Revista Opinión

El falso imperio de la justicia

Publicado el 28 mayo 2013 por Lulesi

Leí la noticia hace una semana y quedé a la espera. No se ha producido ninguna reacción. Un silencio total de comentarios, opiniones o críticas.

Una noticia de la agencia EFE del pasado 22 de mayo decía: “Un agente del FBI mató hoy en Orlando a un hombre que era investigado por su supuesta relación con el sospechoso del ataque terrorista de Boston, Tarmelan Tsarnaev, y con grupos extremistas.”

El fallecido es Ibragim Todashev, de 27 años, norteamericano de origen checheno, que murió en una comisaria donde llevaba tres semanas detenido cuando un agente le disparo a quemarropa tras un interrogatorio policial.

El policía alega que el fallecido esgrimió un cuchillo de grandes dimensiones y que se vio obligado a disparar para defender su vida.

¿Cómo una persona que lleva tres semanas detenida puede tener un “cuchillo de grandes dimensiones”?

El valor de la persona humana se ha reducido a cero en todo lo que se conoce  como “Occidente”. Nada de herencia humanista, ni de los valores de la civilización, la democracia y la persona. ¿Dónde el “habeas corpus”? ¿Dónde los derechos fundamentales de la persona y su declaración internacional?

Alguien puede ser detenido y, como tenga la desgracia, de aparecer sospechoso de “terrorismo”, puede ser impunemente muerto por cualquier policía nervioso, impulsivo o cansado de un interrogatorio infructuoso. Y ningún exégeta de los valores “de la democracia y la libertad” esbozará una crítica, una censura o una explicación a la autoridad.

Al fin y al cabo, en Guantánamo hay una prisión aberrantemente ilegal, donde detenidos -¿secuestrados?- sin acusación judicial expresa llevan años recluidos y torturados,  sin que nadie se tome la menor molestia en que acabe.

Vamos camino de la ignominia, de la complacencia en el crimen y la tortura, y del sado-fascismo de los gobiernos y gobernantes corruptos y ladrones. Y una mayoría de habitantes del planeta aceptan, sumisos, este estado de cosas.

Pero protestaran, clamaran y pedirán largas condenas cuando una decena de jornaleros, sin trabajo y sin pan, rompan un candado y la cerradura de un pozo para ocupar, durante unas horas, una finca manifiestamente improductiva y abandonada.

La civilización, la democracia y la cultura deberían poder convertirse en armas.


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