Revista Cultura y Ocio

El efecto Zerolo

Por Revistaletralibre
El efecto Zerolo
Por Juan Antonio Carrasco Lobo
Nació en Cádiz el 23 de noviembre de 1975. Cursó estudios de Psicología por una Universidad de Sevilla y por la UNED. Gestiona los servicios administrativos nocturnos del Hospital Sagrado Corazón de Sevilla.
Su corta carrera en el mundo de las letras ya se ha visto premiada con la inclusión de dos poemas en sendas antologías: 'Versos desde el aire III' y 'Versos desde el corazón'.
Colaborador habitual en revistas literarias y pregonero.
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El hombre -en su concepto universal, y lejos de diferenciar entre estos y mujeres- es un ser maravilloso y estúpido a la par (y cuando digo estúpido metan en ello cualquier acción que consideren merecedora de tal adjetivo). Es tan capaz de crear la belleza de la nada, como de destruir su propia obra por divergencias absurdas.El hombre es, en su concepción masculina y femenina, un coleccionista de incoherencias.
Ha fallecido, en Madrid, Pedro Zerolo. Unos dicen que espejo donde mirarse a la hora de hablar de igualdades y derechos oscurecidos por la incomprensión. Otros, un oportunista que aprovechó su homosexualidad patente para animar su carrera política. Hoy, ya poco importa.
"¿Poco importa?"
Sí. Poco. Ahora que el cerebro ha muerto queda su obra, y habrá quien piense que solo hay que seguir sus pasos, sin embargo soy de los que piensan que eliminado el actor que le daba sentido a la obra, ésta cambiará en pos del giro que su desaparición obligará.
Las ideologías trabajan duro para crear héroes, y poner en boca del que ya no puede hablar las frases lapidarias que sustentarán, más aún, sus premisas. Nada como un mártir para dar alas.
No me malentiendan, hablo de Zerolo con el mayor respeto. Él es el mejor ejemplo de lo que quiero exponer y que, además, vale para cualquier versión social y/o política.
Es ahora, al morir, cuando el personaje que creó la persona pasará a ser más que el referente que ya era. Un mito. Las mentes inquietas se atreverán a escribir, en cartelerías y otras formas de difusión, palabras que den fuerza a los valores que prodigan. Ha nacido el efecto Zerolo. Que, por otro lado, no me parece mal. Hacer que la lucha de una vida dedicada a favorecer derechos, que han de ser de facto solo por tratarse de personas, es la mejor forma de honrar su memoria.
Sin embargo, sería de ingenuos creer que tal efecto no se utilizase en este país para reivindicar a base de enfrentamientos. Como siempre, dicho sea. Así pasó con la Ley de Memoria Histórica. Que su uso partidista y mezquino ha hecho que un hedor a muerto, enterrado hace ochenta años, resurja para que apeste solo a unos. Parece que conviene olvidarse que nuestra Guerra Civil fue un enfrentamiento de bandos, y crueldades y mártires los hay a izquierda y a derecha; pero mucho me temo que España, esta nación de políticos mentecatos, aún no ha aprendido nada de su propia historia, y ya saben lo que ocurre cuando esto sucede...
Les dejo como muestra el efecto Lorca, el efecto 15M... Efectos que se crearon para refrendar la idea de romper con la penuria socio-histórico-política (en la que las ideologías capciosas nos sumergieron), pretendiendo encontrar un camino en común, y no han hecho más que refrendar la mediocridad, en ese sentido, de la que adolecemos por estos lares de la baja Europa. Es decir, los han tergiversado en pos de realzar un sesgo posicional.
Abogo por el efecto Zerolo. Apoyo cualquier iniciativa coherente que conceda los derechos que los individuos libres tenemos adquiridos desde que nacemos, aunque digan que tales van contra natura (Ir contra natura es acabar con la vida de otra persona solo por no compartir opiniones, o "creerse superior" por cualquier motivo. Por ejemplo).
Estoy a favor del efecto Zerolo, pero sé de sobra que la tóxica manipulación por factores interesados harán de Pedro un mero panfleto. Un altavoz en silencio que unos y otros usarán para ver quién grita más alto y tirarse trastos a la cabeza.
España. Ese lugar donde no hay sitio para todos (parece ser).
Descanse en paz Pedro Zerolo.

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