Revista En Femenino

El extraño caso de… “No veo la solución porque busco la solución que quiero”

Por Mamaquesabe @mamaqsabe

El otro día mi hijo mayor me enseñó uno de sus ejercicios de matemáticas para el colegio: eran dos dibujos (un cuadrado y un círculo) donde tenía que representar gráficamente la fracción 2/5, y quería confirmar que lo tenía bien. Y lo tenía. Pero había dibujado las fracciones cada una de su padre y de su madre… vamos, lo que se dice a boleo, o a ojo de cubero defectuoso… O a ojo de niño vago ;-) que todo puede ser.

 

El ojo es muy tonto: solo ve cosas; el cerebro es el que observa qué hay detrás de cada cosa...

El ojo es muy tonto: solo ve cosas; el cerebro es el que observa qué hay detrás de cada cosa…

Por eso le pregunté si tenía claro que había dibujado los “quesitos” como le había dado la gana y no como deberían de ser, y si era porque creía que era así o porque desconocía que las partes debían de ser iguales. Su respuesta fue: “vamos a ver mamá, el denominador es impar y no se puede hacer de otra manera”. Guauuu, ¡me quedé tiesa! Con lo intuitivo que es él para las matemáticas y que tuviera la certeza de que no existía otra solución… Vale, con el círculo no tenía por qué saber la solución exacta al no conocer mucho en relación a los grados y más o menos se intuía que había querido hacer los “quesitos” iguales (aún así aproveché para explicarle lo de los 360º y que entre 5 daban 72º idénticos); pero con el cuadrado tenía claro lo que le pasaba: estaba empeñado en ver la solución que él quería y no la solución al problema en sí. Le pedí el libro de texto y me dí cuenta enseguida dónde estaba la confusión: se enseñaban las fracciones casi en su totalidad representadas en forma de “quesitos”. Y cuando a uno le repiten algo de forma reiterada, puede acabar creyendo que es la única verdad ;-)

 

Un niño puede tener sus propios límites, pero no verse limitado por otros

Un niño puede tener sus propios límites, pero no verse limitado por otros

Fueron suficientes estas palabras para que encontrara él mismo la solución: olvídate de lo que has visto para representar las fracciones, no pienses en “quesitos”, y ahora dime ¿cómo se te ocurriría a ti representarlo?. Fue inmediato: con líneas horizontales que dividieran el cuadrado en rectángulos. Ja! Ahí estaba la solución! Sabía que la tenía él, lo que ocurría es que estaba empeñado en buscar “quesitos”, tal y como había visto tantas veces repetido. Buscaba encontrar lo que quería y así a veces la solución no aparece…

Este tipo de pensamientos habría que enseñarlos en la escuela, pero si la escuela no lo hace de forma temprana, creo que no está de más que las familias los enseñemos: la finalidad de aprender conocimientos no es repetirlos, porque así como sean los límites de otros serán los nuestros. La finalidad de aprender conocimientos es que los utilicemos y hagamos hueco en nuestra  vida, más allá de dejarlos por escrito en un folio de un examen, por ejemplo. Un libro no te hace sabio. Te hace sabio lo que tú seas capaz de pensar con lo que un libro te muestra.

 

Hay mucho aprendizaje vital que los padres podemos dar más allá de los conocimientos

Hay mucho aprendizaje vital que los padres podemos dar más allá de los conocimientos

Y esto es extensivo a tantos aspectos vitales… y a nuestra maternidad también. A veces, me doy cuenta de que no se da con la solución a un conflicto porque no somos capaces de dejar la mente en blanco, de olvidar prejuicios o creencias que tenemos aprendidos o interiorizados a base de repetírnoslos a nosotros mismos. No somos capaces de dejar de lado nuestros deseos y buscar la solución a lo que nuestro hijo nos está demandando, porque buscamos dar solución desde nosotros mismos. A veces queremos ver en una demanda algo, y no es lo que nosotros queramos ver, sino lo que el niño realmente nos está pidiendo. Si yo quiero una solución cuando tengo una variable llamada “hijo” no la voy a encontrar en mí, sino en él. Otra cosa es que adaptes todos tus conocimientos a la situación en particular con tu hijo (pero sigue siendo él la variable fundamental, no tus deseos) Si me empeño en buscar la solución que yo quiero, puede que esté dejando atrás lo más importante: la solución que existe realmente. Con el dormir, con el comer, con las rabietas, con la educación… Uno no puede buscar las soluciones que quiere, uno tiene que buscar la solución exacta y exclusiva que beneficia a nuestro hijo, independientemente de que no sea la que nosotros estamos empeñados en encontrar. El camino más fácil es ver qué tengo, cómo es mi hijo y qué me está demandando, y solo desde él encontrar la solución a un conflicto. No busquemos lo que nosotros queremos, busquemos lo que es.

¿Creéis que tiene algo de cierto la reflexión de hoy? ¿Nos empeñamos en encontrar la solución que queremos y no la que está ahí?


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