Revista Cultura y Ocio

"El fin de la Eternidad" de Isaac Asimov (1955)

Publicado el 30 octubre 2014 por Tomas

Título: El fin de la Eternidad (The end of Eternity)
Autor: Isaac Asimov. El más conocido escritor de Ciencia-Ficción para el gran público, doctor en química y prolífico divulgador científico e histórico. En KindleGarten ya hemos visto dos de sus novelas. 
Género y estilo: Es una novela de Ciencia-Ficción dura, pues en su desarrollo tienen gran importancia los factores técnicos y científicos; y una historia de Anticipación, que transcurre en un hipotético futuro. Por su trama, es una historia de Intriga, con un argumento de suspense y espionaje.
Qué cuenta: Walter Harlan es un agente de la Eternidad, una organización que domina el viaje temporal a lo largo de 150.000 siglos, realizando pequeños cambios en acontecimientos en apariencia insignificantes, pero que provocan grandes cambios en la Historia de la Humanidad, garantizando así el bienestar y la pervivencia de la especie humana. Harlan es un escrupuloso y leal miembro de la Eternidad, hasta que conoce a Noys, una mujer del Siglo 482, por cuyo amor está dispuesto a incumplir las rígidas leyes de la organización.
Se cuenta que Isaac Asimov envió un borrador de "El fin de la Eternidad" al prestigioso editor Horace Gold, responsable de la revista Science Fiction, pero que este lo rechazó enseguida. Posteriormente la publicó con la editorial Doubleday. Desconozco si con cariño sincero o con ironía, Asimov dedica su libro a Horace Gold. Es la única novela de Isaac Asimov que se cuenta en la lista de David Pringle. Como veremos también, guarda relación con la obra posterior del autor correspondiente al Imperio Galáctico, como las sagas Fundación, Robots e Imperio
En "El Fin de la Eternidad", Asimov aborda un tema tan caro a la Ciencia-Ficción como es el de los viajes en el tiempo, y la posibilidad de que estos motiven (o no) paradojas espaciotemporales. Lo hará de una manera rigurosa, propia de la Ciencia-Ficción dura, aunque revisiones actuales enumeran errores que proceden de descubrimientos científicos posteriores a la escritura del texto. Por ejemplo, en la novela nuestro Sol explota convirtiéndose en una Nova, aunque más tarde se descubrió que las estrellas requieren una masa mucho mayor que la de nuestro astro para tal proceso. [Esto es habitual en el género, y no resta ni un ápice de validez a la novela, como iremos viendo].

"El fin de la Eternidad" ofrece una original mirada a los viajes temporales, inspiradora de muchas otras obras (libros, series y películas) posteriores, protagonizadas por cuerpos de "policías del tiempo" que se desplazan entre épocas para evitar acontecimientos inconvenientes antes de que ocurran. 
En este contexto, existe un plano Pantemporal llamado la Eternidad, descubierto en el Siglo 24 y establecido en el 27, donde comienzan los Siglos de la Eternidad, que se extienden hasta el Siglo 70.000, donde comienzan los Siglos Ocultos, que alcanzan el 150.000. Antes del Siglo 24 están los Tiempos Primitivos, cuya Historia es inmutable. La Eternidad es un cuerpo formado por Observadores, Ejecutores y Programadores, cuya misión es observar y analizar la Historia a lo largo de miles de siglos, buscando acontecimientos que puedan provocar graves consecuencias para la especie humana, y modificarlos con un Cambio Mínimo Necesario (CMN), que provoque tiempo después un Resultado Máximo Deseado (RMD). Entre el CMN y el RMD pueden pasar varios siglos, pero todo está controlado con precisión infinitesimal por la Eternidad, usando potentes computadores llamadas Computaplex. 
Un Cambio Mínimo Necesario puede ser algo tan trivial como la avería de un vehículo, por cuya causa un político llegue tarde a una reunión; o que un hombre no desayune café, poniéndose de mal humor y tomando una decisión diferente a la que iba a tomar ese día. Por esos pequeños detalles, siglos después se alcanza el Resultado Máximo Deseado: evitar una guerra que iba a costar millones de vidas, o desalentar a la Humanidad de una carrera espacial condenada al fracaso, dedicando sus recursos, por ejemplo, a la agricultura, garantizando el sustento de millones de habitantes de la Tierra.
Walter Harlan, el protagonista, es un Ejecutor, un encargado de llevar a cabo las manipulaciones que modifican el flujo temporal. Los Ejecutores despiertan tanto recelo como admiración, y son temidos y respetados por igual, pues hacen el trabajo sucio de la Eternidad. (los Observadores recaban datos con atención minuciosa, y los Programadores planifican las manipulaciones mediante intrincadísimas fórmulas matemáticas. La jerarquía es Observador - Ejecutor - Planificador). Para ello, se desplaza a lo largo de los siglos en Tubos de Tiempo, accediendo desde el Hipertiempo, en el que viven los miembros de la Eternidad, al Tiempo Normal
La enorme energía necesaria para hacer funcionar la Eternidad se obtiene de que nuestro Sol, en el siglo 125.000, explota convirtiéndose en una Nova (como comentamos arriba), y dicha energía se aprovecha con una compleja tecnología en la que no se profundiza demasiado. 
El cometido de un agente de la Eternidad, en especial de un Ejecutor, requiere dedicación absoluta, y un desapego completo de las cuestiones y sentimientos que una persona normal pueda tener, por ello sus miembros se abstienen de tener familia, pareja o hijos, y de mantener cualquier distracción de sus exigentes responsabilidades. Harlan, de cuya descripción apenas tenemos un esbozo (el autor nos dice que no es demasiado atractivo) es célibe, y su carácter es frío y adusto. El resto del personal de la Eternidad se conduce de manera similar, sumándole que es un ente casi por completo masculino. A Asimov se le achacó, entre otras críticas, que el conjunto de su obra carecía de personajes femeninos. Aquí lo justifica por el hecho de que los miembros de la Eternidad, que son arrancados del Tiempo Normal, se escogen por su baja probabilidad de afectar a la línea temporal, siendo las mujeres más susceptibles de alterarla con su ausencia. 
En cualquier caso, se intenta que los Eternos no guarden apego a su siglo de origen, destinándolos a otro lo más alejado posible del suyo, y procurando que no conserve objetos, hábitos o costumbres propias del mismo. La idea central es que la Eternidad debe ser una entidad fría, aséptica, racional, carente de sentimientos y emociones, una máquina que rija los designios de la Humanidad y cuide de su progreso, decidiendo por ella y sin que ésta se dé cuenta. 
Pero precisamente es una mujer lo que Isaac Asimov introduce para desestabilizar el mundo ordinario de Harlan. Una joven llamada Noys Lambent, que llega a la Eternidad de mano de uno de sus sociólogos, y de la que Harlan no puede evitar enamorarse. Por amor a ella, está dispuesto a incumplir, por primera vez, las inflexibles normas de la Eternidad, que impiden que un Eterno se relacione de manera continuada con un Temporal, y busca una manera de esconder a Noys en los Siglos Ocultos, mientras él organiza su propia huida para reunirse con ella. 
Pero este argumento sería demasiado sencillo, y el autor opta por complicar y enriquecer la trama con una serie de subargumentos que la convierten en una historia de intriga y espionaje. 
Por una parte, distintos miembros de la Eternidad, rivales entre sí, intentan usar a Harlan y a Noys para su causa, con un juego de intrigas en el que las verdaderas motivaciones y las lealtades se van revelando a lo largo de la lectura.
Por otra, con la presencia de un Aprendiz llamado B. S. Cooper, al que se asigna a Harlan como alumno de Historia Primitiva (en la que es experto, pues es su pasión), y que tendrá un papel inesperado que le vincula con la creación y el origen de la Eternidad. 
Y aún por otra, la propia Noys, que finalmente se revelará como un personaje con mucho mayor calado y profundidad del que aparentaba en principio, un origen más oscuro y una encomienda también crucial no solo para la Eternidad, si no para toda la especie humana. 
Por todo lo dicho, el argumento de "El fin de la Eternidad" conjuga Ciencia-Ficción con una jugosa historia de conjuras, engaños, planes ocultos y de facciones dentro de la organización, en la que el personaje es peón de unos y otros, casi siempre sin saberlo, hasta que se rebela y opta por seguir su propio camino. Un argumento muy propio del pulp y las novelas hard-boiled con la que la Ciencia-Ficción compartía estante en los quioscos de la época. 
Pese a ello, Asimov no descuida ni lo más mínimo el rigor científico, y resuelve la cuestión de los viajes en el tiempo de una manera curiosa, con la forma de un Hipertiempo que transcurre fuera del Tiempo Normal, controlado por los Eternos (que no son inmortales, pese a su nombre), personas que controlan los devenires de la Humanidad asegurándose de que esté a salvo de catástrofes, guerras, totalitarismos, o cualquier factor que la haga peligrar. De tal manera que la vida de la especie se mida en miles de siglos. 
Como no puede ser de otra manera, "El fin de la Eternidad" tiene que mover a la reflexión, debe poseer una doble lectura. Esta actitud sobreprotectora, este paternalismo de la Eternidad, ¿no está condicionando la capacidad de la especie humana para la autosuperación? Al mantenerla dentro de lo confortable ¿No está impidiéndole superar sus propios límites, desarrollar todo su potencial? A lo largo de la novela, los miembros de la Eternidad comentarán que, en diversos siglos, una vez tras otra, la Humanidad ha intentado la carrera espacial, fundando colonias en el Sistema Solar, que siempre fracasan y son posteriormente abandonadas. 
Se establece así la creencia axiomática de que la aventura espacial es inadecuada, un sueño costoso e improductivo, por lo que la Eternidad cambia el Tiempo Normal siempre que es necesario para evitar que las intentonas de la especie humana para alcanzar las estrellas fracasen. 
Pero ya comentamos arriba que "El fin de la Eternidad" está relacionada con el Imperio Galáctico,  el universo literario de Isaac Asimov, en el que la Humanidad ha conquistado el cosmos, creando un imperio de millones de planetas y billones de habitantes. Por tanto, algo debe ocurrir para que la carrera espacial tenga éxito en uno u otro momento. La respuesta, en esta novela. 
En el aspecto puramente literario, estamos ante una obra breve, dividida en dieciocho capítulos titulados, en la que el autor emplea su habitual economía de medios, con un estilo sobrio y sencillo, al servicio de la trama, y en el que no existen figuras narrativas destacables. Descripciones mínimas, tanto de personajes como de escenarios, párrafos breves y diálogos rápidos. Siempre digo que el formato de publicación condicionaba el estilo de los autores de la época, y este libro no es excepción. Asimov era resultadista, y su prosa era un simple soporte para los hechos que narraba, sin ninguna intención artística por sí misma.
Los personajes, incluso Harlan y Noys, adolecen de lo habitual en la obra de Isaac Asimov: resultan fríos, impersonales, (y esto es una opinión personalísima) hasta algo antipáticos. Lo he comentado en otras obras del autor y en otras reseñas de novelas de Ciencia-Ficción dura; los personajes no buscan la empatía del lector, ni son lo más importante de la historia. Son vehículos para que transcurra la trama, en la que la verdadera protagonista es la idea central, en este caso la Eternidad y los conceptos del Hipertiempo y de la sociedad Pantemporal. 
No olvidemos el afán divulgativo que Don Isaac proporcionaba a sus obras, y que en esta ocasión se materializa en una lección sencilla y comprensible del concepto de tiempo no lineal, y de su repercusión en la existencia de infinitos planos de realidad o dimensiones. Una manera divertida de comprender un poquito más la mecánica cuántica. De hecho, Asimov muestra sentido del humor sobre el tema, y bromea sobre la famosa "paradoja del abuelo":
"Harlan contestó:
—Los Primitivos, virtualmente, no se preocupaban del Viaje en el tiempo, Programador.
—No lo consideraban posible, ¿eh?
—Creo que ésa es la verdad.
—¿Ni siquiera especulaban sobre este asunto?
—Bien, en cuanto a eso —dijo Harlan, inseguro—, creo que había diversas opiniones, manifestadas generalmente en cierto tipo de literatura novelesca. No estoy muy familiarizado con estos libros, pero creo que un tema muy usado era el de un hombre que regresa al pasado para asesinar a su propio abuelo cuando éste era aún un niño.
Sennor pareció encantado.
—¡Maravilloso! ¡Maravilloso! Después de todo, esto es al menos una forma de expresar la paradoja básica del Viaje a través del Tiempo, si asumimos una Realidad invariable, ¿eh? Pero sus Primitivos, me atrevería a afirmar, nunca llegaron a pensar en algo distinto de una Realidad invariable, ¿es así?"

Por todo lo comentado, "El fin de la Eternidad" es una excelente novela de Ciencia-Ficción dura y un gran trabajo de su autor, que casi con certeza no agradará a quienes busquen un texto con un estilo narrativo elaborado y rico en recursos, o personajes complejos, detallados, llenos de vida y de emociones; pero que apasionará a los amantes de la ficción científica. Una obra maestra del género y una historia recomendable sin duda alguna tanto para los devotos del doctor Asimov como para aquellos que deseen iniciarse en su obra, pues es un ejemplo perfecto de los elementos más característicos de ella. Nos leemos!

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