Existe una nueva leyenda urbana que se extiende con rapidez y que afecta a muchas de esas series que, o vimos hace años, o hemos oído hablar. Hace tiempo no se seguían todas las series con una ferocidad equivalente a la de ahora, de modo que muchas veces no sabíamos nada acerca del desarrollo de los personajes, o de cómo acaban dichos shows televisivos. De ahí que últimamente se les esté dando a algunas de ellas un final tenebroso, discordante y algo agorero, como por ejemplo diciendo que en el último capítulo de Oliver y Benji, hay un fundido en blanco para mostrarnos que todo es imaginación de Oliver, postrado en una silla de ruedas por un accidente de tráfico, o que Doraemon no sea más que la imaginación de Nobita, en coma desde hace años. La verdad es que esos finales “malrrolleros” pueden no ser ciertos (no me he parado a buscarlo), pero el que nos ocupa si es ciertamente pesimista, a la par que lógico. Y es que una serie centrada en una familia de dinosaurios no podría acabar de otra forma que no fuera con su completa extinción.
El final de “Dinosaurios”
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