Revista Coaching

El empleo ideal se hace, no se encuentra

Por Dlodestro @dlodestro

A medida que la economía estadounidense mejora poco a poco, muchos trabajadores buscan mejores empleos que aquellos a los que se aferraron durante la recesión. Quizá, opinan, hasta pueden encontrar un empleo que amen.

Con base en mi estudio de una muestra de más de 8 mil trabajadores estadounidenses, recopilada por Gallup, la gente que ama su empleo hace las siguientes cosas:

  • Usan sus fortalezas todos los días, así como lo hacen sus compañeros de trabajo.
  • Sienten que son una parte importante del futuro de su organización.
  • Están rodeados de colegas que se preocupan por su bienestar general.
  • Están emocionados por el futuro gracias al entusiasmo y visión de un líder.

Entonces, ¿dónde puede uno encontrar los empleos que cumplan con estos criterios? No encontrará una sección especial de “Empleos que amará” en una agencia de empleo en Internet. Y eso es porque los trabajos que la gente ama se hacen, no se encuentran.

Al estudiar a gente que ama su trabajo, me di cuenta de que casi ninguno consiguió inicialmente el empleo que amaba. Más bien, consiguió un puesto común y corriente y lo convirtieron en extraordinario.

Amy Wrzesniewski, profesora de conducta organizacional en la Escuela de Administración de Yale, en New Haven, Connecticut, dice que las personas reinventan sus empleos al ejercer el poquito control que tienen en el trabajo.

Mediante lo que ella llama artesanía del empleo, la gente puede formar y redefinir su trabajo.

Dice que uno puede utilizar el conocimiento propio de lo que uno hace mejor para elegir “hacer menos tareas, más o diferentes que las que reza la descripción del puesto”.

Cambiar la calidad y cantidad de interacción con lo colegas, afirma, puede traer un renovado sentido de pertenencia y propósito.

Las personas que desean lo máximo de su trabajo salen en busca de un jefe. Quizá cambien de turno o hagan cambios laterales de puestos para trabajar con jefes que puedan volverse líderes influyentes en sus vidas.

Una consultora laboral me dijo que había estado en busca de un jefe que aprovechara su sentido de propósito y confiara en ella.

Solicitó un cambio a un nuevo equipo en su compañía. Su nueva jefa, dijo, “me trataba como dueña del trabajo y de las relaciones que tenía con los clientes, y sentí la necesidad de alcanzar el nivel de talento que ella debió haber pensado que yo poseía”.

Una empleada en el centro de mantenimiento de una universidad se acercó a mí, proclamando: “¡me encanta mi empleo!”. Describió cómo disfruta terminar tareas inesperadas y resolver problemas, siempre ofreciéndose para proyectos que otros podrían considerar demasiado exigentes o complicados. Cuando le pregunté por qué más personas no aman sus empleos, contestó: “quizá necesitan mayor esperanza”.

Fuente: Clarín, Suplemento New York Times


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