Revista Psicología

El estigma y la enfermedad mental: aprende a combatirlo

Por Mundotlp @MundoTLP
El estigma y la enfermedad mental: aprende a combatirlo

La palabra estigma viene del griego y significa atravesar algo hasta hacerle un agujero.

Mediante este acto en la antigüedad se marcaban a las personas que, por alguna razón (haber cometido algún delito, ser esclavo, etc.), debían ser excluidas de un trato igualitario en la sociedad. De forma análoga, hoy en día el término se utiliza para discriminar a muchos sectores de la población considerados diferentes a la mayoría.En el caso de las personas con una enfermedad mental esta etiqueta supone una barrera añadida a la que ya de por sí conlleva convivir con el propio cuadro clínico, pues rompe con muchas de las oportunidades de inclusión social y causa un gran sufrimiento añadido. El estigma supone, por tanto, una visión social enormemente incapacitante para la persona, que dificulta el tratamiento y aumentan el riesgo de recaídas.Además, si estas creencias erróneas e irracionales llegan a ser asimiladas y aceptadas como válidas por la propia persona, se provoca lo que se conoce como autoestigma.Hoy veremos algunas de las principales causas que sustentan los prejuicios discriminativos de base, así como algunas pautas para superar la vergüenza que conlleva convivir con una enfermedad mental.El porqué del estigma en la enfermedad mentalLos estereotipos son esquemas conceptuales que resumen de forma muy simplificada las características más representativas de un grupo. Están formados por ideas o imágenes aceptadas por la mayoría de la sociedad, a pesar de que, en ocasiones, no exista ninguna razón que las sostenga ni justifique. Por ejemplo, ¿se trataría igual a un señor muy bien arreglado, con corbata y maletín cuando toca a nuestra puerta, que si, por el contrario, se trata de alguien que viste con ropa rota y sucia? Normalmente, el trato no sería igualitario, pues automáticamente, en el primer caso, construimos una impresión positiva: “Es alguien importante” y en el segundo, por el contrario, pensamos: “Es alguien peligroso”, cuando no hay razón que justifique dicho temor, pues ambos pueden tener el mismo grado de peligrosidad.Por ello, aunque son mecanismos que nos sirven para gestionar de forma más rápida nuestro conocimiento, en ocasiones, actúan como prejuicios, pues atribuyen una serie de características a la persona que no tiene por qué coincidir con la realidad.Pensar que “Los enfermos mentales son peligrosos y violentos” quizás suponga uno de los prejuicios más anclados en la sociedad sobre este colectivo. Según los estudios al respecto, el índice de agresividad no es mayor en este sector que en la población sin enfermedad.En este sentido, los medios de comunicación tienen buena parte de responsabilidad en la formación de estos estereotipos. Normalmente es más fácil ver noticias relacionadas con actos desadaptados (“Mata a su madre enfermo de esquizofrenia”) que informaciones representativas de la gran mayoría de personas con esta enfermedad, que puede llegar a normalizar su vida.Por otra parte, los modelos asistenciales, hasta las últimas décadas, se han centrado en apaciguar los síntomas clínicos de la enfermedad, dejando en un segundo plano otras necesidades importantes para el desarrollo personal. Y a pesar de que se ha pasado de un aislamiento total en hospitales psiquiátricos a una progresiva integración en la comunidad, este camino aún presenta muchas barreras que impiden que puedan desarrollarse como ciudadanos con pleno derecho en la comunidad. Esta perspectiva en la intervención ha fomentado mucho otro de los grandes mitos existentes al respecto, el cual considera que: “Las enfermedades mentales graves solo pueden estar en un psiquiátrico”.Tres pautas para superar el estigma.1. Tu Persona siempre debe estar por encima de la enfermedadSi te defines por el nombre de la enfermedad, irremediablemente estás eclipsando y subordinando el resto de tu identidad a una pequeña parte de ti.Por ello, es importante que mantengas vivas tus metas y sueños, a partir de los cuales desarrolles tus capacidades y habilidades de afrontamiento.Tu parte sana debe ser la principal aliada para normalizar y superar el estigma.2. Acepta tu parte enferma. Busca tratamientoPara poder controlar la enfermedad tienes que aprender a convivir con ella, pues lo que tú pienses de ti va a condicionar en gran medida lo que se refleje en los demás. Evitar buscar ayuda supone una forma de no aceptar el problema, quizás por el miedo al rechazo social, pero es imprescindible llevar a cabo un tratamiento que mantenga bajo control la sintomatología y que, a su vez, permita mejorar tu calidad de vida.3. Cuida tus relaciones. Son tu principal punto de apoyoLas ayudas naturales son el principal colchón sobre el que asentamos el quehacer de nuestro día a día. Buscar comprensión y aceptación en tu núcleo íntimo es imprescindible para reforzar tu autoestima.Además, existen grupos de apoyo en los cuales podrás conocer más sobre la enfermedad, encontrar formas alternativas de afrontarla y compartir un espacio de vivencias similares. Busca entre los programas de tu localidad o comunidad y elige cuál se adapta mejor a tus necesidades.
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