En él, más o menos en su mitad (goza de 1704 versos), existen unas estrofas que contienen gran contemporaneidad. Aplicado al desamor, a la crisis, o a la falsa sensación de riqueza de un país que ahora se torna entre el bamboleo de unas olas tormentosas marcados por los mercados financieros y los especuladores externos e internos que nos devoran cual Don Juan de los Infiernos. Pero también, en esta última estrofa nos avisa de los peligros que supone regodearnos en la desesperación y permanecer en esa situación sin buscar ninguna salida a la situación por mala que sea ésta. Los versos van del 856 al 869 y dicen tal que así:
¡Ay! quien ha contado las horas que fueron, horas otro tiempo que abrevió el placer, y hoy solo y llorando piensa cómo huyeron con ellas por siempre las dichas de ayer;
y aquellos placeres, que el triste ha perdido, no huyeron del mundo, que en el mundo están, y él vive en el mundo do siempre ha vivido, y aquellos placeres para él no son ya!!
¡Ay! del que descubre por fin la mentira, ¡Ay! del que la triste realidad palpó, y sus falsas galas loco le arrancó...
¡Ay! de aquel que vive solo en lo pasado...! ¡Ay! del que su alma nutre en su pesar, las horas que huyeron llamara angustiado, las horas que huyeron jamás tornarán...
Basado (con algunos cambios) en el Tercera Parte de "El Estudiante de Salamanca". El final no tiene nada que ver con el original.
Chema García
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