Revista Cultura y Ocio

El engaño de los Alquimistas

Publicado el 16 marzo 2011 por Desequilibros
¿Podrá el vidro llorar partos de Oriente?
¿Cabrá su habilidad en los crisoles?
¿Será la Tierra adúltera a los Soles,
Por concebir de un horno siempre ardiente?
¿Destilarás en baños a Occidente?
¿Podrán lo mismo humos que arreboles?
¿Abreviarán por ti los Españoles
El precioso naufragio de su gente?
Osas contrahacer su ingenio al día;
Pretendes que le parle docta llama
Los secretos de Dios a tu osadía.
Doctrina ciega y ambiciosa fama:
El oro miente en la ceniza fría,
Y cuando le promete, le derrama.
El engaño de los Alquimistas
verso 1.- Partos de Oriente: el oro, en referencia a color del sol al amanecer. Entiéndase "¿Podrá la materia artificial crear el oro natural?
verso3.- Se da por entendido que en un sentido figurado, los soles, por su brillo y su color amarillo, engendran el oro en la tierra. Si la tierra lo concibe de un horno, será adulterio, y también artificial en el sentido sexual, porque el ardor del horno no es eventual, como en los animales, sino constante por ser artificial. También se burla de la actividad incensante y obsesiva del alquimista.
verso 6.- Humos. metáfora para hornos y para presunciones,
verso 9.- Contrahacer. fabricar artificalmente.
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Siguiendo una tradición alrga y rica, Quevedo se burlaba mucho de los alquimistas, mayormente porque presumían de ser científicos, porque intentaban contrahacer la naturaleza, y porque exageraban el valor y la delicadeza de sus operaciones hasta ser ridículos.
En otro poema, A Dafne huyendo de Apolo, también les dedica gruesas palabras.
Y es que Quevedo aplicó la mordacidad y el ingenio a casi todos los aspectos de la sociedad de su tiempo, como quedó demostrado en El Buscón; contra el poder político establecido, como la epístola satírica que le dedicó al Conde-Duque de Olivares, -No he de callar…-; incluso apostó, y ganó, que era capaz de llamar "coja" a la reina María de Austria -entre el clavel y la rosa, su majestad escoja-; o el soberbio intercambio de sonetos que mantuvo con Góngora, otro de los "santones" de la época.
Resulta sorprendente la enorme actualidad de sus versos, cuatro siglos después.
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Francisco de Quevedo; Poesía varia. Edición de James O. Crosby. Cátedra, Letras Hispánicas. Madrid 2000.

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