Revista 100% Verde

El ecoturismo del selfie

Por Cooliflower

2 de octubre de 2015

Como las parturientas olvidan dolores y recuerdan la preciosa mirada del bebé recién nacido, conservamos buenos recuerdos, los más vendibles. Nos quedamos con la realidad tamizada, exportable. Nuestros recuerdos son marketing interno.

La psicología futura se enfrentará al reto del hedonismo naif, el estado happyflower de la neurosis. Se trata de rememorar una vida plena de felicidad, una vida que sólo habita en nuestra cabeza. Nos ayuda la memoria selectiva, una falsa, antigua y poderosa amiga. A esta vieja bruja la alimentamos de fotos maqueadas y "me gusta" de aprobación.

En el muro de Facebook (barómetro de la felicidad) no encontraremos los momentos más impactantes de nuestra vida, que tendemos a olvidar por falta de documentación gráfica. No tuvimos un palo del selfie el primer día de colegio. Ningún amigo retrató nuestra cara cuando descubrimos mariposas en el estómago. Nadie comentó la foto del primero polvo, el más rápido de la historia. Como dijo el replicante más tierno, y después el gallego más lírico: los momentos se perderán como lágrimas en la lluvia.

Cientos de turistas, ansiosos de momentos fotografiables, llegaron a Ostional, Costa Rica para documentar uno de los instantes más tiernos de la naturaleza: el desove de la tortuga marina. La marabunta en bermudas, con un perfil público que cuidar, tenía que salir en la foto. No les bastaba con mantenerse a una distancia prudente y contemplar con prismáticos el espectáculo. La tribu de energúmenos decidió intervenir en el show: niños subiéndose sobre caparazones, modo macro sobre los huevos... ¿Se hubieran imaginado a ellos mismos, en un acto íntimo, asaltados por niñatos mascachicles y jubilados ociosos? No importaba; que nadie dudase que ellos estuvieron allí, los turistas obtuvieron su foto. Las tortugas, hartas de humanos, se sintieron amenazadas y muchas huyeron. El ciclo de la vida se vio interrumpido por el del selfie, el reconocido círculo de la mentira gráfica.

Y algunos todavía se atreven a llamar a estos viajes "ecoturismo".

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