“Hay que levantar la autoestima de los jugadores y mostrar actitud ganadora el domingo. Hay que trabajar en lo táctico y específicamente en lo emocional, porque el jugador viene muy desgastado en ese aspecto”, contaba Mohamed en la previa, antes de haber conocido a su nuevo plantel. Asumió el martes, conoció a sus hombres, tuvo un par de entrenamientos y se quedó con el clásico de Avellaneda. Fue el primer entrenador de Independiente que se estrenó en el clásico contra Racing. En tan pocos días, Mohamed no pudo haber aleccionado a Independiente tácticamente. Les transmitió conceptos, sub-ideas de lo que pretende y sus principios de juego, pero en tan breve período, era obvio que no transformaría la desarticulación que es el Rojo. Su idea es lanzar al equipo con un 3-4-1-2, incluso lo ensayó así el jueves, pero prefirió salir con un 4-3-1-2 , consciente de que jugar con tres atrás requiere rodaje y más que un par de prácticas. Hubiera sido muy arriesgado salir a la escena del clásico así.
Independiente no mutó demasiado futbolísticamente, mostró gran variedad de los mismas fallas que tuvo con Garnero y la dupla Pavoni-Sa. La diferencia estuvo en la mentalidad, en el alma que mostraron algunos jugadores del Rojo, para tapar con voluntad, talante y fortaleza la carencia de fútbol y funcionamiento que padece, en un choque tan trascendental como éste. Tan grave es el diagnóstico del Rojo que Racing, que no es ni fue nunca en lo que va del torneo un conjunto aplomado y armado como para temerle, llegaba mejor parado, con dos victorias (goleadas a All Boys y Huracán) y un empate (Tigre).
Además de revolver anímicamente a un equipo que venía desolado y de ser goleado y desmoralizado 4-1 por Godoy Cruz, Mohamed tuvo un acierto gigantesco, al decidir sostener a Hilario Navarro como arquero titular, en detrimento de Gabbarini. El correntino, ex Racing, fue el primer, segundo y tercer mejor jugador del partido. Le dispararon cerca de una docena de veces, de las cuales la mitad fueron clarísimas situaciones de riesgo, y respondió en todas con total seguridad. Con la cara, el pecho, las piernas y las manos, repeló cada una de las llegadas de este Racing aletargado. Reflejos, seguridad en los aires, rebotes desarmados de peligro. Fue verdaderamente un arquero gana-partidos. Sensación de imbatibilidad en cada intervención.
Cuando llega un entrenador nuevo, el aire se renueva, algunas tensiones se descomprimen y se consigue una disposición diferente motivada por las ganas de mostrarse. Es un efecto placebo y no suele durar demasiado. Mohamed, ya superada esta pruebe compleja y urgente con este triunfo como plataforma, deberá empezar a construir su equipo, ya sin tanto refuerzo emocional y con más fundamento táctico para darle sentido a este desgobierno que es Independiente. El Turco pidió actitud ganadora y con eso se sostuvo, además de la omnipotencia de Hilario, el Diablo, esa misma actitud ganadora por la cual él se mantiene invicto como entrenador contra Racing.