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Así comenzó el discurso de investidura Barak Obama:
"Compatriotas: Me encuentro hoy aquí con humildad ante la tarea que enfrentamos, agradecido por la confianza que me ha sido otorgada, consciente de los sacrificios de nuestros antepasados. Agradezco al presidente Bush su servicio a nuestra nación, así como la generosidad y cooperación que ha demostrado a lo largo de esta transición. Ya son cuarenta y cuatro los norteamericanos que han hecho el juramento presidencial. Estas palabras han sido pronunciadas durante mareas de prosperidad y aguas tranquilas de la paz. Y, sin embargo, a veces el juramento se hace en medio de nubarrones y furiosas tormentas. En estos momentos, Estados Unidos se ha mantenido no sólo por la pericia o visión de los altos cargos, sino porque nosotros, el pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de nuestros antecesores y a nuestros documentos fundacionales. Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de norteamericanos".
Lo confieso paladinamente: soy un perfecto imbécil que se puso a llorar como una ingenua criatura oyendo el discurso de investidura de Barak Obama, sin penetrar en el auténtico sentido de la sonrisa sardónica que se dibujaba en el rostro de su predecesor, el canallesco George Bush, recuerdo que, cuando ganó Zapatero e hizo también su discursito, el ínclito Carlos Mendo, que, seguramente estará en su gloria, dijo en la tertulia de la Ser, ésa que yo creía que no podía empeorar más y ahí está sustituyendo al réprobo de Carnicero por esa especie de detritus que es el tal Paco nosecuantos Alemán, el nazifascista más retrógrado donde los haya, repito, decía el difunto Carlos Mendo que había que esperar a ver hasta donde caía el ingenuo Bambi que entonces era el puñetero Zp y este jodido tipejo ya hemos visto adonde ha llegado, a promulgar decretos y decretos que jodían de modo irremediable el Estado del Bienestar, piedra angular de la socialdemocracia que él, el jodido y asqueroso Bambi, dijo que profesaba.
Todos los pensadores que yo aprecio me lo habían dicho con gritos estentóreos: Esta es la aurora de nuestro desencanto, el infierno son los otros, el altruista en este mundo es un pobre loco, los silogismos de la amargura, el hombre es un ser desfalleciente, que se transforma en un lobo para el hombre haciendo de la vida una lucha de todos contra todos, de tal modo que ésta sólo puede concebirse como una historia llena de ruido y de furia contada por un idiota, pero sobre todo, agazapados en la sombra, 2 pensadores ultraconservadores, el que afirmó que es preciso que todo cambie para que todo siga igual y ese otro mucho más lúcido aún: el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Así que, con estos mimbres, qué otro coño de cesto se podía hacer que no fuera este canallesco recipiente que han hecho, en el que todos, sin excepción, nos vamos pudriendo poco a poco, todo el tiempo que dura nuestra asquerosa vida.
Pero estaba diciendo que este incorregible idiota que es el que suscribe se puso a llorar oyendo a Obama desgranar su discurso de investidura sin comprender por qué George Bush, el asesisno de Irak, que estaba sentado allí, en primera fila, se reía de aquella sardónica manera que, luego, ese experto en canalladas que fue Carlos Mendo se jactaba comentar incluyendo en su despectivo parlamento al execrable ya entonces para él Bambi.
Y Bush y Mendo, los 2 grandes cínicos, tenían toda la razón, este mundo es una tan jodida mierda que es absolutamente imposible que el bien prospere de ninguna manera de modo que todo aquel que diga que va a hacer algo bueno o es el más estúpido de los seres humanos o el más cínico y canalla.
De modo que Obama o es un jodido embustero, capaz de mentir con toda su jeta, el mismo día que juraba que iba a cumplir religiosamente con todas las obligaciones del cargo más importante de este asqueroso mundo, o un estúpido cantamañanas que no tenía ni idea del lío en el que se estaba metiendo allí, precisamente, en aquella multitudinaria asamblea que estaba escuchando su infame perjurio.
Porque el caso es que el tipo no ha cerrado Guantánamo, ni ha terminado con la guerra de Afganistán, mientras ordenaba a sangre fría el asesinato de Bin Laden, y trama con sus compinches judíos invadir Irán tan pronto se celebren las próximas elecciones a la presidencia de los Usa.
De modo que el mal existe, claro que sí, y es de incalculables proporciones, sólo que no es el que todo el mundo señala con su hipócrita dedo sino que asienta sus reales en la Casa Blanca que no es sino un apéndice del Capitolio y del Pentágono que, a su vez, no son sino las oficinas ejecutivas de ese poder que domina al mundo para esclavizarlo cada día más con el beneplácito de esos líderes espirituales que, como el del Vaticano, se atreven a afirmar descaradamente que el marxismo ya no sirve y lo dice el tío el mismo día que va a ir a un sitio en el que dicha teoría política rige los destinos del país desde hace más de medio siglo. Y a esto es a lo que con todo el descaro del mundo llaman sus partidarios la maravillosa diplomacia vaticana.
Si esto es diplomacia y, además, maravillosa ¿cómo denominar a la de los que lo reciben con palmas y olivos y no a porrazos que es lo que merecería un diplomático semejante?