A veces, escuchamos en los telediarios o leemos en los periódicos que han sucedido acontecimientos en los que pese a estar rodeados de gente, alguien no recibe la ayuda deseada. Sin embargo, esto no significa que cada uno va a lo suyo y que no podemos confiar en nadie para que nos asista si estuviéramos en peligro. Existe en psicología un fenómeno curioso que se da ante situaciones de emergencia: el efecto del espectador (Latané y Darley).
El efecto del espectador nos dice que a más espectadores de esa situación de emergencia, menor es la probabilidad de recibir ayuda y mayor será el tiempo que transcurra hasta llegar a recibirla. Según este fenómeno, si algo nos sucediera en una calle muy transitada tendremos menos probabilidades de recibir ayuda que si en la calle estuvieran paseando una o dos personas. Sin embargo, si alguien toma la decisión de ayudarnos, generará un efecto contagio sobre los demás y animarán a las distintas personas que se encuentren por allí a tomar conciencia de la situación que dudaban a prestarnos ayuda.
Este efecto de inhibición de la conducta altruista se produce por tres motivos. Uno de ellos, es la llamada difusión de la responsabilidad que quiere decir que se diluye la responsabilidad entre la gente que hubiera en la escena. En la cabeza de cada persona existiría el pensamiento de que le toca al de al lado ayudar.
Otro de los motivos es la llamada ignorancia pluralista, que significa que a veces no tenemos claro si el escenario en el que nos encontramos hay peligro o no por la ambigüedad de la situación, y ante esto, la disposición es el bloqueo.
Por último nos encontramos frente a la aprensión ante la evaluación, esto es el miedo que todos, en mayor o menor medida tenemos ante la evaluación negativa o la crítica. Aquí entraría la evaluación de las posibles consecuencias de una acción.
Sin embargo, todo esto puede quedar relegado ante la idea de que somos seres capacitados para ayudar, responsables para hacerlo como seres sociales y humanos, y ante todo, que nuestro beneficio llega por el mero hecho de ayudar más allá de lo que ocurra con el resto de personas. Nuestra propia autoestima va a estar en función de la percepción que tengamos de nosotros mismos como seres prosociales.
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