El escritor pamplonés Juan Gracia Armendáriz, autor de "Diario del hombre pálido" o "Cuentos del Jíbaro", ha sido recientemente trasplantado. Todavía está ingresado en el hospital en espera de que le den el alta y ha tenido la amabilidad de responder a unas pocas preguntas que le he formulado:
Yo- ¿Cómo ha ido el trasplante?
Juan- El trasplante ha ido muy bien. Tardó un poquito en arrancar, pero tras 2 horas de diálisis y una plasmaféresis ya comenzó a filtrar bien. La cantidad de orina fue buena desde el principio. Estuve en la UCI 6 días y 2 en planta. Quizá mañana me den.... ¡¡el alta!!
Yo- ¿Cómo te sientes?
Juan- Me siento profundamente agradecido y afortunado. Echaré de menos a mis compañeros de diálisis. Será díficil que no me emocione cuando los vaya a ver.
Yo- ¿Qué piensas hacer ahora, cuando te recuperes?
Juan- ¿Qué pienso hacer cuando salga?: bañarme en el mar; mejor dicho en todos los mares que pueda encontrar, viajar, y de vez en cuando comer queso, nueces, un huevo frito, un zumo de naranja.... Paladear de nuevo la vida en libertad. Creo que los enfermos renales tenemos la oportunidad de nacer varias veces a lo largo de la vida y experimentar lo mejor de ésta como recién nacidos.
Yo- ¿Cúales son tus proyectos de futuro, en el terreno profesional?
Juan- En el terreno profesiona seguiré jubilado, pero activo; al fin y al cabo soy escritor y para eso no se necesita una nómina. Por fortuna, me quedó una pensión más que digna de la Universidad.
Yo- ¿Quieres decir algo a las personas que se encuentran en estos momentos a la espera de un trasplante?
Juan- Que tarda en llegar, pero que llega. Que no se resignen, que busquen alternativas en la donación de vivo (parientes, amigos...) que se muevan. Hay que dar el "peñazo" a los médicos para que no se duerman. Debemos ser agentes activos en el asunto de la búsqueda de una solución y no dejarlo todo en manos de los nefrólogos.
Yo- Muchisimas gracias y que tu riñón funcione toda la vida........y que yo lo vea con el mío
Juan- Espero que dure y dure y dure... Por mí no va a quedar, pues lo voy a mimar como oro en paño. ¡Y tú lo veras, Ana, con tu riñón bien colocado, como una medalla!
Un fuerte abrazo,