos sensoriales entrantes, esto es la integración y comprensión de lo que viene de fuera.
La capacidad de estarse quieto (algo que pedimos continuamente a los niños/as) es el máximo nivel de control del cuerpo.
Si un niño puede estar en equilibrio, quieto, es que está maduro y tiene la capacidad de atención para integrar la información entrante.
En cambio, un niño inquieto, que no sabe estarse quieto, tiene un sistema vestibular inmaduro.
Los movimientos de balanceo
De ahí la importancia de los movimientos de balanceo (derecha-izquierda, delante-detrás, arriba-abajo, giros…) que estimulan el líquido del oído interno y fortalecen el sistema vestibular.
Por eso es tan, tan recomendable tener un columpio o hamaca dentro de casa. Ya sea en la zona de juegos, en la habitación, en el salón,… Con un simple sistema de anclaje, fácil de instalar en el techo, es posible cubrir esta necesidad de todos los niños.
Nosotros tenemos de JugariJugar el columpio Yoki, que además también es de exterior, por lo que lo mismo lo colgamos en la habitación de Sunflower que en la terraza.
Soporta 80 kgs y es muy confortable, favorece un estado de relajación a través del balanceo que necesitamos todos hoy en día, no solo los bebés (en la foto mi sobrino pequeño).
(3) Tablas de movimiento
La tabla de equilibrio es un básico práctico y económico que ya por sí mismo ofrece muchas posibilidades de movimiento, y que se puede tener dentro de casa perfectamente.
Últimamente están muy de moda también las tablas curvas por todas las posibilidades de juego y movimiento que ofrecen. En EEUU están muy presentes en las escuelas Waldorf desde hace años.
Nosotros no tenemos todavía ninguna en casa, pero conozco familias que la tienen y es un elemento de juego para el movimiento extraordinario.
En JugariJugar también puedes encontrar varias opciones, disponibles muy pronto.
(4) Otros juguetes de movimiento:
Correpasillos, triciclos, bicicletas de aprendizaje sin pedales, y para los más mayores el famoso Didicar, que se desplaza tan solo girando el volante.
Son elementos de juego y movimiento que si tenemos un poco de espacio son fácilmente integrables dentro de casa también.
Nuestro Didicar al menos se usa más dentro que fuera, fue un regalo de Navidad de hace un par de años para Sunflower ¡y lo usamos todos! Aguanta hasta 120 kg.
(5) Juegos de movimiento y lenguaje: rimas y juegos corporales, de dedos
Simplemente con el movimiento de las manos activamos ciertas partes cerebrales.
Es muy interesante incorporar en las rutinas del ritmo diario juegos de este tipo (te recomiendo los DVD’s de Tamara Chubarovsky) que ayudan a desarrollar movimientos cruzados o la integración de los hemisferios cerebrales, movimientos muy importantes para adquirir aprendizajes complejos como por ejemplo la lectoescritura.
Además, sobre este tema hace muy poquito publiqué el post: Recursos para utilizar y crear juegos de dedos Waldorf, donde encontrarás muchas ideas.
Y ahora cuéntame…
¿Favoreces el movimiento dentro de casa?
¿Qué elementos o materiales utilizáis?
AguamarinaSi damos a los niños el espacio y las posibilidades de movimiento libre, se moverán tan bellamente y con tanta gracia como los animales, de manera: ágil, simple, confiada y natural. – Emmi Pikler