En 1930 nació en Barcelona un enano, nieto de unos payeses de Premiá de Dalt e hijo de un fabricante de tapones para el champang.
El ladrón, digo el enano, fue a la escuela de Blanquerna y ya le robaba las butifarras a los compañeros a pesar de ser un “misaire” de hostia y sacristía.
-¿Y tú qué vas a ser de mayor?
-Yo “honorable”, en Bancos de Suiza y Andorra.
-Se dice “molt honorable al 3 %”
-Te veré mañana, en la “obra”, digo, vía pública.
Tal vez fue la Moreneta, en persona, la que le sopló en la nuca que es lo que tenía que hacer para engordar las cuentas sin que casi nadie se diera cuenta. Tenía que leer el Sentiment de la patria de Maragall y saber envolverse en la senyera –como escudo- a las primeras de cambio.
Afiliado a la partida de los siete –mas Blancanieves- el enanito empezó a ganar millones mientras cantaba el Virolat e ingresaba en la Acción Católica. Era una fórmula magistral: aparecer como más nacionalista que nadie mientras robaba comisiones y carteras. En nombre de Dios y de Catalunya, con ayuda de otros beatos, enanos y ladrones compró el Banco Dorca, con sede en Olot y se forró con un invento, casi como los de ahora, que se llamó Banca Catalana. Dicen las malas lenguas –el ministerio fiscal- que pudo afanarse 20.000 millones de ala.
- Catalunya soy yo.
– ¡Cielo santo, un enano, digo un ladrón!
– Todo lo que veo desde la cumbre del Tagamanent es mío. Y de Marta.
– ¿Y cuándo confesáis?
– Después del “Cant de la Senyera”.
– Amén.
Aquella paella con moscas a la que los bienpensantes llamaron “Transición” –democrática y modélica por más señas- hizo un gran pacto de silencio en torno a esta mafia y entre todos lo exculparon. Todos tenían algo que ocultar. Empezando por la testa coronada, que se forraba a ojos vista y se hacía “hermano” de reales ladrones y traficantes “del Golfo” y terminando por un marrano andaluz que ahora se dora al sol caribeño fumando puros en un yate. Esta era la “modélica”. Un conglomerado de arribistas, chorizos, meapilas y fascistas reconvertidos en “demócratas” de la noche a la mañana.
El enano, triunfante, apareció un día desde un balcón y dijo su frase célebre: “A partir de ahora, de ética y de moral, hablaremos nosotros”. Y vaya que si hablaron. A su calor se formaron los Naseiro, Bárcenas, Matas, Camps, Millet, Bono, Fabra, Bartal… y desplumaron a dios y a su santa madre.
Mientras tanto, el enano formaba su propia banda, con Marta en el papel de Blancanieves, comieron perdices y criaron a Jordi, Marta, Josep, Pere, Oriol, Mireia y Oleguer, que juntos y en comandita han “levantado” como 10.000 milloncejos, blanqueados hasta en 17 países o paraísos.
- Soy Blancaeuros.
– ¿Qué dice este enano?
– Qué su “herencia” la tiene en Andorra.
– Dile que no se le olvide pedir perdón.
– Como queráis, Felipe y Mariano.
-
Este plutócrata del bosque es el exponente de una casta. Religioso, nacionalista, defensor de las señas de identidad como una coraza con la que proteger su monumental estafa a la sociedad y a las ideas que dijo representar: Catalunya, su lengua y su cultura. Es lo que es, un enanito del bosque, que con la complicidad siniestra de las instituciones, parlamentos, empresarios, asociaciones y medios de comunicación le ha robado la cartera y hasta “el apellió” a media España y parte del noreste del Ebro.
Sólo una sociedad y una “democracia” como la que tenemos es capaz de digerir, ocultar y permitir estos comportamientos.
Y hay gente en la cárcel hace seis años por robar dos jamones el día de Nochebuena.
¡Que se jodan, diría alguna!
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