Este artículo puede leerse completo en el siguiente enlace:https://lasmejoresideasdejeugenio.wordpress.com/2020/04/02/el-duo-sanchez-iglesias-incompetencia-y-crimen/
Seguidamente se produce íntegramente el artículo editorial publicado hoy 2/04/2020 en VozPopuli por Miguel Ángel Belloso:https://www.vozpopuli.com/opinion/duo-iglesias-sanchez-Incompetencia-crimen-coronavirus_0_1342066192.htmlhttps://www.vozpopuli.com/2019/07/24/politica/Pedro-Sanchez-Pablo-Iglesias_1266483426_13676270_1020x574.jpg
Dicho artículo se explica por sí solo y representa una de las opiniones más exactas y por tanto más duras de cuantas he leído recientemente en los medios de comunicación españoles. Creo que merece una difusión máxima a la que contribuyo gustosamente con la humildad de este blog.
Hablo con uno de los socios del principal despacho de abogados del país. Lo encuentro desbordado y furioso. “Los decretos del Gobierno están mal redactados, están llenos de lagunas, están provocando una tremenda inseguridad jurídica y generando un desconcierto general. Los empresarios están sobrepasados e histéricos. No hay ansiolítico que pueda contener su sensación de pánico. Todas las compañías, grandes y pequeñas, se han embarcado en planes de contingencia no para detener o paliar el riesgo inmediato sino para intentar sobrevivir los próximos seis meses”. La sensación general es que el Ejecutivo es un pollo sin cabeza que va dando palos de ciego inspirado por una ideología anacrónica abocada a repetir su fracaso histórico. El estado de alarma se aprobó para imponer coactivamente una cuarentena prorrogable y general, a fin de reducir el número de contagios así como evitar el colapso del sistema sanitario, pero no para modificar vilmente la legislación laboral.Ya presumíamos que situar al frente del Ministerio de Trabajo a una comunista como Yolanda Díaz era como meter a una zorra en el gallinero. Y se está comportando como tal con la venia de Sánchez. Aquellos que creían ingenuamente -no es mi caso- que la vicepresidenta Nadia Calviño representaba una cierta garantía de inyectar un poco de orden y de sentido común a la hora de afrontar la crisis se han equivocado. A Iglesias y sus cuatreros la pandemia les importa bastante menos que la oportunidad que abre de poner en marcha su proyecto revolucionario con millones de parados en las calles exigiendo aún mayor bazuca de dinero público cuando esto pase por medio de la confiscación fiscal, el expolio, la estatización de la economía y su correspondiente hundimiento.Los de Podemos ya han empezado a marcar el paso. Dice un amigo que el cierre de la actividad económica no esencial es algo digno de controversia, que es discutible e incluso aceptable. No estoy de acuerdo. La prioridad es desde luego combatir con denuedo el virus, pero el remedio no puede ser peor que la enfermedad. No conviene detener un país casi por completo. Trump ha dicho con razón que una recesión brutal como la que nos amenaza puede ser incluso más letal que el coronavirus. Puede morir mucha más gente y la experiencia histórica del gran drama de 1929, con su reguero de suicidios, depresiones, alcoholismo, violencia y demás patologías sociales así apunta. El análisis de costes que practican a diario los expertos resuta negativo. Las consecuencias no deseadas de un parón total de la industria, más allá de los sectores ya amortizados por la plaga, va a provocar unas perturbaciones económicas que superan con creces los potenciales beneficios.Todo indica que se ha cedido una vez más, como desde el comienzo de la crisis, a la demagogia, a dirigentes autonómicos enervados -a algún racista como el catalán Torra- y desde luego a los nefandos sindicatos -de los que jamás puede esperarse idea capaz de favorecer a los trabajadores-, que llevaban varios días presionando básicamente para cerrar la construcción infligiéndole un golpe violento en el hígado.Pero el tiro de gracia que hipotecará el futuro económico del país ha venido con las últimas medidas aprobadas por el Gobierno a instancias de la comunista Díaz: el encarecimiento de los despidos, el establecimiento de los permisos retribuidos recuperables y la prórroga obligada de los contratos temporales, decisiones probablemente inconstitucionales, pues atacan derechos protegidos por la Carta Magna como son la libertad de empresa y la negociación colectiva de las relaciones de trabajo, según explica con acierto el economista Mikel Buesa. Hasta ahora, cada empresa era libre de decidir sobre sus objetivos y de establecer la manera de lograrlos frente a cualquier ejercicio centralizado o imperativo de planificación económica. Además, el derecho a la negociación colectiva implica, a través del Estatuto de los Trabajadores, que serán los convenios entre patronos y empleados los que fijen la jornada laboral, su duración y distribución a lo largo del año, así como el establecimiento de los periodos vacacionales -pudiéndose también pactar todas estas cuestiones de manera individual-.Más allá de la incuria legal, el objetivo genuino de un gobierno decente debería ser minimizar la destrucción del tejido productivo, pero Sánchez ha decidido multiplicar las dificultades para conservarlo. La promesa de dotar de hasta 100.000 millones de liquidez a las empresas con la garantía del tesoro público se despliega con una lentitud exasperante; en lugar de cancelar el pago de impuestos y de cotizaciones sociales para reducir al máximo los costes de unas compañías que han dejado de obtener ingresos por el drástico ‘shock’ de demanda, ha optado por elevarlos, endureciendo los despidos y exigiendo a las empresas que sigan atendiendo los salarios de unos empleados obligados a encerrarse en casa, con la promesa de una recuperación incierta -en el futuro- de las horas perdidas previa negociación con unos sindicatos feroces alentados por los comunistas y el mismo presidente, que siempre los ha querido como aliados. E igual de nociva es la decisión de prorrogar arbitrariamente los contratos temporales, que impide a las compañías adaptarse rápidamente al toque de queda.