Por el método de la trepanación, eliminaron una parte del cráneo del gato anestesiado y extirparon parte del cerebro para colocar un pequeño electrodo con forma de gancho alrededor del nervio auditivo derecho del animal, y otro en otra parte del cuerpo. Los electrodos conectaban a través de 18 metros de cable blindado con un amplificador de tubo de vacío situado en una habitación insonorizada.
Cuando el oído del gato era estimulado, podía oírse como sonido en la habitación insonorizada. En la otra habitación oían a la perfección las palabras del emisor. Se percibían sonidos de 125 a 4100 Hz, pudiéndose distinguir tonos con apenas 100 Hz de diferencia.
Comprobaron los cinco artefactos que podrían haber producido el fenómeno descrito:
- La producción de corrientes eléctricas por la inducción de la fuente del sonido.
- La acción microfónica de los elementos del tubo amplificador.
- La acción mecánica de los electrodos.
- Movimientos del nervio bajo la influencia de la cóclea.
Al comprobar si era por la acción mecánica de los electrodos, los cambiaron de lugar, situándolos en la piel, el músculo, la porción extraída de cerebro, el nervio radial en el miembro anterior o el nervio safeno en el miembro posterior, sin repetirse la respuesta. La muerte del animal hizo disminuir la intensidad de la señal hasta que desapareció. Se observó el mismo comportamiento al destruirse las cócleas, al igual que al reducirse el flujo sanguíneo en las arterias vertebrales (el flujo en las carótidas era nulo). A los pocos segundos de restaurar el flujo sanguíneo, volvía la respuesta. La señal cesaba ante una corriente polarizante en el nervio, recuperándose cuando esta cesaba.
Este tipo de experimentos con gatos se siguen practicando en la actualidad, siendo objeto de polémica. Los resultados de los experimentos han permitido conocer lo suficiente para crear y mejorar los implantes cocleares, ya que las similitudes entre el cerebro gatuno y el nuestro permite tener una versión en miniatura del cerebro humano.
Fuente:
- Wever, E. G., & Bray, C. W. (1930). The nature of acoustic response: The relation between sound frequency and frequency of impulses in the auditory nerve. Journal of experimental psychology, 13(5), 373.