Hace unos días vi un mini reportaje en las noticias de TV3 donde presentaban a distintos emprendedores que habían decidido mantener a raya el crecimiento de sus negocios. Por distintas razones y backgrounds personales pero con la característica común de que todos valoraban, por encima de todo, el estilo de vida tranquilo que llevaban. Me sentí super identificado con los testimonios.
Yo, por si alguno de mis lectores no lo sabe, aunque podéis ver mi Antes de llegar aquí o chequear mi perfil en LinkedIn, también hice un cambio de los llamados radicales que para algunos será una locura o una estupidez (para la forma que tenemos de entender la vida profesional en este país). Yo lo hice todo muy joven. A los 33 años era ejecutivo de una multinacional con un despacho más grande que muchos pisos. Pero un día me levanté y decidí que esa no era la vida que yo quería llevar. Y empecé a cambiar. Ahora por nada del mundo volvería a trabajar por cuenta ajena y mucho menos en una empresa que me exija un nivel de dedicación de 24/7/365. Yo ya he cumplido, profesionalmente, la mayoría de mis sueños (solo me faltan los que estoy creando ahora, claro), así que no cambio el control de mi vida actual por dinero. Aunque hoy esté muy lejos de lo que en su día llegué a ganar. Eso ya no es lo importante. Ahora lo importante es ser feliz, estar cerca de l@s que quiero y prestarles toda la atención que merecen. Y todo eso no lo conseguiría si no fuera porque soy “pequeño” y no estoy metido en una estructura que me presiona, un horario que me esclaviza y un sistema que no me deja vivir.
En fin, lo que yo os quería contar es que no hay, necesariamente, que entrar en la vorágine de las aceleradoras e incubadoras, business angels, capital riesgo, etc.. de que hay que crecer a toda costa. Que todo está en el volumen, en el número de clientes. De tener un Business Plan a 5 años donde me tienes que dar una rentabilidad X o no eres un auténtico emprendedor ni vas a tener “éxito”. Se puede tener vocación de ser pequeño, no querer cargarse de estructura ni estar todo el día pendiente de seguir creciendo para “garantizar” la supervivencia del modelo.
Aquí entran los estereotipos que tenemos marcados a fuego por años y años de economía de mercado. “Toda empresa tiene que ser duradera en el tiempo, tiene que crecer de forma continua y (muy) por encima del IPC”. “Tener volumen te permite competir y te hace fuerte sobre tu competencia”. “Tienes que tener un plan para conquistar nuevos mercados, internacionalizarte, y trabajar mucho para ser mejor que los demás. De lo contrario ¡estás condenado al fracaso!” Ok, eso puedo hasta entenderlo en modelos “genéricos”, en empresas que compiten en mercados más masivos … hasta alguna de las pequeñas, quizás.
Yo no estoy de acuerdo en que se fracasa si no tienes estructura y grandes volúmenes de venta. Con ese pensamiento no hacemos más que seguir en el circulo vicioso de vivir para trabajar y no al revés. Entiendo que hay una fase, la inicial, donde uno tiene que poner toda la carne en el asador y trabajar 24 horas al día pero me parece muy respetable y, por supuesto, igualmente exitoso, considerarse un triunfador teniendo una tienda, un bar o trabajando desde casa en un emprendimiento en Internet. Y se es igualmente exitoso sin ser millonario, pasar las vacaciones en las Bahamas e ir a cenar a los mejores restaurantes. Yo, personalmente, no tengo ningún interés en ser millonario. Me basta con pagar mis facturas, poder salir a cenar y que me sobre algo a final de mes para ir ahorrando.
Dicho todo esto, es verdad que siempre se corre el riesgo de que si no tienes volumen, un día venga un grande y te eche del mercado porque puede competir mejor que tu en cosas como el precio. Así que hay que pensar que modelo de negocio vas a construir para que eso no te pase, para que no entres en la vorágine del crecimiento.
La manera más clara es la de especializarse en un nicho de mercado. Si logras ser el mejor en algo y, sobre todo, fidelizar a tus clientes entonces estás salvado. Puedes hacerlo de varias maneras:
- Centrarse en un target concreto. Analizarlo, conocerlo muy bien y darle lo que necesita.
- Centrase en una zona, un lugar que no sea del interés de empresas más grandes o de competidores que puedan hacerte daño. Podrían ser zonas rurales o de difícil acceso o conflictivas.
- Vender productos de empresas de tamaño medio y pequeño. Representar a un fabricante italiano, por ejemplo, que no puede crear una red comercial local ni quiere entrar en otros circuitos donde las grandes acaparan la atención.
- Dar servicios también a PYMES que no pueden acceder a esos mismos servicios en los “de siempre”. Ya hablé de esto en un post anterior, las marcas grandes contratan, habitualmente, servicios a empresas grandes pero las pequeñas tienen derecho a tener abogados, diseñadores, asesores, etc..
- Y dar un servicio, en TODOS los casos, de primera. Eso lo tienen que hacer todas las empresas pero en las pequeñas es vital porque cada cliente cuenta. Y mucho.
Pero competir por precio en un mercado grande siendo una empresa pequeña es muerte fija. El precio puede servirte para impulsar tu modelo pero luego tienes que vender otros atributos más fácilmente defendibles.
Reivindico el derecho, y el encanto, de tener un negocio “pequeño”, de disfrutar de tu trabajo y de apasionarte por las cosas que son insignificantes pero te permiten abarcar otros aspectos de la vida más importantes.
¡Que tengáis una feliz semana!
Nota: imagen tomada de Baquia.