Revista España
Se denomina arte rupestre de los Valles de Otíñar, en Jaén, al conjunto de estaciones con representaciones de arte parietal prehistórico (pinturas y petroglifos) localizadas en los valles que alimentan al río Quiebrajano a su paso por el señorío de Otíñar.
Los valles del señorío decimonónico de Otíñar se sitúan en la Sierra de Jaén, en los arranques septentrionales de la Sierra Sur y articulados en torno al río Quiebrajano.
El incalculable valor patrimonial y la trascendencia histórica de los Valles de Otíñar es el reflejo de 6.000 años de explotación de sus recursos naturales.
La actividad agroganadera de este territorio agreste, situado a 13 kilómetros de la capital, es un enclave de especial atracción para sus pobladores.
Por este espacio han pasado numerosas poblaciones, desde el Neolítico pasando por la Edad del Bronce, la época romana y medieval hasta a la actualidad.
Sin embargo, un año después de que la Consejería de Cultura declarase este área como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Zona Patrimonial, los yacimientos históricos continúan desprotegidos, exceptuando el espacio del Barranco de la Tinaja, donde se localizan diversas pinturas y petroglifos prehistóricos en la pared.
Considerado para muchos estudiosos como un lugar sagrado ha sido utilizado durante años como aprisco para ovejas ante la desidia de las administraciones competentes.
Recientemente han realizado labores de limpieza, como la retirada de una improvisada cerca metálica empleada para el redil y otros residuos entre latas, bidones y utensilios para alimentación del ganado. (El Mundo)