Supongo que alguna otra vez os habré venido con algo parecido a esto, sobre otros escritores.Pero qué vamos a hacerle.Mucho cuidado con Santiago Gamboa. No porque la nota de la contratapa del libro lo ponga al lado de García Márquez. Eso lo puede escribir cualquier zumbado para promocionar. Pero en este caso lo dijo Vázquez Montalbán que, trágica y lógicamente no pudo leer esta novela, publicada en abril de este año. Y que es despampanante. Vamos; ya tendré que contener elogios cuando la reseñe en Unlibroaldía para no dar impresión de ser un enajenado. Aquí puedo ir con la corbata floja, puedo ponérmela hasta en la frente como hacen los borrachos (o sea, cualquiera en su sano juicio) en las cenas de empresa, paseándose delante de sus jefes haciendo bailes egipcios. Pues a decirlo a los cuatro vientos: conseguid este libro, como sea, legal o ilegalmente. Disfrutad de todo lo disfrutable que tiene, que lo tiene a montones. De su estructura en capítulos, con esa especie de intermedios que son los "monólogos de inter-neta", de su lenguaje poético a veces, otras funcional, otras pura jerga. De su trama, para nada sencilla y para nada compleja, pues todo es una especie de persecución de quien quiere pero no puede ser atrapado. De todas las coartadas y pretextos usados por su autor, repito para que quede grabado, grande Santiago Gamboa, enorme Santiago Gamboa, para colar referencias, información, todo con un enorme sentido literario, con una enorme voluntad de agradar al lector no a través de erudición ni de trucos de efecto, sino por donde se pilla a los auténticos mentecatos, que somos unos mentecatos, esos que babeamos y nos arrastramos y clamamos al cielo, por fin, ya, se oyeron mis súplicas y tengo página tras página de placer, de éxtasis, verbigracia:
En Europa no hay futuro. Un continente cansado y cascarrabias que quiere enseñarle a los demás a vivir, pero que de tanto mirarse al espejo se congeló.¿Tú estudias Sociología? Italia y Francia gobernadas por payasos, ¿qué significa ser allá de izquierda?, no mucho, leer la prensa de izquierda, tener un viejo CD de Manu Chao, camisetas del Che Guevara y el Subcomandante Marcos, preocuparse por el medio ambiente, por los derechos humanos en algún país lejano, poco más; Europa, como toda sociedad opulenta, cae por la pendiente. Lo mismo que un individuo que lo tiene todo, que está enamorado de sí mismo y se admira, eso es lo que pasa allá, pero lo que no saben los europeos es que ellos no son el futuro de nadie. Es al revés: el futuro es la periferia.
Plegarias nocturnas es la historia de una huida y de una búsqueda que es otra huida. Es un joven detenido en Bangkok por posesión de narcóticos afrontando la posibilidad de una dura condena: es el diplomático que, en su defensa, toma el encargo de localizar a Juana, su hermana, desaparecida en una Colombia convulsa, cuya historia acapara páginas que uno lee con el aliento contenido. Es una trama que se pliega como esas láminas de papiroflexia en que las rayas y los dibujos se van uniendo ajustadas si lo has hecho todo bien. O como la puta estantería de Ikea que tiene el agujerito hecho con berbiquí justo en el punto idóneo para que puedas asirla con una tira de fleje a la pared. Es una novela precisa y preciosa, y mira que a mí los jueguecitos de palabras y las redundancias y la poética de tres al cuarto me repatean. Pero es que hasta ese viaje por las cercanías del ridículo voy a arriesgarme a hacerlo con tal de que se haga justicia.
¿Será un grupo de presos con buena conducta del correccional de Moundsville, hoy habitado únicamente por fantasmas? ¿Será un enfermo mental con acceso a Internet en algún sanatorio de Escandinavia que sueña con vivir en el mismo puente por el que deambula el personaje de El grito de Munch? ¿O un cónclave de novicios pederastas que intercambian fotografías de niños birmanos y keniatas a través de álbumes colgados en la red?¿Será tal vez un grupo de travestis chilenos que escaparon vivos de la dictadura de Pinochet y ahora componen sus memorias en verso y montan yeguas de color blanco en las facultades de letras?
No sé: puede que libros concretos lleguen en momentos concretos o puede que tome otro libro de este hombre y lo tire al suelo entre gritos de horror como si las páginas abrasaran mis manos tras hacerlo con mis ojos. A falta de seis días, y sin faltar al respeto a grandes libros y grandes autores que me han acompañado y a los que recuerdo, este es mi descubrimiento y mi firme apuesta del año.