Internet permite entablar contacto con gente alrededor del mundo pero lo mejor es darte cuenta que la gente de tu barrio también escribe, abre blogs y quiere salir por aquí un domingo. Aquí os dejo el link a su blog y a continuación el texto, uno de esos temas que siempre me gusta plantear.
¿Le dirías que no puedes vivir sin él, que lo sientes por todo lo que hiciste mal y que le quieres y que siempre lo has hecho y lo harás? ¿Probarías la coca, el cristal, LSD? ¿Harías un trío con Ryan Gosling y Andrés Velencoso? ¿O con Megan Fox y Jessica Biel? ¿Gastarías tu dinero en los mejores restaurantes? ¿Escribirías tu biografía? ¿Harías una fiesta de despedida? ¿Llorarías? ¿Reirías?
Todo esto está estupendo para cuando sabes con absoluta certeza que morirás mañana porque lo que suceda después de hacer todo eso, también con absoluta certeza, no ocurrirá. Vivir la vida con intensidad es quizá lo mejor que podemos hacer. Sin embargo, me producen cierta desconfianza aquellas personas que presumen de vivir cada día como si fuera el último, alardeando de hacer siempre lo que desean sin pensar qué pueda pasar mañana.
Sinceramente y en mi opinión, es la forma de solucionar dilemas o de tomar decisiones más absurda e infantil que existe, por encima incluso de lanzar una moneda al aire. Porque si fuese a morir mañana, sí, diría o haría todo lo que nunca he dicho o hecho, y eso estaría maravilloso si muriese. Pero ni todo será bueno, ni moriré mañana (y si me muero, no lo voy a saber hasta entonces); así que mi acción tendrá una consecuencia que la muerte no aplacará porque, en principio, aún no va a llegar.
Por eso vivir sin pensar en qué pasará mañana es una evidente falacia, porque actuar sin un mañana es actuar sin consecuencia y así no funciona la vida: la vida es una sucesión de consecuencias, donde la suerte te mece hacia aquí o allá pero tú eres el que remas.
Yo también he estado enamorada y también he pensado que cualquier locura sin mañana sería poca para domar esa ansiedad de vivir y amar que a uno le entra. Pero también sé que seguir esta farsante consigna no siempre trae ventajas. Por esto, creo que se puede ser prudente y utilizar la cabeza, pensar en las consecuencias, valorar, sopesar; y a la vez ser pasional y utilizar el corazón, la inocencia y los arrebatos de amor (no quiero quitarle romanticismo al asunto).
Resulta estúpido vivir para el futuro inmediato. El mundo no está para hacer locuras, ni por amor. El presente acaba siendo el futuro, porque nadie tampoco sabría trazar la línea. Y la causa es que nadie sabe que tiene una deuda de sensatez, coherencia y compromiso con ese lejano infinito; pero la tiene. Hay que trabajarse el presente porque no sabemos que hay ahí después. Es absurdo consolarse pensado que vivir sin mañana es la manera más intensa de vivir, porque sólo es la menos racional. Ser paciente, ser constante, pensar.
Si tienes que pensar que mañana es el último día para decirme que me quieres, no me lo digas. No esperes al último momento. Hazlo siempre, aunque tengas oportunidad de decírmelo más veces.
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