Este fin de semana se produjo un fenómeno astronómico denominado «superluna», en el que nuestro satélite se podía ver un poquito más grande y luminoso que en otras ocasiones. En muchos medios de comunicación se decía que era debido a que la Luna estaba más cerca de nuestro planeta, y que hacía 18 años que no se acercaba tanto.
Sin embargo, esto no es así. Al igual que cualquier otro cuerpo en órbita, la Luna describe una trayectoria elíptica en torno a la Tierra, estando nuestro planeta en uno de los focos de dicha elipse. Por ello, a medida que la Luna se desplaza la distancia que nos separa va variando, alcanzando un máximo llamado apogeo, y un mínimo llamado perigeo. Es bastante obvio que con cada «vuelta» completa, la Luna pasa por el apogeo y el perigeo una vez. Por tanto, la luna no ha sufrido su máxima aproximación desde hace 18 años, sino más bien, desde hace aproximadamente unos 28 días (el periodo de traslación de nuestro satélite).
Entonces ¿por qué tanto bombo? Pues porque lo que sí que hace 18 años que no ocurría, es que el perigeo coincidiera con la luna llena. Es decir, no es que la luna no hubiera estado tan cerca desde hace 18 años, sino que la luna no ha estado tan cerca desde hace 18 años estando en la fase llena. Como veis, es un error muy similar al de 2005, cuando la luna llena coincidió con el solsticio de verano.
Los más avispados os preguntaréis ahora, «si hay una luna llena y un perigeo con cada vuelta, ¿por qué a veces coincide y a veces no?». Bueno, el tiempo que transcurre entre dos perigeos es de 27 días, 13 horas, 18 minutos y 33,2 segundos, y se denomina mes anomalístico. Sin embargo, el tiempo que transcurre entre dos lunas llenas es de 29 días, 12 horas 44 minutos y 2,9 segundos, y se denomina mes sinódico. El motivo de la diferencia entre ambos es evidente si pensáis que el mes sinódico toma como referencia la posición relativa de la Luna, la Tierra y el Sol. Como sabéis, la luna está llena cuando está justo en el «lado contrario» al Sol, con respecto a nosotros. Imaginemos que partimos del instante de luna llena. Una vez la Luna ha completado una órbita completa alrededor de nuestro planeta, como a su vez nosotros nos hemos movido un poco alrededor del Sol, la Luna ya no se va a encontrar en la misma posición con respecto a éste último. Tendrá que desplazarse un poco más (y por tanto, transcurrir más tiempo), hasta que vuelva a estar llena. Los habituales de este blog os sonará de algo esta explicación, ya que el movimiento de la Tierra alrededor del Sol es también el motivo de la diferencia entre el día solar y el día sidéreo, como expliqué en dos ocasiones, hace bastante tiempo.
Como curiosidad, cabe destacar que al igual que ocurre con la órbita terrestre (y con la de todos los planetas), la órbita lunar sufre una precesión, de forma que la elipse que hemos descrito va rotando poco a poco alrededor de la Tierra. Eso quiere decir que si en vez de tomar como referencia el perigeo (o el apogeo), utilizamos las estrellas, el tiempo que tarda la Luna en describir una órbita completa es de 27 días, 7 horas, 43 minutos y 11,5 segundos, y se denomina mes sidéreo o sideral. Como veis, el mes anomalístico y el mes sidéreo son algo diferentes.