Periódico La Jornada
Miércoles 28 de marzo de 2012
Cada pregunta le suscita una reflexión. Ya sea en una conferencia o en una entrevista, el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky, quien estuvo en México en días pasados, no puede dejar de mirar hacia su interior y pensar, para tener siempre algo qué decir, qué proponer.
Lipovetsky, autor de consulta de academias de todo el mundo en el campo de las ciencias sociales, es uno de los intelectuales más importantes de Francia, y reconocido en muchas partes del orbe. El profesor de la Universidad de Grenoble ha profundizado, por medio de sus ensayos e investigaciones, en temas como la modernidad, la globalización, el consumo, la cultura actual, el mercado, la revolución de lo femenino, la moda, la crítica a la expresión audiovisual, lo efímero... pero al final, sus hipótesis y teorías terminan por aplicarse en torno al desarrollo del individualismo, el cual ha estudiado por más de tres décadas.
"El individualismo moderno es romper la tradición, es el peso del pasado. Por eso, necesitamos algo que nos llegue, que nos produzca placer. Cuando éste existe tenemos la posibilidad de soñar. El arte de vanguardia, de ruptura, como decía (Theodor) Adorno, es una fase terminada, necesitamos algo nuevo. Es una suerte de voluntad lo de reanudar el deleite", dijo Lipovetsky en entrevista con La Jornada, luego de participar, el fin de semana pasado, en las jornadas Nuevos Modelos para la Distribución del Cine y el Audiovisual, que organizó el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), en el Centro Nacional de las Artes (CNA).
Modelo viejo
En esa participación, no dejó a un lado el tema de la televisión: "Estamos saliendo de la era de la tv como nació en los años 50. Ese modelo se ha derrumbado, ya que hoy día estamos en la hiperselección y en la desmultiplicación de las pantallas, aunque eso planteé un problema de educación. Se está generando la desaparición de ese medio al estilo antiguo. La convergencia digital permite la conexión de la televisión por medio de la Internet. La televisión que estaba dominada por las grandes cadenas ahora está fragmentada. Hoy, los jóvenes no se interesan en los mismo canales porque todo lo ven por Internet".
Por ejemplo, aseguró en la entrevista con este diario, la red social Facebook "construyó el retrato de antes, de cuando se escribían las memorias en diarios. El diario íntimo se volvió público en tiempo real. Es narcisismo expresivo en el que la gente habla de sí misma. Vamos hacia sociedades más complejas, paradójicas e irónicas".
Entre los libros de Lipovetsky –la mayoría editados por el sello Anagrama– destacan La era del vacío, El imperio de lo efímero, La moda y su destino en las sociedades modernas, El lujo eterno: de la era de lo sagrado al tiempo de las marcas, La tercera mujer, Los tiempos hipermodernos, La felicidad paradójica, La pantalla global, La cultura mundo y El Occidente globalizado, entre otros títulos, en los cuales, profunda o circundantemente, considera a la actual como la era híper: del exceso, por ese motivo llama a sus objetos de estudio hipermodernidad, hiperindividualismo, hiperconsumo e hípercine.
“Híper –aseguró– significa desaparición de los antiguos límites institucionales: el Estado, la religión y la familia… esos grandes principios que frenaban la modernización extrema. En uno de mis libros planteo la hipótesis de que ha nacido una nueva etapa en la modernidad. Esta nueva etapa es híper. Para entenderla hay que comprender que la era moderna nació en el siglo XVIII y que la dinámica de la modernidad no fue inmediata, porque su potencial fue truncado. Por ejemplo: el mercado, invención moderna, fue rápidamente controlado por el Estado. La parte política no quería que desorganizara todo. Y tampoco debemos olvidar que la modernidad tiene algunos problemas, como su dependencia de la lógica de la técnica, la cual propone sin cesar realidades que van más rápido y más lejos”.
El individuo no es homogéneo
Agregó: "Vivimos en sociedades en las que el consumo cultural de cada individuo es muy diferente. No hay consumidores uniformes. El ser humano no es monolítico; el individuo en la actualidad no es homogéneo, no está hecho de una sola pieza, sino de contradicciones, ya que gracias a la Internet; por ejemplo, tiene la posibilidad de saber acerca de todas las músicas del mundo. Por medio de la tecnología las personas tienen la posibilidad de ver y escuchar diferentes cosas. Lo mismo pueden apreciar una historia de amor de televisón, que cosas de mayor calidad en la red."
En la charla que ofreció ante un Teatro de las Artes del CNA lleno, el también sociólogo mexicano Raúl Trejo Delarbre incitó a Lipovetsky a expresar sus teorías respecto del séptimo arte (planteadas en el libro Pantalla global), el cual, aseguró el intelectual francés, vive un momento de pluritemas y, contrario a lo que se consideró hace unas décadas, la revolución digital que enfrenta, no generará una crisis de creatividad ni hará que se pierda su lado artístico.
Vivimos la era híper, señaló el profesor de la Universidad de GrenobleFoto Elizabeth Pérez Islas
En la entrevista, dijo: “Desde los años 60 se ha dicho que el cine agoniza. A escala planetaria eso es falso. El cine no muere. Estoy en contra de ese pronóstico. El cine es mucho más rico, interesante y diverso que antes. Ahora todos los países tienen una industria; antes no. Aunque no todas son obras maestras, hay películas en todas partes, lo que antes no existía; además de que la cultura no se compone únicamente de obras de arte. Hay mucha creación; aunque haya más sexo o violencia, hoy día, hay más temáticas y problemas que antes no eran abordados. Siguen existiendo los blockbusters (cintas estilo Hollywood para disfrutar con palomitas), pero estoy convencido de que ese mundo es más heterogéneo y diverso que antaño. Hay mucho potencial, porque los jóvenes viven con las imágenes, así que no comparto el pesimismo de la producción de cine, más bien me inquieta la difusión, porque ahora las cintas duran dos semanas en cartelera si no funcionan, según los distribuidores”.
Aunque en la conferencia, el intelectual aseveró que la época del cine experimental quedó atrás, agregó: "Tengo esperanza en el cine venidero. Creo que salimos de la época vanguardista, que era interesante intelectualmente hablando, pero aburrida".
Lipovetsky mencionó al hípercine, representado en la diversidad y multiplicación de las pantallas, desde las cinematográficas hasta las de dispositivos móviles. "Tenemos de todos los tamaños, a cualquier hora y en cualquier parte, y respecto de eso hay mucho qué decir. No es simplemente un fenómeno técnico, sino algo que ha cambiado la actitud de la gente, de los consumidores", aseguró.
"Ahora hay diversificación de temas", señaló. El cine de Hollywood en la década de 1930 no abordaba temas como el sexo o la homosexualidad, pero hoy, afirmó, "asistimos a un resquebrajamiento de ese modelo, lo cual hace que se multipliquen las temáticas".
Recordemos que el sociólogo francés expone en Pantalla global que hoy los estilos de vida más heterogéneos se abordan por sí mismos, "que las películas deconstruyen los grandes mitos. Lo que se avecina es un cine global fragmentado, de identidad plural y multicultural (...) La transformación hipermoderna se caracteriza por afectar en un movimiento sincrónico y global a las tecnologías y los medios, a la economía y la cultura, al consumo y a la estética. El cine sigue la misma dinámica. Precisamente cuando se consolidan el hipercapitalismo, el hipermedio y el hiperconsumo globalizados, el cine comienza su camino como pantalla global. Son los tiempos del mundo pantalla, de la todopantalla contemporánea de la red de redes, pero también de las pantallas de vigilancia, de las informativas, de las lúdicas, de las de ambientación. El arte digital, el videoclip, el videojuego, la publicidad, la conversación, la fotografía, el saber, nada escapa ya a las mallas digitalizadas de esta pantallocracia".
Cultura-mundo
El filósofo francés también comentó sobre su teoría de la "cultura-mundo", término que acuñó para referirse a las sociedades cosmopolitas actuales. En la charla comentó sobre esa pantallocracia, aquella en la que éstas protagonizan un papel esencial, que ha cambiado el de los consumidores. "Antes había un cine unitario, de una sola pantalla, hoy se ha diversificado en lo digital, entró en una nueva revolución."
¿La modernidad tiene límites?, se le preguntó.
"La lógica de la tecnociencia no tiene límites. Transforma los genes de la naturaleza. El exceso es propio de una sociedad que ya no tiene frenos. La ciencia hace lo impensable y estamos en el exceso total. El culto a la modernidad tiene razones tecnocientíficas. La lógica de la técnica es ganar tiempo y dinero. La tecnología se vuelve dominante y se expresa en la cultura. Desde finales del siglo XIX los artistas celebraron la religión de lo nuevo, la destrucción del pasado, cambiar todo el tiempo por algo nuevo. El problema es que cuando no hay límites en la estética, cuando no hay rupturas y la respuesta es la radicalización. Hay una lógica vinculada al fetichismo de la novedad, y sólo la modernidad tiene esa veneración excesiva. Antes, lo novedoso no era valorado, ahora sí. También la lógica del mercado exige lo nuevo. Hay que salir del fetichismo de la tecnología, que no puede hacerlo todo. Tenemos que diversificar la oferta, pero a largo plazo; hay una educación en la que se debe invertir, ya que no sólo la tecnología resolverá el problema del auditorio, del consumidor cultural."