Revista Cine

El encanto de los perdedores: Mal día para pescar

Publicado el 22 junio 2010 por 39escalones

Para el amigo Alfie, con agradecimiento por sus ánimos para hacerme ver esta película.

 

El encanto de los perdedores: Mal día para pescar

 

La literatura y el cine no serían lo mismo sin la figura del perdedor. Son cientos, miles, millones, las plasmaciones literarias y cinematográficas de esos personajes de vuelta de todo, vencidos por las circunstancias, por un pasado trágico, de crimen, de amor, de soledad, que luchan contra el mundo que los margina por rescatar la última oportunidad que los enganche a la vida soñada que nunca pudieron disfrutar. El uruguayo Álvaro Brechner adapta un cuento de Juan Carlos Onetti para su debut en la pantalla que gira constantemente alrededor de este motivo: el fracaso, los trenes perdidos, la amargura de la soledad y la pugna por cambiar un destino marcado a fuego en el pasado.

 

Asociados en su deriva, dos de estos perdedores se han unido en una particular emulación de Don Quijote y Sancho para buscarse la vida: un antiguo campeón mundial de lucha libre de Alemania Oriental, Jacob Van Oppen (Jouko Ahola), que baña en alcohol sus ensoñaciones de glorias pasadas mientras gira por los pueblos y ciudades pequeñas en combates contra los fortachones del lugar por unos pocos pesos, y Orsini (Gary Piquer), su apoderado, manager, agente publicitario y única compañía, un tipo que malvive pactando las bolsas de los combates, no pocas veces amañados, para ir tirando. A medio camino entre la atracción de feria y el desfile circense, mientras ambos esperan una futura reconquista del título por parte del antaño campeón, la pareja desemboca en un pueblo donde el ritmo habitual de las cosas se verá alterado por una circunstancia inesperada que obliga a ambos a enfrentarse cara a cara con la grotesca ficción que domina sus vidas, y en la que el campeón luchará por un campeonato muy distinto, y el manager buscará dentro de sí sus últimos atisbos de dignidad.

 

En primer lugar, lo que sorprende de este magnífico debut es la elegancia formal de una historia narrada en clave de fábula. No sólo la película cuenta con una más que correcta factura visual, sino que Brechner, además de mostrar una notable pericia técnica, gran dominio del encuadre y de la elipsis narrativa, consigue un gran ejercicio de puesta en escena, soberbiamente apoyado por la magnífica elección de unos cuantos clásicos de la ópera como banda sonora, a medio camino entre lo lírico y lo cotidiano, lo melancólico y lo trágico, todo ello alrededor del mundo de sueños, magia e ilusiones invocado siempre lo extraordinario del tradicional número circense, de la sorprendente atracción de feria, del “más difícil todavía”.

 

El guión, medido y muy preciso a pesar de haber surgido en parte de las sesiones de improvisación realizadas entre Brechner y Piquer, contiene por igual amargura y picaresca, humor y drama, todo recubierto de una capa de nostalgia y melancolía que identifica rápidamente al público con unos personajes que, no siendo del todo trigo limpio, compensan su cualidad de golfos con esa tristeza que arrastran y que se lee en sus rostros apenas se dan cuenta de que nadie los mira. Ambos parecen salidos de otro tiempo: el luchador, de unos ochenta en los que se coronó como “el hombre más fuerte del mundo”, su agente, con su clásica vestimenta y su perilla a lo Buffalo Bill, de un pasado mucho más remoto, del de los buhoneros y charlatanes de los días de mercado.

 

Y, aunque ciertamente la conclusión del filme se apunta como algo más que previsible, Brechner consigue que quede despojado de moralina, al contrario, que lejos de tratarse de un happyending a la americana, se reboce en ese clima de tristeza y amargura que preside el conjunto de la historia, que deje un poso agridulce, incómodo, como la vida.

 

Tanto anhelo de tiempos pasados, tanta añoranza por una vida que en algún momento se desvió y que ya resulta irrecuperable, le viene muy bien a una historia contada al modo clásico, con gusto por hurgar en las heridas de los personajes, en mostrar sus contradicciones y sus sentimientos más profundos, sus defectos y debilidades, los humaniza hasta convertirlos en seres de carne y hueso creíbles, fáciles de imaginar en la realidad. Una fábula de desengaños, de desencanto, que, narrada con engañosa ligereza, no deja de ser un optimista canto a la vida, magníficamente sugerido por esa escena en la que Orsini perpetra a voz en grito El barbero de Sevilla de Rossini mientras conduce su descapotable rojo por la recta de la llanura. Uno de esos escasos y breves momentos en los que podemos palpar con la punta de los dedos la maravilla que supone la vida.

 

Coproducción hispano-uruguaya seleccionada por el país americano para participar en la categoría de mejor película de habla no inglesa en la edición de 2010, supone otra muestra de los excelentes frutos que está proporcionando la colaboración entre las cinematografías española y de los países del Cono Sur, especialmente Argentina y Uruguay, país éste con muy poca producción fílmica anual pero de una calidad más que notable. Quizá el secreto no resida en filmar mucho y variado, como se intenta hacer por estas demarcaciones, sino rodar poco pero bueno. Algunos marcan el camino a seguir: los premios, por desgracia, marcan otro muy distinto.


 


Volver a la Portada de Logo Paperblog