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El fin de la Eternidad, de Isaac Asimov

Por Peterpank @castguer

El fin de la Eternidad, de Isaac Asimov

Como usted sospechaba, señor, el último cambio de realidad en el siglo 20, ha producido que una de las variables de menor probabilidad prosperase, lo cual tendrá consecuencias inevitables que creo que empiezan a afectar al mismo corazón de la Eternidad.
Ésta última Realidad del siglo 20, después de las 17 alteraciones que la precedieron, no difiere en esencia más que en aspectos mínimos de las anteriores. La norma del Mínimo Cambio Necesario ha funcionado siempre efectivamente, encaminando a la humanidad por el camino más favorable para su progreso objetivamente beneficioso. Las alteraciones en todo cambio son inevitables y el equipo encargado de ello ha anotado fielmente cualquier desviación de las anteriores realidades. El caso que nos interesa concierne a cierto escritor de origen ruso, afincado en lo daban en llamar Estados Unidos, científico de profesión, cuyo campo narrativo era un género denominado, no sin cierto espíritu peyorativo, ciencia-ficción, aunque también se dedicó, no con tanto éxito popular, a la divulgación científica seria.
En todas las Realidades inducidas hasta el momento presente de nuestro fisio-tiempo la biografía de Isaac Asimov apenas se ha alterado. Es indudable que haciendo una comparativa de las 17 colecciones de obras completas que se guardan en la biblioteca del nivel 20, se pueden apreciar ligeras variaciones en ellas, pero poco significativas en el contexto de la suma de Realidades. A excepción de la última.
En líneas generales Isaac Asimov nació en 19,20 y murió sobre 19, 92 (con alguna excepción incluyendo una realidad en la que Asimov no nació, pero corresponde, curiosamente, al MCN nº 8 que supuso un fracaso que tuvo que ser enmendado rapidamente) y su obra narrativa incide prácticamente sobre los mismos temas: La exploración espacial, La expansión de la humanidad por la galaxia y la creación de vida artificial. Curiosamente el viaje en el tiempo apenas figura entre sus temas recurentes, y solamente aparece en algún relato corto y poco más.
Sin embargo la Realidad presente introduce una variación que debemos considerar de alto riesgo. Entre los títulos de sus obras completas aparece uno que inicialmente parece ser póstumo bajo el nombre de El fin de la eternidad. Incluso los más fervientes seguidores del género advierten el carácter tardío de la aparición de este título, como si hubiese estado dormido en los estantes de otra Realidad para surgir precisamente ahora para avisar a la humanidad.
Lo terrible del caso, señor, es que en El fin de la Eternidad, se describe minuciosamente la organización a la que pertenecemos y nuestro trabajo a lo largo de los siglos. Ya me disculpará que no pueda ser imparcial, pero resulta escalofriante ver escrito en una novela perteneciente al lejano pasado mi propio nombre y la descripción de mi trabajo, o ver como su nombre, señor, y el cargo que ocupa, es minuciosamente explicado. Gran parte de la narración es totalmente ficción encaminada a mantener la tensión narrativa, pero es evidente que existe una grave injerencia de la Realidad inducida en el tejido inmutable de la Eternidad.

El fin de la Eternidad


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