La naturaleza de la mecánica cuántica ha obligado a los investigadores a reconsiderar su propio papel en el proceso de la ciencia. Ha desaparecido la idea victoriana de que la medición es objetiva y absoluta. Hoy en día, sabemos que en el mundo cuántico, es imposible separar la medida del medidor. Pero exactamente qué papel juega la medición en el universo, es algo que todavía tenemos que comprender.
Una idea intrigante es que ciertos tipos de experimentos pueden desvelar la naturaleza de la medición. Y una clase especialmente importante de experimento involucra entrelazamiento cuántico, el desconcertante fenómeno en que los objetos muy distantes entre sí comparten la misma existencia (o en términos científicos, son descritos por una misma función de onda).
Imaginemos dos partículas que se entrelazan de esta manera. Antes de que cualquier medición se lleve a cabo, estas partículas se encuentran en una superposición de estados. A continuación, una medición influye en la otra, y de alguna manera determina el resultado de una medición sobre el mismo.
Muchos experimentos han demostrado que esta influencia existe y que ocurre de forma “instantánea”, ya que es posible medirla y ciertamente no puede producirse a través de cualquier señal dentro de los límites de la velocidad de la luz. Los mismos también descartan la existencia de correlación oculta entre las partículas en la que el resultado de cualquier medición se acuerde de antemano. Con una metáfora visual, sería algo parecido a una mano invisible que interfiriera en las mediciones sin que el grupo de investigadores que realiza esa medición pueda saberlo.
Ante este misterioso fenómeno, Jonathan Barrett de la Universidad de Bristol y Gisin Nicolás de la Universidad de Ginebra nos proporcionan una interesante nueva perspectiva sobre este problema. Si se asume que dicho entrelazamiento no puede ocurrir como la mecánica cuántica dicta y luego se cuestiona el grado de libertad del experimentador, se tiene que descartar la posibilidad de una interferencia oculta.
La respuesta es sin duda curiosa. Barret y Gisin demuestran que si hay alguna información compartida por los experimentadores y las partículas que van a medir, entonces el entrelzamiento puede explicarse por algún tipo de proceso oculto que es determinista.
En términos prácticos, esto significa que no puede haber información compartida entre los generadores de números aleatorios que determinan los parámetros de los experimentos a realizar, y las partículas a medir.
Pero lo mismo vale también para los propios experimentadores. Esto significa que no puede haber información compartida entre ellos y las partículas que hay que medir bien. En otras palabras, es un proceso completamente libre de cualquier interferencia.
De hecho, si un experimentador, carece incluso de un solo bit de libertad, entonces la mecánica cuántica puede ser explicada en términos de variables ocultas. Por el contrario, si aceptamos la veracidad de la mecánica cuántica, somos capaces de poner un límite en la naturaleza del libre albedrío.
Esto es una forma interesante de plantear el problema del entrelazamiento y sugiere una curioso enigma: ¿qué pasa con los sistemas que están parcialmente entrelazadas y otros en los que más de dos partículas se entrelazan?
En la dirección http://arxiv.org/abs/1008.3612 se puede consultar la totalidad del artículo.
Enlace original: Quantum entanglement can be a mesaure of free will.