Revista Cultura y Ocio

El Festival Flamenco de Nimes. Una crónica sentida de Bohórquez y un especial de Gaztelu.

Por Kurro

NIMES2011

Moraíto Chico hace llorar a Nimes.
A Patrix Bellito.

La actuación del gran guitarrista jerezano Moraíto Chico había levantado gran expectación en Nimes, porque hasta aquí había llegado el rumor de que andaba delicado de salud. “Tengo la salud algo distraída, pero de eso hablaré otro día”, dijo el gran artista, con la voz muy tomada. Los ojos de los aficionados se llenaron de lágrimas y los gitanos de Nimes y Marsella no paraban de darle ánimos al “primo” de Jerez. Con el clásico nudo en la garganta de estos casos, cuando la luz se apagó y comenzaron a sonar los primeros acordes de su guitarra -se trajo la de su padre, cejilla de palo incluida-, supe que íbamos a asistir a un momento histórico. Este guitarrista es siempre conmovedor, pero en Nimes ha sonado como nunca. Si sus impresionantes seguiriyas se hubieran escuchado en Jerez, se habrían levantado de sus tumbas los Marrurro, el Loco Mateo, Manuel Molina, Mojama y Terremoto. ¡Qué chorro de sangre salía por la boca de su guitarra! Hasta este crítico, que canta para que lo tiren a los cochinos, estuvo a punto de lanzar al aire los clásicos ayes seguiriyeros de Jerez. Tanta intensidad musical era difícil de soportar encajado en una incómoda butaca. Morao llevaba tiempo sin tocar la guitarra y era emocionante asistir en directo al reencuentro del genial músico con su sonanta, que siguió sonando a gloria cuando pisó terrenos mineros o cuando abordó las ceremoniales alboreás, los tanguillos y, sobre todo, las bulerías, el toque donde nadie ha sonado jamás como Moraíto Chico. Nunca nos había llegado tan hondo el toque de Morao, su aire inconfundible, su pellizco gitano. Técnica y arte se aliaron para hacernos sentir el flamenco en toda su grandeza, en una noche en la que el artista más carismático de Jerez, de los últimos años, se propuso partirnos el corazón y lo consiguió. Tocando solo, en concierto, pero también conduciendo el cante bravo y hondo de Jesús Méndez, su paisano, “el futuro del cante jerezano”, según el maestro Moraíto. Naturalmente, cuando decidió que ya había tocado lo suficiente, con una calidad de sonido extraordinaria, se fue del escenario y el público le obligó a tocar de nuevo una y otra vez. Nadie quería que acabara aquel momento mágico, el de un Morao extraordinariamente sensible, emocionado, motivado. Todos nos pusimos en pie y aplaudimos el mejor concierto del joven maestro, de los últimos años, deseando que le gane la pelea a su enfermedad y que siga partiéndonos el alma por los siglos de los siglos, amén. Ya en el restaurante donde cenamos, La Casa Blanca, sentí deseos de abrazarlo y nos fundimos en uno de esos abrazos que nunca se olvidan. Morao estaba feliz, contento, satisfecho de su concierto y, sobre todo, emocionado por tantas muestras de cariño. Dios te bendiga, Moraíto de Jerez, por gran artista del flamenco y por ser de una manera, en lo personal, por la que merece la pena estar en este mundo.

Manuel Bohórquez.

Nuestro flamenco - El Festival Flamenco de Nimes: Entrevista con Patrick Bellito, director del Festival de Nimes.

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