Revista Ciencia

El ecologismo secunda la huelga general del 29 de marzo

Por Pistachez

El movimiento ecologista manifiesta que entre las muchas razones para ir a la huelga el 29M destaca de forma muy especial la crisis ambiental, que resulta ser mucho más grave que la económica y financiera. Estamos superando los límites del planeta en el que vivimos, saturando aire, agua y suelo de contaminantes, y despilfarrando los recursos básicos energéticos y materiales. El cambio climático y la pérdida acelerada de biodiversidad son signos evidentes del agotamiento de la Tierra.

El manifiesto –que ya han firmado más de 1.000 personas vinculadas al movimiento ecologista– comienza repartiendo responsabilidades de los “brutales” recortes ambientales y sociales. Así apunta a la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional, Alemania, Francia, los principales fondos de inversión y las agencias de calificación, con la complicidad y la aquiescencia de los distintos Gobiernos españoles.

A esta crisis ambiental sin precedentes nos ha llevado el sistema económico vigente. Este sistema, que cada vez exige una mayor liberalización de los mercados y nuevos recortes sociales, está teniendo consecuencias nefastas para nuestro entorno: el “tsunami” urbanizador, ser el territorio europeo con más superficie de cultivos transgénicos y kilómetros de autovías, un parque automovilístico en expansión continua o un consumo energético intensivo que sólo detiene su crecimiento en momentos de crisis. Todo ello implica el incumplimiento del Protocolo de Kioto, el deterioro irremisible de bienes escasos, como el suelo fértil, y problemas como que tres cuartas partes de la población respire aire contaminado, la sobreexplotación de recursos hídricos, o que la anchoa, el atún rojo, el urogallo o el oso pardo estén en situación crítica.

Por eso, los firmantes del manifiesto exigen “políticas hacia la sostenibilidad, donde lo ambiental y lo social no estén supeditados frente al crecimiento económico. No nos bastan ya los discursos vacíos”.
Además apuntan a qué tipo de políticas para salir de la crisis se refieren: “Necesitamos reducir nuestro consumo de materia y energía para acoplarlos, con criterios de justicia social, a los recursos existentes. Tenemos que avanzar rápidamente hacia un cambio del mix energético basado en energías renovables. Hace falta fomentar un modelo agroalimentario centrado en circuitos cortos de distribución y cultivo ecológico. También disminuir la movilidad motorizada y el número de vehículos. Y muchas otras medidas para satisfacer nuestras necesidades con bajas o nulas emisiones de carbono, sin poner en peligro al resto de seres vivos con los que convivimos y que son básicos para nuestra subsistencia”.
Además, quienes subscriben el texto enlazan los problemas sociales con los ambientales al afirmar que “estos cambios han de hacerse con políticas públicas que protejan a los trabajadores y a las trabajadoras de los sectores a reestructurar y que impulsen nuevos yacimientos de empleo sostenible”.
Por último, las personas firmantes cierran el manifiesto afirmando su convicción de que no vale cualquier forma de salir de la crisis. No valen políticas laborales que nos devuelvan al siglo XIX. No valen políticas económicas que menosprecien nuestra crítica situación ambiental para dar prioridad a un modelo económico que atiende a los intereses de una minoría y aboca a la Humanidad a un callejón sin salida medioambiental.


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