Revista Opinión

El “espíritu” de la Navidad en forma de besugo

Publicado el 04 enero 2014 por Lulesi

navidad

He aquí las llamadas fiestas navideñas. Con su “espíritu” incluido.  Una masa enfebrecida abarrotando tiendas y haciendo de cualquier cosa un paquete con papeles florecidos. Una multitud que se pasa todo un mes comprando jamones, atragantándose con uvas, derramando champagne y obsesionándose con el “regalo” para la abuela y el perfume caro para el compañero/a.

Y todavía hablan de espíritu. Y de paz, que claro,  está en las alturas. Es un calculado sistema de consumo masivo. Una agresión, mas, del sistema.  Y además de borracheras hay unos señores que hacen de “magos” con estrellas y todo, para que la magia acabe en estrellamiento.

Todo el mundo tiene que regalarle algo a alguien. Si no se “queda” mal, porque el otro esperará el regalo y aunque se tambalee la asignación para la ineludible hipoteca, hay que comprar el besugo en Nochebuena y las zapatillas de paño la noche de Reyes.

Y las comidas. Y las bebidas. Y las básculas. Y el colesterol. Y seis millones de parados. No hay lugar para la elección, el sistema nos desarma y nos pone a disposición de una cierta idea comercial y almibarada de  la “familia”. ¿Dónde está la paz?

Y los mensajes de los reyes y los presidentes, desde la hipocresía y la mentira contumaz y absoluta.

Y hay que aguantar la televisión, y las momias de los anuncios de la lotería, y los programas especiales de navidad y fin de año, y esos “artistas” –como la copa de un pino- que tenemos en nuestro país y que tienen tanto “arte”.  E ingenio, sobretodo eso, que no cuentan nunca los mismos chistes (el cateto, el mariquita y el gangoso…)

¿Qué es lo que hay detrás de esta mascarada?  Dicen que conmemoran el nacimiento de un redentor del mundo, pero, la verdad, redimidos estamos poco. Somos cada vez más esclavos. Y los amos cada vez son más señores y más ricos. ¡Y venga Navidad, y bolas para el árbol y villancicos!

Son muy difíciles estas fechas. Y acabo por entender a esos que alguna vez se tiran por un balcón. Nunca se, por estas calendas, si un laurel o un bolso de Vuitton, cubrirá nuestra tumba.

Pero si tiene que ser el bolso, que venga solo. Que Rita Barberá se quede atrás.


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