Soy feminista y hombre. Y no es que me avergüence de ello sino que, al contrario, me siento orgulloso de ello. En la red podéis encontrar cientos y cientos de definiciones de feminismo. Para escribir unas líneas me he leído muchísimas definiciones y la que más me ha gustado (o en la que más representado me siento) es la de la actriz Jennifer Aniston:
“Feminismo es simplemente creer en la igualdad entre hombres y mujeres. Bastante básico”.
Tuve contacto con el machismo toda mi vida. Nací a principios de los 80 y existía un machismo bestial que impregnaba todas las relaciones mujer-hombre. Vengo de una familia machista empezando por mi madre que resultó ser mucha más machista que mi padre. Mi educación fue tremendamente machista, como la de tantas y tantos de vosotros. En aquella época no estaba ni mal visto.
Estudié en un colegio de monjas claramente machista. Recuerdo que en clase de pretecnología, a finales de los 80, uno de los trabajos consistía en coser (tanto para chicos como chicas). Se desató una polémica tremebunda que derivó en protestas de los padres de los niños porque sus hijos eran hombrecitos y no podían coser, eso era cosa reservada para las niñas. La solución fue que los niños hiciésemos maquetas mientras las niñas cosían. No me hubiese importado coser y ni siquiera creo que le hubiese importado a ninguno de mis compañeros de clase. Y desde luego que a día de hoy, hubiese agradecido mucho más saber coser un botón que saber hacer una puta maqueta, no soy político y no me vale de nada.
Toda la vida he estado en contacto con el machismo. He vivido con él y me he hartado de que gente a la que quería, sufriese por ello.
Odio a los hijos de puta que maltratan a su compañera sentimental. También odio a las hijas de puta que lo hacen.
Odio al que ningunea a su mujer. Odio a la que ningunea a su hombre.
Odio al que considera que una mujer no está capacitada para realizar un trabajo por el mero hecho de ser mujer.
Odio al empresario que paga menos a una mujer por el simple hecho de serlo. Y odio al que decide no contratar a una mujer porque se pueda quedar embarazada.
Últimamente, me han dicho que no puedo ser feminista por no ser mujer. Porque no puedo entender lo que se siente en el cuerpo de la mujer y nunca viví una discriminación de género. Me enerva eso. En contraposición, un negro nunca me ha dicho que no puedo entender el racismo porque soy blanco.
Lara Alcázar, representante y cabeza visible de Femen en España, en una entrevista concedida a Risto Mejide aseguraba (Evaristo Meixide, en realidad pero ése es otro tema), sin ruborizarse, que un hombre no tiene cabida en Femen. Si eso, haciendo otras labores igual sí, pero en activismo nada. Lo que viene a decir es que si ella enseña las tetas como protesta por la anacrónica reforma del aborto es feminismo. Si a mí se me ocurre enseñar mi pequeño y flácido pene, eso es otra cosa. El manido argumento de las manzanas y las peras, pero en una versión 2.0 igual de aberrante que la original.
Tengo empatía y nunca me ha gustado una discriminación por ninguna razón. Mucho menos me sentiría feliz si tuviese alguna ventaja competitiva respecto a una mujer por el simple hecho de tener polla. Las he tenido, y las volveré a tener. Desgraciadamente.
Lo que era feminismo se está convirtiendo en una estúpida guerra de sexos y en encasillar decisiones y actuaciones personales muy íntimas dentro del machismo. Estáis confundiendo el feminismo con la velocidad:
• Una mujer tiene la libertad de hacer con su cuerpo lo que le salga del coño. Si la Pedroche quiere enseñar las bragas en televisión, es muy libre de ello. Que os parezca mal enseñar las tetas en unas situaciones y os parezca bien en otras es machismo (aparte de ridículo).
Encuentra las siete feministas (y la machista)
Y si es un hombre el que hace lo que le salga de la polla ya no lo llamáis machismo. Si Miley Cyrus enseña cacho, denigra a los mujeres. Si Mario Casas enseña abdominales, nada.
Yo lo veo parecido. Estoy equivocado.
• Un piropo es un piropo, no hay más. Ángeles Carmona, presidenta del observatorio contra la Violencia de Género del CGPJ aboga por la erradicación del piropo. Si algo se siente acosada/o por un piropo, debe denunciarlo y el art.173.1 del Código Penal lo amparará: “El que infligiera a otra persona un trato degradante, menoscabando gravemente su integridad moral, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años.”
Un piropo no es machista “per se”, lo es el contenido si fuese degradante.
Y mucho más grave si media una relación laboral, siendo entonces delito de acoso sexual con penas de prisión de hasta 7 meses.
• Una mujer se puede enamorar de un hombre 40 años más joven que ella. Sea la duquesa de Alba, sea María Teresa Campos o sea vuestra prima la de Cuenca. Es más, una mujer puede tener sexo con quien le apetezca sin soportar ningún reproche por ello. Un hombre también.
• Una mujer es libre de ejercer la prostitución sin ser explotada por nadie. No debéis juzgar lo que cada una decide hacer con su cuerpo. El cuerpo es de ella, no vuestro. Un hombre también.
• Invitar a una mujer tomar un café no es machismo. Solo es que le has gustado a ese chico. Invitar a un hombre también.
Un café es ETA si lo propone un hombre
• Una mujer puede aprovechar su cuerpo para sacar provecho laboral de ello. Un hombre también.
• El idioma no es machista. Es machista quien lo utiliza con tintes machistas. No existen “periodistos” ni “modelas”. El lenguaje no es algo inmóvil, evoluciona con la sociedad (menos de los que debiera, también es cierto), pero sí es una fotografía de un momento dado y si se decía juez y no jueza es porque hace años no había juezas. Lo machista era esa sociedad sin juezas, no la lengua.
En mi opinión esto no es una lucha entre mujeres y hombres, es una lucha entre opresores y oprimidas. Podéis contar conmigo si no me echáis.
“Desde que fui nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la ONU y hablo del feminismo me he dado cuenta de que luchar por los derechos de las mujeres es para muchos un sinónimo de odiar a los hombres. Estoy segura de que eso tiene que terminar. Para que quede constancia, el feminismo, por definición, es creer que tanto hombres como mujeres deben tener igualdad de derechos y oportunidades”. Emma Watson.