Los expertos en salud han advertido que se ha notado un incremento en los casos de sonambulismo en la infancia y en la adolescencia, lo que en muchos casos podría estar relacionado al exceso en el uso de la tecnología desde edades cada vez más tempranas, tales como las consolas de videojuegos, la televisión o el uso de ordenadores, en la propia habitación de los niños.
Lo que se indica es que la calidad del sueño y el descanso infantil se ha visto deteriorada en los últimos tiempos, quienes no tienen sonambulismo, tienen insomnio o bien duermen muy poco, por lo que crónicamente reprimen su sueño y se vuelven personas somnolientas con cambios de humor y todo tipo de variaciones en sus rutinas.
El vicepresidente de la Asociación Española del Sueño y coordinador de la unidad de Pediatría de Hospital Quirón Valencia, el doctor Gonzalo Pin, es quien hace referencia al uso de tecnología como uno de los principales detonantes de los trastornos de sueño infantil, claro que en algunos casos pueden haber factores influyentes como la carga genética, ya que existe un gran porcentaje de herencia en estos problemas.
“El sonambulismo es una parasomnia que se produce, generalmente, en el primer tercio de la noche, en el paso de un sueño profundo no REM a un sueño más superficial”…”mientras su cerebro está durmiendo, su cuerpo se despierta algo que hace que realice “ciertos movimientos sin control cerebral”…”el 60% de los niños que tienen sonambulismo, tiene padres que tuvieron antecedentes”…”lo primero que hay que hacer es tratar la posible enfermedad de base, que puede ser un trastorno respiratorio como la apnea del sueño”.
El sonambulismo parece afectar sobre todo a los niños, indicando que en un 6% lo sufren aquellos con edades entre los 6 y los 11 años, con episodios que luego se van espaciando a medida que van creciendo, por lo que un 65% de los niños afectados dejan de sufrirlos luego de los primeros 5 años de la primera experiencia de sonambulismo.
Cuando un niño es sonámbulo generalmente tendrá episodios de entre 5 y 15 minutos de duración, tiempo durante el cual nunca hay que intentar despertarlos, pero si hay que observarlo para evitar que se lastime o tome conductas riesgosas. En algunos casos el niño podrá caminar, hablar o intentar comer, todo mientras aun sigue dormido, por lo que no responde preguntas ni sigue instrucciones, además es muy difícil entenderlos.
Vía | 20 minutos
Foto | woodleywonderworks
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El exceso de tecnología causa sonambulismo en los niños