Revista Cine
Como ya saben los lectores de este blog, ayer se dieron a conocer los resultados de la encuesta que la revista británica Sight and Sound realiza cada diez años, desde 1952, entre críticos y cineastas de todo el mundo para elegir "las diez mejores películas de la historia". La sorpresa -en realidad no lo es tanto- es que después de medio siglo de preminencia, Ciudadano Kane (Welles, 1941) ya no ocupa el primer lugar, ni entre los críticos -pues ganó Alfred Hitchcock con De entre los Muertos/Vértigo (1958)- ni entre los cineastas -el primer sitio lo obtuvo Yasujiro Ozu con Historia de Tokio (1953). No es que Welles haya sido ninguneado -de hecho, ocupa el segundo sitio tanto en la lista de críticos como en la de cineastas-, pero lo cierto es que el supuestamente inamovible canon fílmico ha cambiado y, yo diría, para bien: si hay una película que podía -no sé si debía- haberle ganado a Ciudadano Kane esa era, en efecto, De entre los Muertos. Yo fui uno de los 846 críticos invitados a participar -los cineastas fueron 358- y debo anotar que entre los primeros 50 filmes de la lista que están en mi top-10 personal aparecen seis filmes: Ciudadano Kane (lugar 2), 8 1/2 (lugar 10), El Padrino (lugar 21), Deseando Amar (lugar 24), Psicosis (lugar 35) y Luces de la Ciudad (lugar 50). Pero, ¿cómo elegí mi lista personal? Las instrucciones del correo electrónico que recibí de parte de los editores de Sight and Sound eran claras: enlistar las diez más grandes películas de la historia del cine, sea en orden de preferencia, sea en orden alfabético, sean en orden cronológico. La única petición era no hacer trampa -nada de anotar los dos Padrinos como una sola cinta, por ejemplo- pero, a excepción de esa restricción mínima, la interpretación sobre cómo definir "las diez más grandes cintas" de la historia del cine, dependía de cada quien. El correo lo dejaba muy claro:
"As for what we mean by ‘Greatest’, we leave that open to your interpretation. You might choose the ten films you feel are most important to film history, or the ten that represent the aesthetic pinnacles of achievement, or indeed the ten films that have had the biggest impact on your own view of cinema".
De estas tres opciones, elegí la tercera: los diez filmes que más me han impactado en la manera en la que veo y entiendo el cine. A excepción de un par de cintas, las más recientes en el tiempo, todas estas películas las vi en la infancia o en la adolescencia. Todas y cada una de ellas provocaron que terminara en estado de trance, tal como Mia Farrow en el final de La Rosa Púrpura del Cairo (Allen, 1985).
Mi lista enviada a Sight and Sound, en orden cronológico:
1. Luces de la Ciudad (City Lights, EU, 1931), de Charles Chaplin. La obra maestra de Chaplin. Una mezcla perfecta de hilaridad y pathos en la que Charlot es negado crísticamente tres veces por un millonario borrachales, se sacrifica en el ring -en una desternillante secuencia- por su amada invidente y resucita a los muchos días sólo para ser reconocido con más lástima que afecto. Ora sí que puras lágrimas y risas.
2. Ciudadano Kane (Citizen Kane, EU, 1941), de Orson Welles. Hasta ayer, la mejor película en la historia del cine. Ojalá que ahora que acaba de perder el trono, más gente se acerque a verla sin prejuicios de ninguna especie. Se trata de un filme vivo, vigente, entretenido. Yo lo veo, en partes o completo, unas tres veces al año y no me canso de verlo.
3. La Pasión de los Fuertes (My Darling Clementine, EU, 1946), de John Ford. Originalmente había anotado la canónica Más Corazón que Odio (1956) pero, de último minuto, me ganaron mis recuerdos adolescentes. Esa figura espigada y recta, caminando de espaldas en la noche lluviosa de Tombstone; esa mirada transparente pero dura; esa entonación directa, simple: "Earp, Wyatt Earp". Cuando sea grande, quiero ser como Henry Fonda en La Pasión de los Fuertes.
4. Patrulla Infernal (Paths of Glory, EU, 1957), de Stanley Kubrick. Quien diga que Kubrick no tenía corazón, tiene que revisar el desenlace de este devastador filme antibélico. Todavía me estremezco cada vez que lo veo.
5. Psicosis (Pyscho, EU, 1960), de Alfred Hitchcock. Ok, ok: había anotado Vértigo -o sea, De entre los Muertos- originalmente. Después de todo, así se llama este blog. Y, sin embargo, otra vez mis recuerdos me acorralaron: ¿qué película vi en el cine, frenéticamente, tres veces el mismo día? ¿Qué cinta vi a las cuatro de la tarde, salí, compré otro boleto, la volví a ver a las seis, salí, compre otro boleto y la volví a la ver a las ocho?: Psicosis. Inicialmente, cuando descubrí Psicosis, a los 14 ó 15 años, me horrorizó. Ahora, me divierte mucho. Eso es Psicosis: una comedia torcida, perversa.
6. Viridiana (España-México, 1961), de Luis Buñuel. A propósito de viejos perversos. Buñuel regresó a la España franquista a dirigir uno de los más divertidos ataques a todo lo sagrado: la religión, la bondad, la inocencia, las buenas intenciones. Ese inocente desenlace es una cochinada, por supuesto. Pero no se lo digan a nadie.
7. 8 1/2 (Ídem, Italia-Francia, 1963), de Federico Fellini. La primera vez que la vi quedé anonadado. Desde entonces, cada vez que la veo, quedo igual. La música de Nino Rota la escucho en mi cabeza un día sí y otro también.
8. El Padrino (The Godfather, EU, 1972), de Francis Ford Coppola. Tal vez la cinta perfecta sobre lo que significa el poder: nacer para ejercerlo, buscarlo, gozarlo y luego perderse en él para siempre. Ese Oscar de Marlon Brando debió haber sido para Al Pacino, por supuesto.
9. La Rosa Púrpura del Cairo (The Purple Rose of Cairo, EU, 1985), de Woody Allen. Ya sé: de todas las elecciones hechas, esta es la menos canónica de todas. Me vale: es mi lista. Pero va mi justificación con anécdota incluida: por allá, a mediados de los 80, llega mi mamá a la casa y, así, sin más, dictamina: "te va a encantar esa película". Y sí, mi madre me conocía -me conoce- bien: esa mirada perdida viendo la pantalla de cine, aislada en la oscuridad, alejada del mundo, soy yo. Eso es el cine para mí. De todas formas, anécdota personal o no, La Rosa... es una de las logradas cintas de Allen (¡hasta a Pauline Kael le entusiasmó, y eso que no soportaba a Woody!) y tiene el final más cruel de toda su filmografía.
10. Deseando Amar (Fa yeung nin wa, Hong-Kong-Francia, 2000), de Kar-wai Wong. La historia de amor más frustrada/frustrante de la historia del cine. Y la más bella de todas.